GETAFE/La piedra de Sísifo (16/02/2021) – Leo con curiosidad y extrañeza un titular que reza: “Getafe vive desde hoy un Carnaval alternativo”. ¿Alternativo? ¿Eso no significa que se celebra un año sí y otro no? ¡Ah, no! Que eso sería alterno, pero, claro, con el virus este metido hasta el último rincón de la vida, que todo lo trastoca, adivina tú.
Veamos cómo sería un Carnaval en tiempos de COVID. Partimos de la base que, tradicionalmente, el Carnaval tenía el significado de un tiempo de transgresión, previo a la oscuridad de la Cuaresma, donde, hasta la rígida Inquisición levantaba un poco la mano implacable, que asomaba bajo la manga del “brazo secular”, y consentía determinadas conductas fuera de la norma, siempre que solo ofendieran a los hombres, nunca a Dios. Sustituyamos Dios por virus, y tendremos el espíritu detrás del Carnaval Alternativo; podrás realizar cualquier actividad que no suponga riesgo de contagio o transmisión del bicho, es decir, prácticamente nada en el espacio público o contacto social.
El Ayuntamiento, obligado por su condición de institución pública, no puede ni debe traspasar determinadas líneas y circunscribe las celebraciones al mundo virtual, mediante concursos y exposiciones que reflejen la riqueza y originalidad de años anteriores pero, claro, los ciudadanos no estamos tan constreñidos ni obligados a ese respeto institucional y podemos dar algunos pasos en otras direcciones.
Una cosa muy sencillita, incluso podría considerarse ramplona en apariencia, sería diseñar un catálogo de posibles disfraces sobre papel, simulando esos recortables de hace décadas que han caído en desuso, en los que, por ejemplo, hubiese los clásicos ropajes de Obispo, Reyes, Policías, Jueces, Militares, o característicos de distintos oficios o roles sociales, en su variante masculina y femenina; y, a su vez, los rostros y cuerpos en ropa interior de toda la corporación municipal, dirigentes regionales y nacionales de todo pelaje, a todo color, por supuesto, a los que se dotaría de determinados elementos o herramientas de resultado chocante, para entendernos: un Obispo dotado de pico y pala, una Jueza impartiendo justicia ciegamente, una Presidenta Regional despreciando a los poderosos en favor de los desfavorecidos, o un grupo de concejales de ultraderecha, paseando vestidos de mujer que se manifiesta contra el terrorismo machista.
Estas figuras podrían montarse en tamaño gigante y, con extremidades articuladas, pasearse por las calles, en solitaria comitiva, como si de la Santa Compaña del Mundo al Revés se tratase. Aseguro unas audiencias millonarias en foros virtuales y redes sociales.
Si te apetece, por aquello de hacerlo participativo, deja tu sugerencia de disfraz y personaje en el apartado de comentarios. Ojo con enajenarte sin medida que, algo que no se cuenta, es que los “ofendidos” en la impunidad del Carnaval, esperaban a la estricta Cuaresma para ejecutar su cruel venganza y no es cuestión de ponerlo todo perdido de sangre, que luego sale fatal.
Tengo mascarilla de color azul,
la uso por la calle y en el autobús.
Es muy completita, no le falta nada,
tiene sus gomitas y pliegues pa las babas.
Esta mañanita me dijo el doctor,
con una PCR estarás mejor.
No había de narices, me tocó la anal,
del virus estoy bien, del culo fatal.
Tengo mascarilla, no es de esas blindadas
que quitan el aire y no protegen nada.
Con disfraz o sin disfraz, sé feliz