GETAFE/Entrevista (02/02/2025) – Fernando Redondo es un sacerdote con una larga trayectoria misionera. Nacido en Asturias, llegó a Getafe, a El Bercial, siendo preadolescente. Estudió en la Universidad Eclesiástica de San Dámaso y la Universidad Pontificia Comillas, completando su formación con estudios bíblicos en Jerusalén. Deja su labor con los migrantes en Getafe, para seguir ayudando a nivel nacional.
Durante su vida sacerdotal, ha sido misionero en Bangladesh y la Amazonía brasileña, y capellán de la prisión de Valdemoro. Además de cura en La Fortuna, entre otros destinos. “He estado 15 años en Brasil. Estuve antes una temporada aquí trabajando también como cura, en la Magdalena, antes de ser diócesis, también en San Rafael. Siempre he estado en lo que nosotros llamamos pastoral social”. Fernando Redondo ha vivido la mayor parte de su ministerio sacerdotal en medio de los excluidos de la sociedad, lo que le ha hecho especialmente sensible a la realidad de los migrantes.
En 2019, fue designado delegado de Migraciones de la Diócesis de Getafe, donde ha implementado numerosos proyectos para apoyar a estas personas desde el Hospitalillo de San José. “Allí hay un equipo. Yo coordinaba a ese equipo técnico con una trabajadora social, una abogada y diferentes trabajadores. Aunque la delegación no solo es el Hospitalillo, desde ahí damos cobertura a los diferentes pueblos que forman parte de la diócesis”.
“Normalmente las personas cuando vienen aquí… Bueno, pues ya sabes. La gente está desorientada, no saben qué hacer. Hacemos lo que llamamos una acogida y según lo que la persona necesite, le atiende la trabajadora social o la abogada”. También hacen talleres informativos donde agrupan a las personas ante la dificultad de hacer esta atención siempre personalizada, “al año han podido pasar casi mil personas por allí”.
Aunque llegan migrantes de muchas partes, principalmente son latinoamericanos y Fernando tiene claro que no son ilegales. “La gente no llega en patera aquí, llegan a través de Barajas. La gran mayoría de las personas migrantes entran de forma regular, no irregular. O sea, con un visado de turista. Con su billete de avión, con la idea de quedarse. Cuando pasan tres meses pasan a ser irregulares, no ilegales: irregulares. Es la misma administración la que te convierte en irregular”.
Cada caso es diferente y tienen que ir explicándoles cómo deben actuar. “En esta situación irregular se les orienta, se les explica a qué pueden tener derecho, qué tienen que hacer, el empadronamiento, etc. Hasta que llega el momento en el que ya pueden pedir un proceso de regularización y se les hace un acompañamiento legal con la abogada”.
El perfil de persona que llega a nuestro país es bastante claro, gente joven que viene a trabajar, “los marroquíes suelen venir solos, también muchas madres solteras de Colombia o Venezuela y en ocasiones familias completas. Hay otros grupos que piden protección internacional por diferentes causas en sus países de origen”. Un trabajo que se hace desde la diócesis de Getafe, pero en estrecha colaboración con otras entidades de Getafe y de otros municipios. “Según los casos, trabajamos también con Cruz Roja, con CEAR o con servicios sociales municipales”.
Una labor que requiere de mucha sensibilidad por todas las partes. “Uno de los objetivos fundamentales que tenemos es ayudar a las personas con su integración. Y para poder integrarse tienes que facilitarles también su documentación, eso les puede proporcionar un trabajo. En ese sentido es muy importante la labor que se hace en las parroquias. Por ejemplo, no todas las parroquias tienen la misma sensibilidad. Por eso, como delegado de migraciones en la diócesis, debo sensibilizar a los curas y a la gente de las parroquias. ¡Ya ves todos los prejuicios y bulos que hay en relación con la migración!”.
Fernando explica el proyecto a todo el mundo, visita las parroquias contándoles la situación real de estas personas. “La vivienda es un problema para todos, pero imagínate para los extranjeros: llamas para ver un piso y en cuanto oyen que eres de fuera te dicen que ya no está en alquiler. O incluso la mafia que hay con las citas para arreglar papeles. Gente que coge varios números y luego se los vende a los que necesitan regular su situación. Más dificultades”.
La migración aporta mucho a la sociedad Uno de los proyectos que han estado realizando en Getafe son los Círculos de Silencio. Una manera de denunciar “los atropellos que sufren estas personas”. Entre ellos, todas las mentiras en torno a la migración. “Hay muchísimos bulos: que los migrantes vienen a quitarnos el trabajo, que se llevan todas las prestaciones sociales, que no aportan nada. Y nada de eso es cierto. Aportan tanto a nivel económico como a nivel social y cultural. ¿Quién está cuidado de nuestros mayores, o de los hijos? Esas mujeres dejan a sus propios hijos para cuidar de nuestros seres queridos y si son internas, los ven el día que libran. De esas cosas no nos damos cuenta”.
Mientras fue cura en La Fortuna pudo vivir con una comunidad, mayoritariamente marroquí, estrechando lazos en torno a la parroquia sin ningún problema. “Cuando yo estuve, aquello era casi Marruecos, pero nos juntábamos, cada uno llevaba comidas típicas y hablábamos unos con otros. Intercambiábamos experiencias, conocíamos al otro. Ese es el mayor problema, no conocer al otro. El miedo interesado que meten algunos”.
Ahora toca trabajar a nivel nacional En su nueva posición, Redondo se enfrenta al desafío de pasar de animar la pastoral de migraciones en la diócesis de Getafe, a hacerlo a nivel nacional. Lleva poco, pero tiene claro que hay que trabajar. “Ya he visitado alguna zona de Almería y de Huelva, y como te he dicho antes, es vergonzoso que tratemos tan poco humanamente a gente que está aportando tanto con su trabajo”.
Desde la Conferencia Episcopal Española se ha impulsado también una iniciativa popular para poder regular a migrantes ya establecidos aquí. Gente que está trabajando, pero que al no tener sus papeles en regla carece de cualquier derecho laboral. Además de, en contra de lo que mucha gente piensa, no recibir cualquier tipo de ayuda por no ser regular. “Estamos esperando, pero parece que nadie quiere avanzar con los trámites en el Congreso”.
También están haciendo un gran trabajo en origen a través de las parroquias existentes en otros países, como cuando él mismo fue misionero. “El trabajo que yo hacía como misionero era el de intentar desarrollar a las comunidades, precisamente para que puedan vivir en sus lugares de origen, nadie quiere dejar su casa e irse a otro país con unas promesas que no son verdad”.
Y precisamente por eso, en muchos de estos lugares, intentan informar de la situación que pueden encontrar en Europa cuando lleguen, “nada fácil”. Aun así, Fernando Redondo lo tiene claro y lo repite, sea donde sea y seas de donde seas: “En la Biblia lo pone claramente, hay que tratar bien al extranjero, igual que a nosotros mismos. Nosotros también somos un pueblo de emigrantes, todos los pueblos lo son”.