GETAFE/Varios (11/11/2020) – Cuando todavía no se había logrado levantar cabeza tras una primera y demoledora ola causada por la pandemia y, sin apenas tiempo para un respiro, la segunda ola ha golpeado fuerte en una Europa que poco a poco va tomando duras medidas para contener nuevamente la propagación del letal virus.
Nuevos estados de alarma, toques de queda, así como restricciones de movilidad y sociales han motivado que los bautizados como negacionistas se echen nuevamente a las calles para protestar por unas medidas que limitan sus derechos y libertades sin motivo justificado, poniendo en jaque a las fuerzas y cuerpos de seguridad a lo ancho de todo el planeta y, lo que es peor, exponiéndose al contagio y con ello incrementando la presión hospitalaria.
La pandemia ha sido el foco de todas las miradas desde que a finales de 2019 saltaran las alarmas en una ciudad china hasta entonces desconocida para la amplia mayoría de los mortales. Una pandemia que no tardó en propagarse por todos los continentes y que, por desgracia, han corrido igual o peor suerte.
Con el foco puesto en la covid-19, pocos son los que durante este año han prestado atención a esas cosas a las que solo se da importancia cuando uno se ve obligado a ello. Y es que, no hay nada más efectivo para saber de lo que se está hablando que haberlo padecido en primera persona.
Pocos se han parado a pensarlo, pero desde que la pandemia comenzó ya se ha pasado por todas las estaciones. Ni que decir tiene que cada una de las estaciones tiene sus peculiaridades y, por supuesto, ventajas y desventajas para según qué cosas.
La primavera trae consigo el sol, un sol que conforme se acerca el verano se muestra cada vez más abrasador, pero, además, es la época por excelencia de los insectos y otro tipo de seres vivos que en ocasiones causan plagas que este año han pasado, para aquellos que no las han sufrido, inadvertidas.
“Mientras que en primavera las pulgas, cucarachas, chinches, ratas, roedores y termitas son los que causan fundamentalmente mayores problemas, en otoño la cosa cambia ligeramente, siendo en este caso las palomas, roedores y los chinches los que causan los mayores quebraderos de cabeza a la población” comentan desde Desratizaciones Europa, especialistas en control de plagas con más de cuatro décadas de experiencia en el sector.
En cualquier caso, las plagas no se limitan únicamente al entorno urbano, aunque cabe comentar que cada vez es más común en parques y zonas verdes de la ciudad encontrar procesionaria del pino, una plaga de otoño que parece haber llegado para quedarse.
Las plagas son siempre incómodas, además de resultar peligrosas para la salud, por eso, ante cualquier mínima señal conviene ponerse siempre en manos de profesionales para no tener que lamentarse.