GETAFE/Tribuna con acento (14/10/2020) – Intento, en estos días, desechar las bilis que corroen mi cuerpo y exasperan mi existencia. Pretendo poner cordura a los impulsos que me invaden incitándome a una actuación camaleónica no acorde a mi realidad cotidiana.
Trato de dejar a un lado mi toque ideológico personal para que no pueda influir, de forma negativa, en mi comportamiento y relaciones sociales con los demás cuando expreso mi opinión. Pero no lo consigo. No puedo.
La realidad incomprensible, en materia de salud, a la que estamos siendo sometidos las ciudadanas y ciudadanos de esta región por parte de algunos políticos que, además, se vanaglorian de cuidarnos lo mejor posible, no me permite encontrar un estado emocional apropiado para sentirme seguro y esperanzado en esta gestión.
Cuando, encerrados en un clima de decepción general, asistimos despavoridos a la subida de una pandemia, a la que le cuesta abandonarnos, que vuelve a contagiar de forma indiscriminada provocando desgracias y sufrimientos a multitud de personas, lo mínimo que necesitamos es coordinación y confianza entre quienes dicen ser nuestros portavoces en la cosa pública.
Observar como estos determinados dirigentes que, sin haber hecho previamente los deberes que les correspondían, siguen menospreciando el objetivo fundamental como es, entre otros también importantes, el de cuidar la salud de todos los ciudadanos y todas las ciudadanas a quienes representan, votantes o no, produce sinceramente indignación y tristeza como mínimo.
Es difícil asimilar por parte de la mayoría de la población que, con la que está cayendo, los responsables de buscar y encontrar soluciones, de prevenir e invertir más recursos en lo público que, en definitiva, es lo que sostiene una estructura social ecuánime para todas y para todos, se dediquen a divagar por derroteros ajenos a los verdaderos fines que deberían priorizar.
Cuesta trabajo creer que haya algo más importante que el cuidado de la salud, que empieza a estar amenazada. Tener claro este concepto y conseguir salir victoriosos del enemigo viral que nos acosa, nos va a permitir casi con toda seguridad, y con la voluntad y consenso de cuantos actores intervienen en la obra, superar todos o casi todos los problemas que esta situación inesperada está provocando en nuestra sociedad.
Probablemente, si por negligencias evitables, de unos y de otros, por intereses partidistas o por no estar a la altura que corresponde, las autoridades que nos gobiernan no quieren, o no llegan a encontrar el verdadero camino por el que debemos andar, el final, puede correr el riesgo de ser más lamentable de lo que todos y todas hubiésemos deseado.