GETAFE/Varios (26/05/2021) – Si bien es cierto que las auditorías realizan ciertos controles, en realidad un control y una auditoría no son la misma cosa. Jamás deben confundirse, puesto que no se emplean los mismos métodos, ni el mismo personal. Además, sus objetivos son completamente diferentes.
Una auditoría es la evaluación independiente de una organización, sistema, proceso, proyecto o producto. Se realiza una auditoría para verificar el cumplimiento de estándares, patrones, listas de verificación, regulaciones legales, normas o regulaciones internas específicas de la organización (políticas, procedimientos, etc.).
Es la manera de verificar el estado financiero y organizativo de la empresa, valorar sus activos y analizar sus perspectivas de desarrollo. Además, siempre debe ser realizado por profesionales expertos, es decir por una empresa seria, responsable y con una excelente reputación como auditores Madrid.
Las auditorías son independientes y tienen por objetivo asesorar de forma profesional a las empresas contratantes, de tal manera que se consiga mejorar la operativa de la organización y agregarle valor. La auditoría interna emplea un enfoque sistemático y metódico para evaluar y mejorar la eficacia de los distintos procesos internos y del control y gestión de riesgos de la organización.
Una auditoría es un examen mediante el cual el auditor lleva a cabo un proceso que lo único que pretende es recopilar información a través de una verificación, es decir, una comparación del estado real de la organización con el estado requerido o ideal. La auditoría verifica cumplimientos y puede encontrar irregularidades, con el fin de determinar si ha habido desviaciones de la condición deseada y cuál es la magnitud y alcance de los mismos.
Si una organización tiene dificultad para alcanzar sus objetivos, AOB auditores realizará una evaluación integral del sistema, con independencia y objetividad y ofrecerá un informe escrito con las conclusiones a las que ha llegado y una serie de consejos orientados a la superación.
Es un tipo de verificación a la que se debe recurrir cuando hay síntomas de fenómenos indeseables, por lo que se cristaliza después de que se hayan presentado circunstancias especiales que alerten de problemas. Sus actividades se basan en reglamentos adoptados internamente y tiene por objetivo encontrar a la o las personas, culpables de las irregularidades que lo desencadenaron.
Institucionalmente el control tiene algo de auditoría, puesto que debe ser ejecutado por personas especializadas en el tema. También es viable realizar un control funcional, cuya implementación se confía a todos los empleados de una determinada unidad organizativa y está relacionado con el desempeño de sus funciones.
Resulta fundamental que el personal de las empresas sepa que las auditorías no tienen nada que ver con los controles, ya que tienen mecanismos y metas completamente diferentes. Las auditorías ayudan a progresar, a superar barreras y factores negativos y aconsejan a toda la organización, indicando los pasos a seguir para lograr una mayor rentabilidad, lo que acabará por beneficiar a toda la institución.