GETAFE/La piedra de Sísifo (10/03/2022) – Hablemos, sí, otra vez, de Ayuso. Su capacidad para sorprender fue una de sus mayores virtudes pero, claro, cuando la sorpresa se convierte en estupor, el tono pastel de las reacciones va tornando en un anodino pardusco que pocos se detienen a mirar sin experimentar vergüenza ajena.
La última ocurrencia (o Ayusada, que ya anda la RAE tras ese término) es la de sentenciar que, “para qué llamar Almudena Grandes a la Estación Puerta de Atocha, que si querían ponerle nombre de mujer, la Virgen de Atocha yo lo era” y, después, un silencio atronador. En fin…
Pero el calendario manda y, de forma sutil pero implacable, nos hemos adentrado en la Semana de la Mujer, que es el periodo de tiempo en que esa criatura tiene el corazón partío.
¿Es discutible su condición de mujer? Veamos: Experimenta frecuentemente arrebatos reptilianos, pero con fisiología y apariencia femeninas; presenta un comportamiento abyecto, trufado de desprecio al adversario, pero ataviada y maquillada como si de una mujer se tratase; incluso su voz, suena con un timbre, de rasgos agudos, que cualquiera atribuiría a los cromosomas XX. Es decir, morfológicamente puede responder a un arquetipo femenino, aunque sicológicamente está claramente encuadrada en la categoría de “Mal Bicho”, sin signos que puedan atribuirse a un sexo u otro.
Como en cualquier aspecto de la vida, siempre hay alguien que lo supera (en este caso, la maldad) y la Asamblea de Madrid, convertida en un teatrillo donde se representan chuscos sainetes cada semana con la ínclita Ayuso de protagonista, tiene otro personaje investido de vileza químicamente pura, que revolotea por el hemiciclo esparciendo su ponzoña siempre que el tema de que se hable esté relacionado con la Mujer y sus derechos y libertades; se trata de Rocío (porque se posa heladora sobre nosotros) Monasterio (porque en su interior habitan siniestros hábitos), aunque su secreto indisimulado sería convertir su apellido en Ministerio.
Espero y deseo (aunque no confío en ello), que cuando la némesis del respeto y el buen gusto alce su acre voz chillona en el ágora madrileña, Ayuso tenga el día bueno y le responda como merece, es decir, invocando los derechos que la legislación específica y la Constitución en general confieren a las mujeres.
Por cierto, aunque no está directamente relacionado con esto ¿qué mente enferma colocó a la fuerza de ultraderecha que se jacta de su posición diametralmente contraria a varios puntos básicos de nuestro ordenamiento constitucional, en un enajenado Bloque Constitucional, dejando fuera a otras que sí la respetan y obedecen? Misterios de esta “nueva política” a la que, a mi juicio, le falta una palabra: “nueva mala política” debería llamarse.
El mundo se está empeñando en sumergirse en una espiral destructiva incomprensible, demostrando que no se ha molestado en leer siquiera un ligero resumen de la Historia. Esperemos que venga un viento limpio y despeje los nubarrones de humo, sangre y dolor que se ciernen sobre la humanidad.
Mientras tanto, aunque sea difícil, procuremos ser felices…