GETAFE/A fin de cuentas (20/04/2022) – Vivimos tiempos de desasosiego, de inquietudes, de crisis que se solapan con desastres y en los que parece que siempre acaban sacando rédito los mismos. Que cuando el momento crítico pasa, los pobres son más pobres y los ricos más ricos. Lo que ha pasado con las mascarillas en Madrid es el ejemplo perfecto de que hay quien siempre sabe pescar cuando el río está revuelto… Y en vez de peces, pescan Rolex. Nos enfrentamos, otra vez, a un momento clave para nuestro futuro. Con una guerra de consecuencias aún por determinar, una inflación desbocada, tratando de poner coto al precio de la energía…
Pero hoy quiero lanzar una mirada positiva por el paso que damos a partir de este miércoles. La mascarilla dejará de ser nuestra compañera indispensable, y ya solo se circunscribirá a algunos ámbitos, que por otra parte, tampoco está mal que se protejan de forma adicional, como centros sanitarios o farmacias. A partir de hoy nos vemos la sonrisa. Aunque el coronavirus aún nos acompaña, que hay que estar vigilantes y que debemos proteger a los más vulnerables, entramos en una nueva etapa llena de esperanza, en la que dejamos atrás uno de los capítulos más oscuros y dramáticos de nuestra historia reciente.
Podemos empezar a pasar página, aunque deberíamos quedarnos con las enseñanzas que nos ha dejado esta pandemia: la defensa de nuestros servicios públicos, de los profesionales que nos cuidan y atienden en momentos tan delicados como la enfermedad. Nuestro estado de bienestar se asienta en ellos y si lo destruimos, habrá poco que salvar.
La Democracia está en juego en la guerra que desde Getafe también sufren las tres ucranianas que hoy nos cuentan su historia. Testimonios de dolor, pero también de valentía y de resistencia. De resiliencia. Ese mismo espíritu nos debe guiar a todos para superar los retos que se nos presentan. Son tiempos difíciles, pero en esos momentos también surge la oportunidad de cambiar las cosas. Hagámoslo con una sonrisa.
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