GETAFE/Varios (08/08/2023) – Amianto, fibrocemento o uralita son varios de los nombres con los que se conoce a un compuesto que se ha usado durante décadas en la construcción. Aún lo podemos ver en ciudades como Getafe, en las bajantes de los edificios o en los tejados antiguos.
Con los años, se descubrió que el material era peligroso. De hecho, puede provocar enfermedades pulmonares si se manipula sin cuidado, en especial cuando se corta y las fibras de amianto pasan al aire.
Hasta ahora, a los ayuntamientos no les ha interesado demasiado el problema del amianto, en especial cuando parte de este elemento está en sus instalaciones.
Ahora bien, esto ha cambiado debido a una nueva ley de residuos, que obliga a todos los ayuntamientos a hacer un censo de los edificios en los que aún queda amianto, lo que ya han hecho en Getafe.
Aquí, y solo en los inmuebles que tienen algo que ver con el ayuntamiento, se ha detectado que en 20 de los 170 edificios analizados hay amianto, lo cual nos lleva preguntarnos en cuántas fincas privadas queda este material que es cancerígeno.
Lo mejor, en este caso, es retirar el material de inmediato. Lo normal es que se presente en forma de uralita, por lo que habrá que llamar a la empresa de desamiantado en getafe GDA, la cual se puede encargar de todo.
Es importante que no retiremos la uralita nosotros mismos, ya que además de ser peligroso para nuestra salud y la de nuestros vecinos, las multas son muy elevadas.
Solo una empresa especializada se puede encargar del amianto, pues, aunque a simple vista no lo parezca, en realidad estamos ante un producto muy peligroso.
Por la manera en la que se tiene que quitar el amianto, hablamos de un proceso costoso. Hay que pensar en que se necesita personal especializado, con las protecciones necesarias, furgonetas habilitadas y que luego hay que llevar las uralitas a un vertedero de residuos peligrosos.
Esto puede suponer una factura elevada e inasumible para algunas comunidades de vecinos, de manera que desde el ayuntamiento ya se plantean la posibilidad de dar ayudas en estos casos, haciendo que la retirada sea lo más económica posible.
Si al final se otorgan las ayudas, se evitará la tentación de que sean los propios vecinos los que quiten las uralitas, enterrándolas, metiéndolas en un saco o tirándolas a cualquier parte cuando no los ve nadie, aunque hay que advertir que hay sanciones de varias decenas de miles de euros.
Los ayuntamientos saben que el amianto es peligroso y que está en sus edificios. Sin embargo, hasta ahora han hecho la vista gorda. Esto cambia gracias a una nueva ley, que obliga a los consistorios a hacer un censo de todos los inmuebles de su propiedad, o donde poseen instalaciones, que tienen amianto.