Un optimista es el que cree que todo tiene arreglo. Un pesimista es el que piensa lo mismo, pero sabe que nadie va a intentarlo.
Jaume Perich
GETAFE/Todas las banderas rotas (26/06/2022) – Las elecciones celebradas en Andalucía el día 19 de este mes dan ocasión para hacer una reflexión política profunda, sobre todo a los dirigentes de los partidos políticos. He escuchado a una comentarista política decir, refiriéndose al PSOE, que debería ir al rincón de pensar pero yo ampliaría el consejo a todos los partidos y a la ciudadanía toda.
Lo triste es que los dirigentes políticos no tienen por costumbre hacer eso: reflexionar sobre las verdaderas causas de sus éxitos o sus fracasos; los primeros –los éxitos- se deben exclusivamente a sus propios méritos, de los segundos –los fracasos- son responsables los demás o determinadas circunstancias, es rarísimo encontrar algo de autocrítica.
El PP ha ganado tan ampliamente, con tanta rotundidad, que no cabe esperar de su parte ningún análisis que, sin necesidad de negarse ningún mérito, reconociese que debe su triunfo, en parte, a errores de otros; esto es plenamente comprensible en el contexto de la euforia del éxito, pero no le vendría mal una reflexión sobre las diversas formas de ganar elecciones: Moreno versus Ayuso o Mañueco. Parece que ha iniciado ese camino pero no podemos saber aún si lo recorrerá entero.
¿Qué decir del fracaso total del PSOE? No se ha escuchado a Pedro Sánchez: ¿alguien duda de que, en caso de haber ganado, se le hubiera visto en las televisiones adjudicándose parte del éxito? Sí se ha escuchado a varios dirigentes excusarse en el poco tiempo que han tenido para preparar la campaña electoral lo que, entre otras cosas, ha impedido que su candidato se diera a conocer. Pero lo cierto –por eso digo que son excusas- es que el adelanto solo ha sido de, aproximadamente, tres meses, que hace tiempo que todos sabían que las elecciones andaluzas se iban a adelantar y, lo que es más grave, que, desde que Espadas fue designado candidato y secretario general del PSOE andaluz, este ha dedicado mucho más tiempo y esfuerzos a desmontar la estructura organizativa de Susana Díaz que a ninguna otra cosa. Quizá deberían mirarse en el espejo del SPD alemán que hace unos meses, por sus guerras internas, estuvo al borde de la desaparición y hoy está gobernando en coalición.
No, el PSOE no ha perdido porque la convocatoria le haya pillado de sorpresa ni porque Espadas no haya tenido tiempo de que los votantes le conocieran; ninguna elección se gana en quince días de campaña ni porque se conozca más o menos a un candidato, toda elección debe ganarse (y aún así no es seguro) a lo largo de años de demostrar que cumples las promesas, que respetas tu propio programa y, sobre todo, que no escondes tu propia ideología. El PSOE andaluz, siguiendo los pasos del nacional, se ha ido derechizando a lo largo de años mientras gobernaba la Junta, ha creído que alejaría a la derecha y a la ultraderecha practicando políticas que se asemejaban mucho a las que estas harían, creyendo así que les comerían el terreno, pero ya se sabe que muy pocos elegirán la copia teniendo a mano el original. Sostengo que el PSOE solo volverá a ganar elecciones –sean estas autonómicas o de cualquier otro nivel- si vuelve a sus orígenes, si se muestra como el partido de izquierdas y socialdemócrata que es, si respeta su propio programa (estamos hablando de Andalucía: ¿cuánto votante del PSOE se ha quedado en casa o ha cambiado de papeleta por su política respecto a los migrantes que llegan a sus playas y por el abandono del pueblo saharaui? Y estos son solo dos ejemplos). Si decide ir con seriedad al rincón de pensar –ahora me refiero, también y sobre todo, al PSOE federal- estas cosas y otras debería analizarlas, y quizá rectificar; porque viendo la realidad de forma desapasionada, parece que los que en el pasado votaban en Andalucía al PSOE desde una posición de centro o de izquierda “templada” en esta ocasión han votado PP, y los que lo hacían desde posiciones de izquierda más definida se han abstenido: no cabe echar la culpa a nadie.
VOX, aunque haya obtenido dos escaños más, ha sufrido una derrota que debería también hacerle pensar en su rincón. Quizá compruebe que no basta con enviar a su estrella más brillante, vestirla de faralaes para que repita que vive en ‘Graná’, sino que, además, es necesario un programa que explique lo que están dispuestos a hacer, pero no actuar como en el Parlamento nacional donde votan en contra de todo lo que prometieron. Tampoco vale encomendarse a Dios y a la Virgen que han demostrado que no tienen interés en implicarse en sus asuntos. Después, claro, como todos, echa la culpa a otros, en su caso a los medios de información.
Eso que se llama “la izquierda a la izquierda del PSOE” estaba condenada al fracaso ya desde el nombre: Adelante Andalucía, Por Andalucía… O sea, Frente Popular de Judea y Frente Judaico Popular, lo siento, ya sé que me repito pero no puedo evitar pensar en eso y en el maestro El Roto: “La derecha con la derecha y la izquierda contra la izquierda”. ¿No hubo nadie entre sus dirigentes que les hiciera ver que la lucha era contra la derecha y la ultraderecha y no entre ellos? Deben dejar de empeñarse en hacer el ridículo, la política no se hace hacia dentro, mirándose el ombligo, la política debe estar al servicio de la gente que está harta y no gana nada con las peleas que solo buscan demostrar quién es el gallo del corral. Si Yolanda Díaz va a utilizar estos mimbres para hacer su cesto que se prepare para un resultado similar.
No sé si la tan traída y llevada “unidad de la izquierda” sería lo más conveniente, hay quien lo discute. Lo que me parece evidente es que la controversia elevada a lucha fratricida en público a navajazos dialécticos por la espalda, las acusaciones mutuas que superan con mucho a las propuestas distintas (¿las hay?) no interesan a los votantes, traen como consecuencia el rechazo y la abstención.
Quiero terminar aportando un elemento para la necesaria reflexión de los partidos de izquierda. El mismo día que se celebraron las elecciones en Andalucía también hubo elecciones en Francia; mientras en Andalucía perdió la izquierda, a mi juicio, como ya he dicho, por actuar como si fuera derecha, la ‘Francia Insumisa’ de Jean-Luc Mélenchon ha ganado sin haber renunciado nunca a sus posiciones de izquierda; es verdad que ha pasado años de desierto pero recoge los frutos de la honestidad y la coherencia política.
Ojalá la izquierda española se mirara en ese espejo y actuara en consecuencia; ojalá –desde el PSOE hasta el que piense que está más a la izquierda que nadie- se dedicaran de ahora en adelante a poner en práctica las políticas de izquierda que la gente necesita; ojalá la izquierda se diera cuenta de que los simples votantes apoyarán a quien les demuestre –más con hechos que con palabras- que pone en marcha y desarrolla la política que sirve a los que no tienen poder; ojalá toda la izquierda entendiera la unidad no como un batiburrillo de siglas que se presentan a las elecciones con la misma papeleta, sino como unidad de acción una vez celebradas estas.
Pero cada vez veo más imposible que todo esto ocurra. Quizá es que soy pesimista y no me creo casi ná.