GETAFE/Rincón Psicológico (06/11/2020) – ¿Discutes mucho con tu pareja? ¿Sientes que cada vez estáis más lejos? ¿No os entendéis? La mayoría de las parejas discuten sin que esto signifique una ruptura, pero normalmente las discusiones generan malestar, nos distancian y nos hacen sentir tristeza, rabia o apatía.
Discutir es intercambiar opiniones y por lo tanto es sano, siempre que se haga desde el respeto, pero esto no siempre es así. Hemos aprendido e interiorizado que discutir es algo malo, que cuando alguien se enfada deja de querer al otro. Las discusiones, como ves, están muy relacionadas con la gestión emocional.
¿Qué hacemos cuando hemos discutido y nos sentimos fatal?
No hagas de una parte “el todo”. Una relación de pareja se basa en muchos factores, que haya uno o varios de ellos que generen un conflicto o un desacuerdo no significa que toda la relación vaya mal. Tener diferencias es normal, incluso sano, lo importante es conocer esas diferencias y sobre todo, saber gestionarlas. Olvida los siempre, nunca, todo y nada: “siempre igual”, “todo te parece mal”… Este tipo de frases solo hacen más grande el problema y no ayudan a su solución. En una palabra: Relativizar.
Actúa teniendo en cuenta lo que sientes, pero también lo que piensas. Muchas veces al sentirnos fatal por una discusión vamos enseguida a pedir perdón, a reparar el daño para no seguir con el enfado. “Para que no dejen de querernos”. Este comportamiento infantil está basado únicamente en cómo me siento en el momento. En dejar de sentir dolor, sin pensar, sin reflexionar y por lo tanto sin aprender de lo sucedido. Como adulto, es importante pasar esas emociones por la razón, para entenderlas, para ponerle palabras a lo que nos pasa y poder tomar una decisión, pedir disculpas o explicar lo ocurrido.
Tomate tu tiempo para reflexionar. Entenderte y razonar lo que ha ocurrido en una discusión puede llevar un poco de tiempo, a veces necesitarás un par de horas y otras necesitarás días. Lo importante es que te sientas mejor, por lo que tómate el tiempo que necesites para bajar la intensidad de las emociones y poder razonar con mayor claridad. No te presiones, con el tiempo y la autoconfianza el proceso será más rápido
Repasa los puntos que te han enfadado. Una vez que tengas más calma, sin entrar a valorar quien tiene razón o no. Piensa sobre los motivos que te han enfadado. ¿Cómo te has sentido? ¿Qué es lo que te molesta? Es el momento de pensar en tus emociones, pero aportándoles ese puntito racional.
Empatiza con la otra parte. Una vez que ya has trabajado un poco “tu parte”, sabiendo cómo te sientes, lo que te ha molestado y que piensas al respecto. Trata de entender los argumentos de la otra parte. ¿Qué parte entiendes y cuál no? Recuerda que empatizar significa ponerse en la situación de la otra persona, con sus circunstancias, no con las tuyas.
Cuando te sientas con más tranquilidad es el momento de valorar si quieres hablar de nuevo sobre ello. Cuando sea así, propónselo a tu pareja, pero sin sacar el tema bruscamente, no se trata de “pillar al otro” si no de entenderse. “Me gustaría que habláramos sobre lo que pasó el otro día”, “me gustaría terminar la conversación que tuvimos cuando estemos tranquilos”. El objetivo de esta conversación puede ser tratar de entender algo que no tengamos claro o simplemente expresar como nos hemos sentido.
Evitar las discusiones o determinados temas de conversación en una pareja no es algo positivo, pues genera distancia, desconfianza y deteriora la relación. Los temas “conflictivos” o delicados es necesario trabajarlos. Para ello sé consciente de lo que te incomoda y procura encontrar el ambiente más favorable para hablarlo. Intercambiar opiniones forma parte de conocerse a uno mismo y a la pareja ¿No te parece?
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