Madridcomio

GETAFE/La piedra de Sísifo (13/10/2020) – No comprendo a las personas (pocas) de fuera de Madrid, que culpan a los madrileños de todos los males del mundo, como si no se cocieran habas en todas partes; ni entiendo a los madrileños (pocos) que hablan pestes de los de “provincias”, que los llaman, o se jactan de su condición (no de la de tontos con ínfulas, sino de vivir aquí). Los unos y los otros me parecen especímenes ejemplares de un aldeanismo propio de la Edad Media, no del S XXI y, afortunadamente, ambos son grupos sociales en proceso de extinción. Ahora bien, he de reconocer que determinadas conductas vienen condicionadas por la actitud de sus dirigentes que, en más ocasiones de las recomendables, tienen la dudosa costumbre de apagar el fuego con gasolina.

Quería tratar de evitar hablar de la presidenta de Madrid, la plurinombrada a la vez que innombrable, Isabel Díaz Ayuso, por aquello de salir del monotema, pero es que lo va pidiendo a voces, con ese descaro embustero con que nos trata, actuando como si fuéramos críos de preescolar, contándonos que viene el coco Sánchez si hacemos cosas que no le gustan, o, tras arrancarnos los dientes, prometernos el advenimiento del Ratoncito Casado que nos dejará una moneda bajo la almohada. Definitivamente, nos toma por imbéciles.

Para justificar lo injustificable de su actitud, no se le ocurre otra cosa que afirmar que Nueva York está en peores condiciones epidemiológicas que Madrid y, ni aún así, se les confina. MEN-TI-RA.

Partamos de la base, usada por los organismos internacionales, de denominar epidemia o pandemia a cualquier enfermedad cuya difusión sea de 50 casos por 100.000 habitantes. En otros países y ciudades europeas se están adoptando medidas más duras que en Madrid en cuanto se transmite por encima de esa cifra o, como mucho 100; pero es que en Nueva York, están en 75 casos por 100.000 y cierran bares, restaurantes, colegios y barrios enteros, mayores que cualquiera de nuestras ciudades, para coger el toro por los cuernos y parar en seco la transmisión. Madrid ha estado ¡por encima de 700! y están sacando pecho porque, teóricamente, ha bajado a 500 ¡A 500! Estamos locos o qué.

Cada vez más expertos, de los de verdad, no podólogos y esteticistas metidos a opinadores de a tanto la palabra; cada vez más expertos, decía, sospechan que, contraviniendo la ciencia, la lógica y las estrategias comúnmente adoptadas, Díaz Ayuso y su mariachi de aduladores de pago, han decidido hacer lo que Bolsonaro en Brasil; es decir, con un desprecio absoluto por la vida y la salud de sus ciudadanos, dejar que la gente se contagie sin hacer absolutamente nada (el famoso 1% del que habló ella), que mueran los que tengan que morir que, al fin y al cabo, son personas mayores y vulnerables y, en un cruce desnortado de conceptos propios del nazismo y Darwin, dejar que sobrevivan los más fuertes que, debidamente autoinmunizados, han alcanzado la denominada Inmunidad de Rebaño (de ovejas, añado yo), con un daño mínimo para la economía (cree ella).

Adaptando un famoso aforismo de Derek Bok (presidente de la Universidad de Harvard, de la de verdad), que decía: “Si piensas que la educación es cara, prueba con la ignorancia…”, podríamos dedicar al equipo de protodelincuentes que asesora a Ayuso un “si crees que la salud es mala para la economía, prueba con la enfermedad…”, porque de otro modo no se explican las constantes demoras y evasivas para seguir los consejos científicos: “Vamos a hacer 5 millones de test PCR” (o serológicos, me da igual), ha hecho 5.500; “Vamos a contratar 800 rastreadores”, dijo en mayo, estamos a mediados de octubre y en plena segunda ola, y no hay más de 400, contando los militares que ha puesto el Ministerio de Defensa; “Reforzaremos la atención primaria porque es el primer baluarte para luchar contra el virus”, no ha contratado los profesionales prometidos, los ambulatorios están en atención telefónica y cada día se montan colas monstruosas a sus puertas de personas necesitadas de atención; “No se puede repetir la situación (masacre, digo yo) de las residencias de mayores, las medicaremos”, cero actuaciones, ninguna, todo está igual; o, ya de traca, “no tenemos recursos”, 1.500 millones de euros le ha provisto el Gobierno central, que no es moco de pavo.

Gusto de viajar por España siempre que tengo oportunidad y me encanta sus tesoros paisajísticos, artísticos y, sobre todo, el trato de sus gentes, en cualquier lugar que haya visitado. Ni los madrileños somos un peligro, ni los de fuera (que están en su casa, no lo olvidemos) nos tratan mal, al contrario, nos queremos y los demostramos.

En fin, a pesar de los personajes de opereta que hay en la Puerta del Sol (por cierto ¿Aguado es apellido o condición?), tratemos de ser felices, pronto lo podremos compartir con los demás.