GETAFE/Reportaje (7/1/2022)- En 2015 el CEIP Jorge Guillén de Getafe quería poner fin a los conflictos sociales existentes en el patio del colegio. “La sesión posterior a los recreos siempre estaba dedicada a los conflictos ocurridos en los patios. Veíamos que hacía falta una intervención e inclusión desde el punto de vista físico y social”, explican Leonor Gallardo, jefa de estudios, y Juan Ruiz, director del centro.
“Nos dimos cuenta que había una necesidad de focalizar qué problema queríamos atajar y contactamos con la Fundación Ana Valdivia”, asegura Ruiz. “Queríamos que el alumnado estuviera presente en todo momento. Nos propusieron valorar todas las necesidades. El claustro y el alumnado hicieron un seminario de formación con sesiones de trabajo donde llevábamos a cabo las pautas que íbamos aprendiendo y lo que íbamos acordando qué podía ser bueno para el centro”, señala la secretaria, Lourdes González.
Desde el primer momento, el centro escolar contó con un equipo de psicólogos para determinar el punto de vista emocional, afectivo y relacional de los alumnos. Según Juan Ruiz, se detectaban “alumnos con distintos roles en el patio, no solo los que se encontraban excluidos, también los que nos podían ayudar de cara a su integración, mientras que desde el punto de vista de la discapacidad motora, se focalizaba en la adaptación de juegos”.
“¿Cómo os gustaría que fuese el tiempo de recreo?”, fue la pregunta detonante para los alumnos de este patio inclusivo que ha involucrado a las familias y al centro en el diseño, la elaboración, el desarrollo y la puesta en marcha del proyecto. Los profesores se encargaron de recoger las propuestas y crear unas zonas diferenciadas para desarrollar las actividades. “Tres en raya, bolos, troncos, caminos de chapas… se trataba de rescatar unos juegos tradicionales adaptados. Buscamos también un ambiente más natural donde se tenga acceso a actividades relacionadas con el medio ambiente o el mindfulness”, cuentan. Uno de los factores más determinantes a tener en cuenta es el acondicionamiento de los espacios de los colegios. Los profesionales del centro señalan que “nuestro patio todavía tiene algunas limitaciones de barreras arquitectónicas. Creo que se debería escuchar más a los que vamos a usar los espacios y se nos debería tener en cuenta en la fase de construcción y readaptación de infraestructuras”.
Los juegos cambian cada año teniendo en cuenta las propuestas y necesidades del alumnado. Desde el CEIP Jorge Guillén aseguran que “es fundamental contar con una oferta amplia, variada y con una organización clara de espacios”. Leonor explica que “para organizar estas zonas se pidió la participación de los escolares para conocer qué juegos querían, cómo llamarían a cada una de las zonas del patio, se hizo un cronograma para que los grupos burbuja -en tiempos de Covid fuesen rotando por todas las actividades a lo largo del mes y se prepararon los materiales y los espacios para hacer juegos tanto activos como pasivos”.
Se trata de una organización que requiere de “un debate del claustro continuo. Nuestro principal objetivo desde el principio era que todo lo que se plantease fuese posible para todos los alumnos. Hemos ido evolucionando a otro modelo en el que, sin dejar de ofrecer alternativas para todos, hemos intentando ampliar el abanico de posibilidades para que cada niño encuentre su espacio. Hay que pensar en mucha oferta, en los que no quieren hacer una actividad y en que no haya actividades invasivas”, confiesa Ruiz.
Gracias a la reorganización del entorno, desde el centro escolar cuenta que han conseguido crear “un patio más tranquilo y alegre, que genera un clima de convivencia y relaciones de mayor calidad. Afecta a la vida del centro en todos los ámbitos, ellos se cuidan los unos a los otros. Lo importante es que cada niño encuentre su sitio y sus compañeros, que se sientan siempre acompañados y contentos”.