GETAFE/A fin de cuentas (01/02/2022) – Vivimos en una sociedad ruidosa, en la que hemos puesto en valor el disenso por encima de la buena convivencia. Parece que hemos llegado a la conclusión de que nuestra personalidad se forja en la lucha constante contra el otro. Así lo parecen entender nuestros políticos que a todos los niveles se esfuerzan por marcar distancias con el que tienen al lado. No es sano. Pero es que tampoco es real. Si lo que vemos en parlamentos nacionales, autonómicos y locales fuera una traslación real de lo que pasa en la calle, estaríamos al borde de una guerra civil. Quizá por ese sentido de supervivencia, la brecha entre la política y los ciudadanos es cada día más grande. Pero al menos una vez cada cuatro años, en ese abismo se coloca una urna y los vecinos dan su opinión. Y votan.
Y entre medias, consultoras como GAD 3 que trabaja habitualmente con ABC, preguntan a los ciudadanos lo que piensan. Y algunos se sorprenderán de que el getafense apoye mayoritariamente la gestión del Gobierno de Sara Hernández (más de la mitad confiesa sentirse satisfecho o muy satisfecho, mientras un 20% evita pronunciarse); de que casi un 67% este satisfecho (mucho o bastante) con la situación general del municipio; o de que la izquierda se afiance en el municipio con el liderazgo incuestionable del PSOE, que incluso mejora los resultados respecto a mayo de 2019. En Getafe el PP apenas recogería una parte de lo que deja un extinto Ciudadanos. El tímido crecimiento de Vox y Más Madrid o la ligera caída de de Podemos, que tiende a encogerse al espacio que históricamente mantuvo Izquierda Unida, completan la estampa electoral que prevé la consultora. Getafe sigue siendo de izquierdas.
Buceando entre los datos, no sorprende ver que los más “insatisfechos” con la situación del municipio son los que se encuadran como simpatizantes de Vox. Son pocos, pero hacen mucho ruido. Porque de eso se trata: de que las voces más estridentes ahoguen el día a día, el trabajo de fondo.
Gritos frente a la sensibilidad de Raquel, que desde el Hospital de Getafe lleva dos años viendo pasar la vida y la muerte rodeada por una pandemia que también se llevó a su madre: para ella escribir es su terapia; o los padres de Unai que se enfrentan cada día a una enfermedad catalogada como ‘rara’; o los chicos y chicas de patinaje, que entrenan con la ilusión de seguir mejorando; o una empresa forjada con el esfuerzo de un soñador. Son historias individuales, de esas que no se escuchan cuando el estruendo nos aleja de la realidad. Es el día a día: la vida, más allá del ruido.
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