GETAFE/A fin de cuentas (01/07/2022) – El verano es un buen tiempo de reflexión. Un momento para poner en valor lo importante de nuestras vidas, dedicarle minutos a la familia, a los amigos, incluso prestarte un poco de atención a ti misma. Tenemos un poco más de tiempo en estas ajetreadas vidas que llevamos, tenemos sol e incluso vacaciones, aunque sean en la casa del pueblo.
En definitiva, hay espacio para revisar nuestra escala de valores y colocar cada cosa donde importa de verdad. Últimamente pienso mucho en la salud, en los avances que hemos conseguido y lo frágiles que son. Nos hemos acostumbrado a ir al médico cuando estamos mal, a tener un servicio de primera sin tener que abrir la cartera en cada una de las consultas, en cada prueba que nos realizan… creo que no sabemos lo afortunados que somos de tener una sanidad así. Pero lo que no se cuida, corre el riesgo de destruirse, de perderse… Cuando los tiempos de espera para el médico de cabecera (y no digo ya el pediatra) se alargan, cuando pierdes las urgencias más cercanas, cuando los médicos emigran y hay déficit de profesionales… es una alerta a la que debemos atender. Quizá más tarde sea tarde.
Igual que el sistema educativo que nos hemos dado. Si la pública se denigra en pro de una concertada que, no nos engañemos, discrimina y divide a los alumnos en estratos sociales y económicos; si los recursos cambian de bando y con la bandera de la libertad se pierde precisamente la libertad que da estudiar en un centro que de las mismas oportunidades a todos; si cada vez más niños pierden su referencia vecinal porque no tienen plazas en educación infantil o en el instituto y se ven obligados a desplazarse; si cada vez los profesionales están más desmotivados y cargados de burocracia… es otra alarma que se enciende. Quizá más tarde sea tarde.
¿Y qué decir de nuestros mayores? Esa edad a la que (con suerte) todos llegaremos. ¿Queremos aparcarlos? ¿Queremos que mañana otros nos aparquen? ¿Que las residencias sean el negocio de unos pocos mientras no se sabe bien lo que se vive dentro? Si no cuidamos nuestro pasado, la memoria de nuestros mayores que construyeron esta sociedad; si no atendemos a nuestro futuro, que son los más pequeños, su formación, y les dotamos de oportunidades y de valores para construir un entorno saludable, y también medioambientalmente comprometido; si no peleamos por lo que nos hará llegar a viejecitos con calidad de vida, que es nuestra sanidad… de verdad… ¿por qué vamos a luchar?
La economía es importante, claro que sí. Pero la red que nos hará mantenernos cuando una crisis apriete será la pública. Si la dejamos caer, si pensamos que no importa, si valoramos más nuestro individualismo frente al bien común, quizá más tarde sea tarde. En la playa, con un mojito; o en el pueblo, en la silla frente a la casa de la abuela… estas vacaciones son un buen momento para pensarnos y reflexionar sobre el futuro que queremos. Disfruten las vacaciones, y en septiembre nos volvemos a ver.
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