GETAFE/La piedra de Sísifo (30/12/2020) – Partimos de la base de un año 2020 perfectamente prescindible, con toda seguridad habrá habido personas a quien le haya ido bien y sea un periodo para enmarcar pero, no nos engañemos, la gran mayoría ha agotado su bien dotada reserva de improperios sin alcanzar a hacer justicia a unos meses tan infames.
En materia sanitaria, nada que añadir a lo que todos sabemos; un enemigo microscópico con el que nadie contaba, se ha llevado por delante millones de vidas, o ha arruinado la salud, el medio de subsistencia, las relaciones sociales y la estabilidad psicológica de muchos más; ha despertado lo peor de nosotros y revivido oscuros fantasmas que creíamos enterrados.
Pero hay más, a escala local, nacional e internacional se están envalentonando los herederos del fascismo rampante, liderados por analfabetos sociales tan sobrados de tirón popular como de capacidad para apelar a las vísceras de quien les compre sus mensajes de odio.
En el nivel planetario, un personajillo de retorcida catadura destaca sobre los demás, un tal Donald Trump y sus émulos totalitarios repartidos por los continentes habitados. En España, parece mentira que alguien dé crédito a la caterva de vividores, incluso delincuentes, que ha proliferado bajo un paraguas verde, que recuerda el tono de repugnantes mucosidades. Lamentablemente la derecha, en otro tiempo demócrata, zigzaguea dando aliento a los malos y a los indigentes intelectuales que les siguen. Afortunadamente, en Getafe, el nivel protofascistoide es tan limitado, que dan ganas de echarles cacahuetes mientras les vemos hacer sus monerías.
Para avanzar sin daño, o con el menor posible, conviene pensar. Pensar es siempre recomendable, en cualquier circunstancia, pero en estos tiempos convulsos que nos acechan es ya una obligación ineludible. Pensando, sabremos distinguir los mensajes importantes de las patochadas de vendedores de crecepelo, quedarnos con noticias auténticas y desechar las falsas, además de prestar oídos a científicos acreditados que pueden ayudarnos a comprender qué nos está pasando y cómo salir con bien de ello.
Tenemos puestas muchas esperanzas en el cambio de año, como si avanzar una hoja en el calendario tuviera un efecto catártico en todo lo que nos sucede. No lo sabemos con certeza pero es cierto que necesitamos referentes mentales para no terminar en atención psicológica severa.
Es verdad que hay indicios sólidos e ilusionantes depositados en el creciente número de vacunas contra el maldito virus que están ya o estarán en breve a nuestra disposición; porque resolviendo la debacle sanitaria, la economía repuntará a gran velocidad, y no me refiero a las grandes cifras sino a la de verdad, a la que permite comprar comida, ropa o juguetes, la que ayuda a tener un lugar digno donde vivir y, a la vez, estimula el mercado laboral con consecuencias balsámicas para todos.
Por lo demás, esperamos que algún juez encuentre tiempo para investigar costes, beneficiarios, perjudicados y utilidades del Hospital de Hemorroides Isabel Zendal y obre en consecuencia; que otro comience a bucear entre los papeles donde se detallan las tropelías cometidas en la masacre producida en las residencias de mayores durante el arreón inicial de la pandemia y despoje a los responsables de todo lo que las leyes permitan despojar, empezando por su libertad.
Los demás recuperaremos poco a poco nuestras vidas, prodigaremos besos, abrazos y caricias a quienes queremos, y avanzaremos con paso firme, sonriente y decidido en busca de esa felicidad tan huidiza que urge recuperar. No dudes que lo conseguiremos. Feliz 2021.