GETAFE/A fin de cuentas (01/10/2020) – Este debería ser un editorial en el que contara y celebrara que GETAFE CAPITAL cumple su número 300 en la calle. Todo un récord y un orgullo para alguien como yo que ha estado en todas y cada una de sus ediciones. Debía ser un momento para recuperar aquellos premios que tantas anécdotas provocaron y a tanta gente y tan diversa reunían… pero no. No es el mejor momento para celebraciones. Hoy solo hay una palabra que resume lo que siento: MIEDO. Repaso el último artículo que escribí antes del verano en el que me preguntaba si habíamos aprendido algo. Hoy tristemente me respondo: NO. De esta, cuando salgamos, vamos a salir peor. Más pobres, menos solidarios, más enfadados… y con muchas ausencias. Tengo miedo, lo confieso. Porque esta segunda ola del coronavirus viene a engullirnos arrolladora como un tsunami. Y no hemos sabido prepararnos: hemos perdido un valioso tiempo que ganamos a fuerza de encerrarnos en nuestras casas y de renunciar a casi todo. Y que puede no servir para nada.
La Comunidad de Madrid parece dirigida por un conductor kamikaze, que ha entrado en un carril en dirección contraria convencido de que los equivocados son el resto que van en el otro sentido. Confieso que soy adicta a las cifras.Que repaso una y mil veces los datos de incidencia del coronavirus. Veo con estupefacción cómo manipulan los números, cómo nos dicen justo lo contrario de lo que gritan las estadísticas. Y en base a esas conclusiones toman decisiones que nos pueden costar la vida. Están jugando con nuestra salud, con nuestra integridad, con nuestro futuro, incluso con nuestra economía, esa que dicen proteger por encima de la salud. Tiemblo ante las “soluciones creativas” de Ayuso.
El coronavirus lo absorbe todo. Pero solo hace falta detenerse un momento y escuchar para empezar a asustarse. A nuestro alrededor, entre casos de corrupción, los de siempre se atrincheran en la justicia, contraviniendo la ley pero paradójicamente convirtiéndose en garantes de la ley. Y lo permitimos. El mundo se radicaliza, las democracias están en su momento más bajo, asediadas por el populismo de tuit, que envenena conciencias, que arrastra voluntades, que vacía cabezas. Si la crisis que está por venir la manejan los de siempre (esos grandes gestores que lo único que hacen es llenar los bolsillos de los suyos con nuestro beneplácito), tendremos que contener la respiración y prepararnos para lo peor.
Y el planeta nos sigue avisando. El coronavirus es lo urgente; el cambio climático es lo importante. Nuestro modo de vida está amenazado. No por políticos sin escrúpulos, que también, sino por lo que estamos haciendo con los recursos limitados que tenemos. Un día, no muy lejano, será tarde. Y lo siento, pero tengo miedo.
Hipólito Timoneda
2 octubre, 2020 at 14:01
Pues nada…..En las próximas elecciones ya sabéis lo que hay que hacer.
A LA MIERDA¡¡¡¡¡