GETAFE/La piedra de Sísifo (30/09/2022) – Va finalizando septiembre y ya tocaba volver a saludar a quienes, por devoción u obligación, se toman un ratito para leer los desvaríos de quien está a este lado del teclado. Arrancamos un ejercicio complicado, como todos, pero con un plus de ruido electoral, local y autonómico primero, y general después; que enturbiará todo, nos obligará a estar ojo avizor ante la marea de mentiras, manipulaciones y mensajes malsanos que se nos vienen encima y la imprescindible revisión mil veces, de cada letra escrita, con el fin de discernir acertadamente y separar el grano, no ya de la paja, sino de los trampantojos venenosos que nos pondrán delante.
Comenzamos con la siempre imprescindible consulta al diccionario de la Real Academia que, una vez huérfanos del abrigo lingüístico de Toni Cantuvo, es el único refugio que nos queda. Se trataba de averiguar el significado del desconocido término AJ y, de nuevo, el diccionario inunda de luz nuestras oscuras vidas: AJ. Achaque, indisposición o molestia. Demoledor.
Porque si de donde no hay, no se puede sacar, no queda otra opción que esperar la fotografía del cartel electoral, con el ínclito AJ mirando con curiosidad el altavoz de un megáfono (referencia viejuna, alusiva a un arcaico sello discográfico de los años 30), donde reconoce ‘La voz de su amo’, un tal Juan Soler, de quien se autodeclaró Heredero. Antiguamente, se elogiaba una figura pública y se decía que, “harían canciones sobre él”, si así fuera, glosarían su existencia con un “AJ, el del breve nombre, y más breves méritos”, resumidos en romper una foto de Luis Bárcenas, quién sabe si fruto de la envidia, y seguir las andanzas del, pronto olvidado, Juan Soler, moviendo alegremente el rabillo a su paso.
¿Qué propuestas le acompañan? El menú clásico, que luego se evapora cuando tienen la oportunidad de gobernar: Aumentar la seguridad (en la gran ciudad más segura de la Comunidad de Madrid), construir plazas de aparcamiento (que explique dónde, porque suelo no hay), promesas etéreas al colectivo de los comerciantes, y no hay más. Es legendario su conflicto con el sistema métrico decimal, que le lleva a vestir siempre ropa dos tallas menores de las que le corresponderían y; obligado a contener permanentemente la respiración, para no soltar una ráfaga de botonazos a su interlocutor de turno; no es extraño que padezca de una disminución preocupante del necesario aporte de oxígeno a las neuronas, lo que explicaría muchas cosas…
Volvemos al cole y lo hacemos con ganas. Este curso que comienza, nos conducirá a un mes de mayo donde evaluaremos a quienes han estado en el estrado y, de la nota que les pongamos en las urnas, dependerá cómo los vaya los siguientes cuatro años. Tengamos los ojos abiertos y los oídos atentos, siempre tratando de ser felices. ¡Arrancamos!