GETAFE/Entrevista (20/05/2024) – Maite Mellado lleva la política en la sangre. Desde su bisabuelo, fusilado y aún desaparecido, a sus padres, sindicalistas y feministas, Maite siente la política con la vocación de servicio público, de mejorar la vida de las personas. Por eso se afilió al PSOE con las movilizaciones del No a la Guerra, en que sintió que tenía que pasar a la acción. Hoy desde la Delegación de Urbanismo y LYMA, ve la ciudad “con otros ojos”. Mirando al futuro y con humildad.
¿Cómo comienza tu militancia política?
Desde muy jovencita, mientras estudiaba en la universidad, participaba en distintos programas de voluntariado, que en aquel entonces no estaban tan articulados como lo están ahora y, por ejemplo, teníamos talleres de apoyo escolar o de integración. Me fui comprometiendo cada vez más con el movimiento feminista y tomé conciencia como mujer de una lucha que era muy necesaria ya por entonces: había que pasar a la acción. Compañeras de universidad constituimos una asociación Ajasoc, Asociación de Jóvenes Sociólogas Comprometidas. Hicimos estudios de mujeres y deporte o de las mujeres en profesiones masculinizadas.
¿Y tras la universidad?
Me fui especializando en temas de juventud, y encontré empleo en la UGT, en la Unión General de Trabajadores. Me especialicé en temas de igualdad y estuve dos décadas allí, como responsable del Departamento de la Mujer Federal del sector servicios, del comercio, la hostelería, el turismo. Concurría mi interés profesional con mi militancia, mi compromiso, en ese caso sindical y político. Mi militancia me viene de casta, me viene de familia. Primero, porque siempre mis padres han estado muy vinculados al movimiento sindical y mi madre al Partido Socialista; yo llevo afiliada desde el año 2003.
¿En la época de las manifestaciones del No a la Guerra?
Sí, esa fue la gota que colmó el vaso. Siempre he creído que no se puede disociar nuestra vida personal de nuestra militancia y de nuestro compromiso con unos valores y una manera de entender el mundo. Y tenía el convencimiento de que era necesario que la clase trabajadora siguiera prosperando en derechos. En aquel momento acabábamos de pasar por el Prestige, aquel desastre medioambiental y la guerra injustificada en la que nos metió aquel Gobierno de Aznar nos hirió profundamente, sin ningún marco internacional que la amparara desde el punto de vista de las reglas del juego en geopolítica. Fue el momento de decir: tengo que pasar a la acción también desde este punto de vista.
Y de ser una militante de base, un día pasas a formar parte de una lista en puestos de salida.
Tengo esa oportunidad gracias a Sara (Hernández) como secretaria general. Para mí fue un desafío, porque siempre había ejercido mi militancia en la retaguardia. Mis sensaciones fueron primero de agradecimiento y luego un poco abrumada de esa confianza, con las típicas inseguridades del primer momento.
¿Cómo es la alcaldesa en las distancias cortas?
Quien la conoce sabe que es una trabajadora incansable, apasionada por su ciudad y con un punto de exigencia para siempre pedir lo mejor de cada uno de nosotros como equipo de Gobierno. Es alguien brillante, una cabeza prodigiosa, combativa y defensora de Getafe. Junto a Cristina González, la secretaria de Organización, contribuyen a crear un gran equipo.
Entras en política en un momento cada vez más polarizado y enrarecido. ¿Cómo lo vives?
Es responsabilidad de todos y todas las que estamos en política, el cómo queremos que sea, pero estamos en un contexto muy peligroso, en mi opinión: no se puede trivializar que se insulte a un presidente del Gobierno, el que presenciemos en los Plenos espectáculos que son bastante lamentables. Tenemos que estar a la altura de lo que nuestros ciudadanos nos exigen. Esta idea trumpista de la política, del todo vale, es un desafío: es muy difícil defenderte en ese contexto, no entrar al trapo de determinadas formas. Pero es responsabilidad de todos que tengamos que estar a la altura. La labor política está al servicio de la ciudadanía, hay que tener una vocación de servicio público: desde el punto de vista de lo común, de lo que es de todos, del interés general. Y en los Plenos vemos, en la bancada de la derecha que hay otro tipo de maneras de entender la política. Las trayectorias vitales nos retratan también.
Has asumido también la portavocía del PSOE, ¿cómo es la relación con el resto de grupos?
He tenido la oportunidad de aprender de un gran compañero, de Herminio (Vico). Creo que antes había una mayor lealtad incluso entre partidos que son adversarios. Tengo la sensación de que todo se ha enrarecido, las relaciones también. A veces es difícil sacar de determinados marcos a gente que está en un discurso y en una manera de comportarse en política que no va a cambiar. La irrupción de la extrema derecha en todos los ámbitos políticos, ha hecho un flaco favor al buen entendimiento. Todo redunda en perjuicios para los vecinos de Getafe. Les falta un proyecto de ciudad, un proyecto político que quieran plantear.
¿Te tocan incluso en lo personal estas actitudes?
Uno de los momentos más dolorosos que he vivido en este poco tiempo que llevo como portavoz fue en la defensa de una de las proposiciones por el fallecimiento de personas mayores en residencias de la Comunidad de Madrid. 7.291 personas fallecieron durante el COVID por la aplicación de los protocolos llamados de la vergüenza. Ver cómo el familiar de una víctima, de su madre, tuvo que aguantar determinados comportamientos irrespetuosos de parte de la bancada de la derecha, de algunos concejales y concejalas… todo tiene un límite. Y evidentemente, cuando uno no encuentra argumentos para defender determinados planteamientos políticos o de gestión, acude a veces a mensajes o a formas que son, desde mi punto de vista, rechazables.
Hablabas de la falta de proyecto para la ciudad de la derecha. ¿El PSOE tiene un proyecto de ciudad para esta ciudad?
El Getafe que quiere conseguir este Gobierno municipal progresista, es un Getafe de derechos, es un Getafe más sostenible, un Getafe respetuoso con nuestras personas mayores, una ciudad acogedora. Es un Getafe solidario. Hemos presentado una propuesta muy completa de acciones y junto con nuestros compañeros en el Gobierno de otras formaciones políticas de izquierdas, estamos en el camino de desarrollar ese Getafe del futuro que queremos.
¿Cómo está siendo esa relación con Podemos y Más Madrid en el Gobierno?
Buena. Aunque pueda haber diferencias programáticas, confluyen en objetivos comunes que son esenciales. Son propuestas que le hicimos a la ciudadanía desde la izquierda, en la defensa de las cuestiones más básicas en educación, empleo, sostenibilidad… La experiencia previa del Gobierno de coalición nos ha enriquecido a todos y todas.
Con la jubilación de Herminio Vico se produce una remodelación de Gobierno que te sitúa como número 2 de Sara y al frente de las delegaciones de Urbanismo y Espacio Público.
Fue un orgullo para mí que Sara me lo propusiera. Me dijeron que ahora iba a ver la ciudad con otros ojos. Y es verdad, porque ahora tienes una dimensión de la ciudad mucho más amplia. Con esas gafas trato de enfocar el trabajo en esta concejalía. Hay proyectos maravillosos como el barrio de la Aviación que tiene el objetivo, entre otras cosas, de poder ofrecer una vivienda asequible para nuestros vecinos: la vivienda es uno de los temas que hoy en día preocupan. Y ver cómo se está gestando este nuevo barrio es maravilloso, como también el proyecto del Hospitalillo o Getafe Río. Hay determinados proyectos muy transversales: grandes proyectos y grandes desafíos también.
¿Y en LYMA, la otra gran delegación que diriges, cuáles son los retos?
Tiene un equipo maravilloso detrás, con una gerencia y una dirección que hacen que todo sea mucho más fácil. LYMA es un gran tesoro para este municipio, no solo por la gestión en cuanto a limpieza, sino también por cómo ha crecido medioambientalmente hablando. Es una empresa de referencia en el sector, empresa 100%, pública. Siempre hay margen de mejora, faltaría más, pero hay que reconocer que hay cosas que se están haciendo bien; ahí están las cifras de reciclaje. Hace solo una semana veníamos de recoger las tres pajaritas del año 2024 por nuestras cifras de reciclaje en papel. La gestión de residuos es un reto que tenemos que afrontar. Y hay músculo detrás. Tenemos el compromiso firme de reducir los residuos, porque no podemos seguir en esta escalada infinita.
Desde el despacho que ahora ocupa en la tercera planta del Ayuntamiento de Getafe, Maite Mellado se acuerda en no pocas ocasiones de una familia, la suya, que defendió su militancia de izquierdas y que dio su vida por ello. “Mi bisabuelo es uno de tantos miles de desaparecidos en este país. A veces pienso lo orgulloso que estaría de que su bisnieta haya llegado hasta aquí”.
Mellado recuerda que fue fusilado en un pueblo de Toledo, Torralba de Oropesa, cerca de Lagartera. “Está en una fosa común, creemos más o menos que está en una zona determinada”, pero no han logrado recuperar sus restos. “Mi abuelo era socialista en silencio. Pero eso sí, murió con su carnet de la UGT y del Partido Socialista con él. Tuvo que luchar en silencio, en contra de todo lo que le había pasado a su padre por sacar una familia adelante y salvarles de la miseria en la medida en la que pudo… como tantas miles y miles de familias de este país”.
Su madre le inculcó el feminismo y su padre el sindicalismo. Un orgullo de familia de la que hace bandera. “Este país tiene que hacer justicia por esas víctimas que todavía están en fosas comunes: les debemos que podamos sacar a nuestros muertos de las cunetas”. El germen de su bisabuelo perdura hoy en Maite. “Esto se lo debo a mi bisabuelo también. Que a él le fusilaron y mi abuelo nunca lo pudo enterrar dignamente”. Por eso cuando desde la derecha se habla de las llamadas ‘leyes de concordia’, a Maite se le revuelve el estómago.