Los problemas de la proliferación de palomas en núcleos urbanos

GETAFE/Varios (08/02/2024) – Todos los núcleos urbanos tienen diferentes animales que conviven con  nosotros, entre los cuales están las palomas. Parece que traen la  naturaleza a la urbe, pero estos animales producen una gran cantidad de  trastornos.

Desde Denfor, empresa especializada en control de plagas, explican que la proliferación descontrolada de estas aves se puede convertir en un problema de salud pública. Transmiten enfermedades y la acumulación de sus excrementos afecta a las fachadas de los edificios.

Acosan a las personas

Este animal, que parece inofensivo, puede llegar a ser agresivo con  las personas cuando hay comida de por medio. No son raros los casos de  palomas que chocan con los viandantes si ven alimentos cerca.

También suelen posarse encima de las mesas de las terrazas para quitarnos la comida,  hacen lo mismo en las plazas públicas e incluso llegan a controlar el  horario de los recreos de los colegios, a los cuales los niños sacan el  bocadillo.

Portan una enorme cantidad de enfermedades

Hay quien apoda a las palomas como “las ratas del aire” y lo cierto  es que este sobrenombre está más que justificado por todas las  enfermedades que llevan en su cuerpo.

En concreto, se sabe que portan más de 40 enfermedades infecciosas (entre ellas la temida salmonelosis) que nos pueden contagiar por contacto directo o si inhalamos sus excrementos.

Así, cuando se suben a la mesa de la terraza en la que estamos tomando un café, pueden contagiarnos una enfermedad.

Destrozan el patrimonio arquitectónico

Las ciudades españolas están llenas de edificios muy valiosos,  algunos de ellos con varios siglos a sus espaldas. Algo similar ocurre  con las esculturas, aunque lo cierto es que las palomas no distinguen y  provocan destrozos por todas partes.

El problema son sus heces, las cuales son corrosivas.  Además, como comen vegetales, defecan simientes que brotan en las  fachadas de los edificios, en especial en los más antiguos. Estos tienen  huecos, grietas y humedad, un medio ideal para las plantas.

Se ha calculado que las heces de una sola paloma en un año pesan 15  kilos, así que es fácil hacerse a la idea de la magnitud del problema.

Esto lo conocen muy bien en los campanarios de las iglesias, en donde  la “palomina” (así se llama a los excrementos de la paloma) llega a  acumularse en montones de varios cm y corroer la piedra o hundir  estructuras por lo que pesa.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Les corresponde a los ayuntamientos luchar contra esta plaga, pero lo  cierto es que como ciudadanos podemos contribuir a que las palomas no  se extiendan.

Lo principal es no darles de comer. Es algo muy  común ir al parque a dar de comer a las palomas, pero es un error. Eso  ayuda a que críen más, e incluso está ya prohibido en muchas  localidades.

Es complicado no darles de comer, pues es un animal bien visto y que  simboliza la paz, pero es mejor evitar cebarlas, algo a lo que también  ayuda cerrar los contenedores de la basura o no dejar alimentos tirados  por la calle.

Redacción Getafe Capital