GETAFE/Reportaje (04/06/2021) – Las redes sociales les unieron y decidieron pasar a la acción. Fundaron la Asociación para el Seguimiento de la Biodiversidad en Getafe (AsBio) un proyecto que surge como iniciativa de unos apasionados por la naturaleza y su conservación dentro del municipio. Bajo el lema Conocer para amar, amar para conservar “buscamos hacer ciencia y acercar la naturaleza a la población”, explica Cristian García, su vicepresidente.
Es curioso como un tuit publicado en el perfil del Ayuntamiento puso en contacto a Cristian, estudiante de Biología en la Complutense, con Clara Prieto “nuestra presidenta, naturalista y diseñadora gráfica”. La culpa la tuvo la colocación de césped artificial en algunos puntos de la ciudad “una medida muy negativa para nuestra biodiversidad”.
Como recuerda Mireya Navarro, tesorera de AsBio y bióloga especializada en Espacios Protegidos “durante el confinamiento estábamos maravillados observando cómo multitud de especies reconquistaban la ciudad. Mientras nosotros disfrutábamos con aquello, nos dimos cuenta de que para algunas personas pasaba desapercibido”. Fue entonces cuando supieron que la divulgación iba a ser una de las patas de su proyecto.
“Las ciudades son un ejemplo de biodiversidad. Es verdad que mucho más ornamental que natural, porque durante décadas nos hemos dedicado a echar de las urbes a algunas especies propias del entorno y hemos introducido otras que las han desbancado… Por eso nosotros queremos recuperar la biodiversidad autóctona”, explican. “De momento AsBio parte desde la concienciación y sensibilización de las personas para poner en valor lo que ya tenemos. ¿Por qué es importante que haya variedad arbórea o determinadas especies de aves o insectos? Vamos a saber los porqués, qué beneficios nos traen… porque estamos hablando de servicios que aportan bienestar al ser humano. Descubramos cuánto de importante es la naturaleza”.
Mireya tiene claro que en la planificación de las zonas verdes está la clave. “Las ciudades que gestionan sus parques de forma intensiva, menos agresiva, un ejemplo pueden ser algunas áreas del Parque de la Alhóndiga con zonas de pastos que forman prados de vegetación espontánea y silvestre, favorecen la proliferación de distintas especies. Estas zonas son un foco de atracción, alimentación y refugio. Tal vez no sea necesario desbrozar todo el parque como se ha hecho ya a finales de mayo. Es importante saber diferenciar qué zonas se deben gestionar de manera intensiva (medianas, rotondas, centro de la ciudad) y cuáles no, ya que hay zonas dentro de las urbes que sí se pueden naturalizar”.
La gestión del arbolado es otra de las asignaturas pendientes de las ciudades. “La ciudad está mal planificada. Las aceras son demasiado estrechas para los árboles que se plantaron hace 50 años, sus ramas invaden las viviendas y las calzadas… Lo sabemos. Pero hay épocas que coinciden con los ciclos vitales de las especies en las que se debería evitar podar”, sentencia Mirella. “Gestionar las zonas verdes no es solo plantar árboles y césped. ¿Por qué no poner arbustos y zonas florales? Es necesario otro tipo de vegetación. Se necesitan varias alturas para dar cabida a distintas especies. Queremos diversificar, pero no una pradera enorme de césped solamente: hay que crear distintos estratos… Por ejemplo, las siegas diferenciales del césped permiten que se generen ciclos de vida”.
“La gente no tiene ni idea de la biodiversidad que tenemos aquí, y no hablo solo de Perales del Río y del Parque Regional del Sureste, que es la joya de la corona”, reflexiona Nazaret Ocaña, secretaria de la asociación y también bióloga. “Recientemente han instalado en el Parque de la Alhóndiga un hotel para insectos. Es complicado que funcione si no se elige muy bien su ubicación. Este tipo de instalaciones sí sirven como medida de educación ambiental para explicar que como nosotros no estamos dejando que se completen los ciclos biológicos en las ciudades tenemos que hacer esto. Los hoteles para abejas solitarias sí funcionan mejor”, explican. “Para generar buenos proyectos que tengan un impacto real la financiación es clave. Han puesto distintas zonas una para aves con arbustos que producen frutos, otra con flores para insectos polinizadores…, hay que mantenerlas”.
¿Sabías que el pito real vive en los parques de las ciudades? ¿Podrías identificar su característico canto (“parece una carcajada”) o decir cuál es el color de su plumaje? El pito real es solo un ejemplo de las muchas especies que habitan en nuestras ciudades. Como lo puede ser el autillo,
un gran consumidor de cucarachas que causa rechazo por la intensidad del sonido tan característico que emite durante la noche. Y vamos a por el tercer ave: el cernícalo. “Nos han contado que alguna vez han anidado en maceteros de terrazas de Los Molinos o El Casar”, comparte Cristian. Las mariposas también viven en las ciudades. “La Chupaleches, de tamaño grande a rayas blanca y negra es una habitual en nuestros jardines. Y por decir un mamífero: el murciélago. Un animal que causa mucho rechazo por ser transmisor de enfermedades, no más que los perros y los gatos, y que aporta muchísimos beneficios a nuestro entorno por no hablar de lo bonitos que son: si los observas de cerca se parecen mucho al zorro”. Búscalos por la noche revoloteando alrededor de las farolas. Todos están en Getafe.
El 22 de mayo se celebró el Día Internacional de la Diversidad Biológica. AsBio quiso aprovechar ese día señalado “para poner en relieve la increíble diversidad que hay en Getafe”. Y lo hizo mostrando los resultados que obtuvieron en el Biomaratón Getafe 2021 en el que los getafenses habían sido llamados a registrar distintas especies de su entorno en la App iNaturalist aportando así su granito de arena a la ciencia ciudadana. “No podemos estar más contentos con la acogida”, cuenta Nazaret. “La app que hemos utilizado es muy intuitiva. Haces una fotografía a una planta o animal, la subes y un comité de científicos la evalúa y te ayuda a identificar la especie. Durante el Biomaratón creamos un cajón específico para Getafe. En el proyecto participaron 87 personas y tenemos 517 especies registradas. Y lo mejor es que Getafe está en el top ten de las 31 ciudades españolas que participaron. Somos 9º en número de observaciones, los 5º en diversidad de especies y los 7º en número de observadores”. “Cuando organizamos esta actividad la dirigimos a colegios e institutos. El problema que nos encontramos es que hubo poca respuesta. Llegamos a las ecoescuelas pero nuestro objetivo era ir más allá. Por eso lo abrimos a toda la población y creamos categorías (por barrios y por personas). Fue experiencia muy buena que sin duda repetiremos”.