Quizá la más profunda de las transiciones es la lenta y reacia, pero inevitable, decadencia del patriarcado y la emergencia de los movimientos feministas.
GETAFE/Tribuna con acento (01/03/2021) – Es una de las corrientes culturales más llenas de vida de nuestro tiempo. Implica el reto de asumir la igualdad y la diversidad. Pero queda mucho camino por andar, a pesar de los principios y leyes que regulan la equidad de hombre y mujer. La realidad nos dice que la asunción de tareas, la doble jornada laboral y doméstica, la desigualdad en los salarios, pensiones y prestaciones sociales… generan en muchas mujeres una sobre-carga de responsabilidad, que provoca agotamiento y repercute en muchos casos en su salud física y psicológica.
En primer lugar, lo que ya sabemos: que las mujeres registran tasas más altas de pobreza relativa, carencia material severa, baja intensidad de empleo y, en general, están en peores condiciones en casi todas las variables relacionadas con el mercado laboral y la asunción de responsabilidad en el hogar.
En el mercado de trabajo: se da una persistente brecha en tasas de actividad que alcanza al 59,48% para las mujeres y el 67,62% para los hombres, es decir, más de 8 puntos de diferencia. Las tasas de temporalidad en el empleo es del 19,79% (según la IV EPA 2020), un 17,67% para los hombres y 21,83% para las mujeres, que representa más de 4 puntos de diferencia. En relación a las cifras de desempleo: el paro registrado en Getafe (enero) alcanza a 12.738 personas, de ellas 7.540 son mujeres que representan el 59,19%, casi diez puntos superior al masculino. Lo mismo acontece en el trabajo a tiempo parcial a menudo no deseado, donde la tasa femenina representa el 73% del total de los contratos.
Mientras el salario medio de los hombres es de 26.738 euros, el de las mujeres fue de 21.011, (2018) es decir, 5.727 euros menos. Ello va de la mano con una importante segregación en ocupaciones de menor remuneración. La brecha en la pensión media del sistema, se sitúa en 1.017,01 euros mensuales. En el caso de los hombres, fue de 1.236,01 euros, mientras que la mensualidad media percibida por mujeres ascendió a 814,82 euros, es decir 422 euros menos. Sin contar las pensiones no contributivas que afectan en su gran mayoría a mujeres con una cuantía de apenas 400 euros mensuales.
Son relevantes también los datos que señala una investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona y CC.OO, especialmente referidos a la salud laboral: El 41% de las mujeres había empeorado su salud. La mitad dice haber dormido mal muchas veces o siempre durante la crisis. Son auxiliares de psiquiatría (56,6%), de enfermería (55,2%) y limpiadoras (52,4%). El incremento de consumo de analgésicos opioides se ha duplicado en gerocultoras, limpiadoras, trabajadoras en tiendas de alimentación, etc
En gran medida las profesiones del cuidado, las más feminizadas y más precarias, han sido quienes han hecho posible en este momento de confinamiento, teletrabajo, cuidado de menores, personas dependientes, que lo básico siguiera funcionando. Han sido las mujeres encargadas, en un alto porcentaje, de realizar las tareas de servicios a la comunidad, limpieza y cuidados sufriendo las peores condiciones laborales.
La pandemia ha dejado en evidencia que las violencias machistas se agudizan con la crisis. Las mujeres y las niñas y niños menores quedan encerradas al estar confinadas con sus mal tratadores. Las estadísticas de carácter general (Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2020) nos dicen que 1 de cada 2 mujeres (57,3%) residentes en España de 16 o más años han sufrido violencia a lo largo de sus vidas por ser mujeres. Las mujeres jóvenes la experimentan en mayor medida: el 71,2% de las mujeres de 16 a 24 años y el 68,3% de las mujeres de 25 a 34 años han sufrido algún tipo de violencia (a lo largo de sus vidas).
Traducido al municipio de Getafe, nos encontramos según el Observatorio Desarrollo Sostenible, señala que se han cometido 58,91 delitos, por cada 100.000 personas, contra la libertad sexual (delitos de agresión sexual con penetración y otros). Las denuncias por violencia de género han alcanzado 108,09 mujeres por cada 10.000 habitantes.
Desde todos los ámbitos se deben promover las condiciones para que mujeres y hombres puedan ejercer plenamente sus derechos, de forma que la brecha entre igualdad formal e igualdad real se reduzca hasta llegar a desaparecer. Una de las lecciones aprendidas más importantes de esta crisis es que el valor de lo público es de rango superior junto con la red comunitaria y de proximidad. Pero acortar la distancia –la brecha de género- es ante todo acción, es praxis, que traspasa el horizonte del sistema vigente y se adentra en un paisaje inédito. Praxis que exige, creatividad, bondad, un nuevo orden de justicia.