El mundo se ha dado la vuelta

«Uno deja de ser un gobernante para convertirse en un estadista cuando empieza a pensar en las siguientes generaciones en lugar de en las próximas elecciones».
Winston Churchill

GETAFE/Todas las banderas rotas (11/04/2025) – El secretario general del Partido Comunista de Vietnam llamó hace unos días a Trump para pedirle que reduzca el arancel del 46% que ha impuesto a su país: ¡Un líder comunista, en una clara demostración de que el mundo se ha vuelto del revés, defiende el libre mercado ante el presidente de los EEUU!

Ese presidente es el personaje estrafalario, con ideas del siglo XIX, que hoy dirige los Estados Unidos sin preocuparse de llevarse bien con nadie porque está convencido de que tiene la fuerza necesaria para someter a todos y es el mismo que está fracasando, por ejemplo, en la relación con Rusia. Ya estamos al tanto de la ignorancia y la falta de formación de Trump en cuanto a política internacional (y en otras muchas cosas), pero asombra que no haya ningún asesor que le explique que Rusia es un país con larga tradición de invasiones, revoluciones y guerras, y Putin, otro personaje tan estrafalario como él en algunos aspectos, pero con mucha más experiencia en el ejercicio de la autocracia y que le lleva una gran delantera en el desprecio a las normas y el derecho internacionales. Así que el fin de la guerra de Ucrania que, según prometió Trump, acabaría en una semana en cuanto él llegara al poder, no ha llegado por ahora; además, parece que quien decidirá sobre ese final no será el presidente estadounidense, sino el ruso.

Otra guerra que Trump pretendía resolver con su sola presencia en el Despacho Oval es la de Gaza, pero hace algún tiempo que ha entrado en sordina: los telediarios nos informan cada día de que los ataques israelíes –que no cesan- producen hoy 50 muertos, ayer 80, anteayer 130… La inmensa mayoría civiles, sobre todo niños. Quizá nos digan también que entre los muertos hay cada vez más periodistas y trabajadores sanitarios, que hace muchos días que no entran en la Franja alimentos, medicinas ni combustible… Pero todo esto casi pasa más como anécdotas que como noticias. Parece que Trump ha dado carta blanca a su amigo Netanyahu para que complete el exterminio de los palestinos y así, una vez muertos o expulsados todos ellos, se repartirán el negocio inmobiliario y turístico que piensan montar; no he dicho “exterminio de los gazatíes”, sino de los palestinos porque en Cisjordania, con mucha más sordina, la carta blanca se les ha dado a los civiles israelíes que ocupan las casas y ayudan al ejército de Israel a masacrar y expulsar a los habitantes de la zona.

Mientras, quizá para coger práctica como aprendiz de dictador, manda a los migrantes que tuvieron la mala idea de tatuarse los brazos a la siniestra cárcel de El Salvador, naturalmente, sin juicio, haciendo, de paso, que el dictador presidente de ese país se embolse una buena cantidad de dólares. También pretende negar la ciudadanía a los niños que nacen en EEUU de padres migrantes, a pesar de que la 14ª enmienda de su Constitución establece lo contrario y de que un juez federal ha bloqueado el intento. Y, cuando solo han pasado tres meses de la toma de posesión, está hablando muy seriamente de optar a un tercer mandato presidencial, cosa igualmente prohibida por su Constitución.

En mi opinión, todo lo anterior va configurando un país que se encamina, a gran velocidad, hacia una dictadura.

Finalmente, está el asunto de los famosos aranceles. Puede que sea fruto de la ignorancia de este personaje, porque hay suficientes experiencias históricas que demuestran que ese camino no lleva a la  maravillosa sociedad de que nos habla Trump; los economistas trumpistas, que siguen las fracasadas teorías de Milton Friedman, no quieren que nadie les recuerde que en 1929, para superar las consecuencias del famoso crack de ese año, EEUU promulgó una serie de leyes proteccionistas contra los exportadores extranjeros –de acuerdo con las ideas de Friedman- que solo sirvieron para agravar la crisis, no para solucionarla: el índice Dow Jones solo volvió a niveles anteriores a 1929 en 1954 ¡25 años después! Puede que algo similar es lo que nos espera, un retroceso económico a nivel mundial que durará muchos años y que, por supuesto, traerá también desorden social y político. No se trata de ser agorero pero varios analistas han recordado que en 1933 –solo cuatro años después del crac- los nazis llegaron al poder y en 1939 estos iniciaron la Segunda Guerra Mundial…

Mientras escribo llega la noticia de la marcha atrás: Trump anuncia que suspende durante tres meses todo lo que había anunciado y mantendrá únicamente un arancel universal del 10 %, salvo a China sobre la que mantiene un arancel que ha ido subiendo hasta el 145%. Esa suspensión puede parecer una buena noticia pero, a la vista de la reacción de las bolsas, con euforia y desplomes de un día para otro, se constata que lo que se instaura es la inseguridad e, incluso, el caos, lo que abona el pronóstico del párrafo anterior.

¿Hay algún atisbo de esperanza? Como de costumbre solo la veo en Europa, aunque bien es cierto que la UE debería cambiar su modo de actuar radicalmente. Sabemos, por mucho que Trump se empeñe en decir otra cosa, que la Unión Europea nació tras la experiencia de dos guerras mundiales y con el propósito de evitarlas en el futuro, lo que consiguió mediante la reconciliación y unión de los ancestrales enemigos, Francia y Alemania. Aunque suene a utopía, ¿podríamos pensar que Rusia es hoy la Francia o Alemania de 1945 e integrarla, de alguna forma, en el bloque europeo? No se trataría de aceptarla en la UE puesto que no cumple los requerimientos necesarios para su ingreso, ni creo que Rusia tuviera interés por ello, sino de establecer un acuerdo global de cooperación comercial y política, lo que llevaría a la imposibilidad de enfrentamientos bélicos.

¿Y si, además, unimos a China en este proyecto? Europa, Rusia y China unidos en un acuerdo de cooperación global supondría un bloque que dejaría aislado a Estados Unidos que, en mi opinión, es hoy el mayor peligro de giro ultraderechista en el mundo y de enfrentamiento entre las naciones.

A muchos les parecerá un dislate, una locura, como ocurrió cuando Monet y Schuman hicieron la propuesta de su plan de creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero que dio origen a lo que hoy es la Unión Europea.

Lo que propongo serviría para afrontar lo que muchos piensan que son los antecedentes de una nueva guerra mundial; soy consciente de la enorme dificultad de llevarlo a la práctica, y también estoy seguro de que para evitar este futuro oscuro y terrible que tenemos encima cual espada de Damocles hace falta algo de lo que hoy carecemos: líderes políticos que sean verdaderos estadistas, como los que alumbraron a la Unión Europea.

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