GETAFE/La piedra de Sísifo (08/03/2021) – Hay cosas que no entiendo, o prefiero no entenderlas; hay acciones que no merecen ser tenidas en cuenta, salvo que quieras caer en la trampa de la polémica artificial; hay tonterías que es mejor ignorar, si no te quieres poner a su altura; pero las toneladas de tinta (real y virtual), los minutos de televisión prime time o de radio, las sesudas opiniones de cuñaos/opinatodo vertidas o vomitadas en tertulias de todo pelaje, la controversia, en suma, que revolotea alrededor de la suspensión de los actos públicos programados en Madrid, en conmemoración del 8M, es falsa, forzada, artificial y le hace el juego, por pura miopía trufada de torpeza, a los neanderthales de la ultraderecha.
Comprendo que cada colectivo organizador de una marcha, concentración o acto se sienta herido o agraviado con la prohibición de su movilización pero, antes de pegarle fuego a la Delegación del Gobierno y al TSJM, deberíamos parar, coger distancia para ver el conjunto con perspectiva, y concluir que la situación sanitaria no está como para permitirse la celebración de más de 100 actos, la mayoría coincidentes en el tiempo y lugares y, por tanto, elevando el riesgo de transmisión del virus. He oído incluso, algún ejemplo de solidaridad, empatía y claridad de ideas, de alguna entidad que clamaba que se celebrase su acto, aunque se suspendieran los demás. ¡Ole, ole y ole!
Luego aparecen las “voces autorizadas”, que denuncian una hipotética criminalización del movimiento feminista que solo ven ellas, que, además, se permiten la osadía de repartir carnés que certifican quién es feminista y quién no, en base a unos criterios, como mínimo, sesgados, dudosos, sectarios y excluyentes que logran lo contrario de lo que pretenden ser, mostrándose nada radicales, en el sentido en que traiciona la raíz del término feminismo y su significado más profundo.
Porque, efectivamente, el feminismo es un sentimiento profundo y transversal que lo impregna todo, que confiere unas características inequívocas a la forma de estar en el mundo, relacionarse con las demás personas de nuestro entorno y reaccionar ante determinados estímulos, ya sean positivos o negativos. El feminismo es una forma de ver la vida y, aunque como es lógico, goza de más partidarias que partidarios, a mi juicio, debe marcar el camino a seguir por la especie humana, con independencia del género de cada miembro.
Afortunadamente, la imaginación no es una virtud que escasee entre el movimiento feminista, el calendario nos brinda 365 oportunidades de visibilizar su causa, nuestra causa, de infinitas maneras que, cuando se venza la maldita pandemia, confluirían en uno o miles de actos multitudinarios que pasen a la historia y marque un antes y un después en el modo de relacionarnos como personas libres e iguales. Hasta entonces, aunque sea una frase escuchada ya muchas veces, hagamos un ejercicio de paciencia militante. Ya habrá momentos de de tomar la calle hasta no quedar un centímetro libre. En cualquier caso ¡¡Vivan los derechos de las mujeres!! ¡¡Viva el 8 de marzo y lo que representa!! ¡¡Por futuro de mujeres y hombres iguales en todos los ámbitos de la vida!!
¡Sé feliz!