El juego del calamar

GETAFE/A fin de cuentas (Día sí, día también, vemos en las redes sociales con preocupación cómo Corrugados sigue escupiendo al aire partículas que (a falta de mediciones que lo confirmen) no parecen ser muy saludables; eso acompañado de un ruido infernal que está llevando a los vecinos al límite de la paciencia. Escucho las explicaciones y las peticiones de los vecinos; y también los argumentos del Ayuntamiento; y en ocasiones las justificaciones de la empresa. A quien no oigo, y es precisamente uno de los actores fundamentales, es a la Comunidad de Madrid. A veces me parece verles aplaudir desde su privilegiado escaño viendo cómo el resto participan en el juego del calamar.

Entiendo a los vecinos, su sufrimiento, su preocupación. Comprendo la frustración de quien se compró una casa cuando sobre la mesa estaba el compromiso de que esa factoría abandonara ese espacio y que quince años después sigue ahí. No sé si responsabilizar al actual ejecutivo de lo que prometieron y no pudieron cumplir sus antecesores es lo más práctico, o solo sirve para enfangar las relaciones. Me pregunto con cierta ingenuidad: ¿Quién tiene la capacidad de, o bien cerrar la fábrica, o bien hacer cumplir los criterios de la normativa medioambiental que le permite seguir operando? Y quizá me equivoque, pero creo que más allá de imponer sanciones puntuales, excede de la competencia municipal tomar decisiones más duras.

No sé si es posible la convivencia. Ni siquiera cumpliendo con todos los requerimientos que se le hagan Corrugados. No es una industria limpia, que pueda acotar su trabajo, que además aprovecha para incrementar su producción en las horas con los precios de la luz más bajos, justo cuando los vecinos tratan de descansar. Es la tormenta perfecta, en un momento en el que además, hay que mirar especialmente por el medioambiente y la salud. Empatizo con los trabajadores, que pelean por su puesto de trabajo. Pero es imposible seguir manteniendo este pulso donde los que pierden son los vecinos que nada tienen que ganar y todo que perder.

Es hora de poner las cartas sobre la mesa, de que todos los actores se posicionen y remar en la misma dirección para solventar el problema. Creo que es el momento de olvidar viejas rencillas, de mirar al futuro y construirlo juntos. ¿Cuál es la solución? Hay que buscarla entre todos, porque la paciencia tiene un límite. Bien lo saben los vecinos afectados. El 22 de octubre salen a las calles.


 

Raquel González - Directora Getafe Capital