GETAFE/A fin de cuentas (17/12/2021) – Venga, que estamos en diciembre. Es hora de hacer la carta a los Reyes Magos, de ennumerar los buenos propósitos para 2022 y llenarnos de buenos sentimientos para reencontrarnos con nuestros seres queridos. Pero de verdad, que hay veces que ponen las cosas muy difíciles.
En el penúltimo Pleno confieso que me enfadé. No porque últimamente preste demasiada atención a esas interminables peroratas de discursos pre-escritos que dejan poco lugar a la oratoria. Ya se han encargado los propios concejales de que sean aburridos hasta la saciedad y abotarguen a la (escasa) audiencia. Pero de ahí a la falta de respeto a los que están y a los que lo ven, va un trecho. Si perdemos las formas, ¿qué nos queda? Si ni siquiera hay respeto, ¿qué lección se puede dar al vecino que está en la calle y que asiste perplejo al descrédito de la política?
Se nos olvida que la POLÍTICA debe ir dirigida a la defensa de la cosa pública, del interés común. Cuando la derecha más reaccionaria que hemos conocido en los últimos años se esfuerza en teatralizar las miserias humanas, es que estamos cayendo muy bajo. Además con un público que les aplaude enfervorizado. Me enfada, pero también me da pena, porque lo enfangan todo.
Esta columna la quería haber dedicado a Almudena Grandes, pero me acaban llevando los demonios con estas actitudes. Seguro que la gran escritora me perdona que haya tenido que dedicar unas líneas a tirar de las orejas a esa derecha a la que tantas veces ellá sacó los colores. En este 2021 que termina, nos hemos quedado un poco huérfanos en Getafe, una localidad que estaba íntimamente unida a la escritora. Cuando conocí su fallecimiento me fui a aquella entrevista que le hice cuando acababa de sacar su libro El corazón helado. No fue mi mejor entrevista, pero ella sí fue una gran entrevistada. Tenemos sus libros para recordarla, tenemos su biblioteca (a ver si algunos toman ejemplo y dejan a un lado el sectarismo) para honrar su memoria y tenemos mil luchas que afrontar que ella no pudo culminar.
2022 debería ir de eso. De mirar al futuro con grandeza, como nos cuenta Sara Hernández en estas páginas, de querer dejar huella con cosas grandes, pero también pequeñas, de apostar por las ideas. Disfrutemos las fiestas, pero luego, aprendamos a luchar por un futuro mejor. Nos lo merecemos.
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