GETAFE/La piedra de Sísifo (22/09/2020) – La decisión de confinar las áreas sanitarias básicas de Margaritas y Sánchez Morate supone un agravio, otro más, a la población de los barrios afectados. Casualmente (¿casualmente?) se trata de personas de extracción humilde, con trabajos, quien trabaja, en los sectores de hostelería, construcción o servicio doméstico y que respeta escrupulosamente las instrucciones recibidas en materia de seguridad con un uso generalizado de las mascarillas y guardando pacientemente la distancia de seguridad en las interminables colas que se forman sobre todo en las farmacias, aunque con la disminución de aforo también en otros establecimientos.
Le pregunté a una señora que esperaba en la cola de la panadería y, con mezcla de obligada paciencia y lógico cabreo, respondió que en el barrio no se contagia nadie, que hay mucha gente mayor que tiene muchísimo cuidado por motivos obvios y, los más jóvenes que están en edad de trabajar, se han ido contagiando en el abarrotado transporte público (lo de aumentar las frecuencias del cercanías, el metro y los autobuses no se les ha debido ocurrir) o en sus respectivos trabajos, donde les penaliza la toma de precauciones sanitarias, pero en el barrio, no. Acabó la señora su explicación/queja, afirmando que llueve sobre mojado, que siempre se ceban con los mismos y cerró con un resignado “qué es una raya más para un tigre…”.
Basta fijarse en los ojos de la gente que camina por las aceras, para percibir un híbrido de dignidad, orgullo e indignación por ser las víctimas de las infamias perpetradas por el bobierno de la Comunidad de Madrid, su dejadez a la hora de tomar medidas drásticas y eficaces, su constante desviar la culpabilidad hacia otros (da igual quién: Gobierno central, inmigrantes, jóvenes irresponsables, profesionales sanitarios o educativos, etc.) y no asumir como propia ninguna responsabilidad; se trata de esa clase de políticos que fomenta la desafección de la gente hacia cualquier cargo público, por esa costumbre tan inútil, aunque muy practicada, de buscar culpables en vez de buscar soluciones. Se trata de, como el bobierno regional en pleno, personas indignas de estar en los puestos que ocupan y si, en vez de buscar la sopa boba, tuvieran un mínimo de vergüenza, habrían dimitido dejando que ocuparan el cargo personas más eficientes que se preocupen por sus administrados, en vez de desviar recursos públicos ingentes a empresas privadas gestionadas por amiguetes, que es lo único que hacen.
Un viejo dicho reza que, no hay una acción más tonta, que intentar cruzar un precipicio de dos saltos. Pues nuestra ínclita presidenta IDA (Isabel Díaz Ayuso), más chula que nadie, ha dicho que ella lo hará de tres saltos (espero que no sobre nuestras cabezas).
Sed felices, que no es incompatible con ser reivindicativos.