GETAFE/A fin de cuentas (23/02/2023) – Nada es fácil en el feminismo. A las piedras ajenas se unen los palos en las ruedas que nos ponemos entre nosotras. En un movimiento tan amplio hay aristas, matices, momentos críticos que a veces se exacerban para romper el motor. Y el feminismo no puede ni debe ser uniforme. Mal nos iría si la mitad de la población estuviera cortada por el mismo patrón. Se puede y se debe discrepar y eso no desmerece (o no debería) al conjunto. El objetivo debe ser seguir avanzando. No permitirse pasos atrás.
Noto como hay quien se frota las manos cuando salen a la luz las discrepancias que hay a la hora de continuar construyendo derechos, y por eso no voy a entrar en el fondo de leyes necesarias pero controvertidas como la ley del Sí es Sí o la ley Trans. No quiero dar carnaza a los buitres que lo único que quieren es ahondar en la división, por encima de lo que significa crecer como sociedad igualitaria, justa, basada en las mismas oportunidades nazcas donde nazcas, sea cual sea tu condición.
Por eso me removió e ilusionó ver a centenares de chavales en el teatro García Lorca jaleando como si de una estrella pop se tratara a la primera astronauta que tenemos en el país. Sara García se ha convertido en un referente y en el Día Internacional de la Niña y la Ciencia, pudo charlar y responder a las preguntas de jóvenes estudiantes que acudieron a la cita. Se habló de techos de cristal, de referentes, de micromachismos y de retos a los que tanto ella como la alcaldesa Sara Hernández o la ministra Diana Morant se habían enfrentado.
Fue sorprendente ver lo mucho que se ha avanzado en tan poco tiempo, pero también el gran camino que queda por delante. En esta ocasión se hablaba de las carreras STEM, las especialidades de ciencias, que tradicionalmente han estado copadas por hombres. Y la premisa era clara: si se quiere, se puede. Y por eso era importante que se lo dijera una astronauta, que ha roto un nuevo techo: el que le ha dado acceso al espacio. No se puede llegar más alto.
En los ojos de las niñas vi ilusión, admiración, un referente. ¿Nos damos cuenta de lo importante que es? Una chica normal como Sara puede saludarnos en unos meses desde el espacio. Puede que esas niñas se hayan sentido invencibles. Ese es el espíritu que debe inundar el feminismo. En este mes que empieza de la mujer, hay que pelear por las pequeñas y por las grandes cosas. Pero sobre todo, hay que luchar por esas niñas, para que esa ilusión no se borre con las dificultades del día a día, para que podamos ir allanando el camino que les lleve a donde ellas quieran. Sin límites, sin barreras, sin miedo.
Con esa ilusión damos comienzo a este mes de marzo. Y los que quieran carnaza, que se vayan a otro lado.
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