GETAFE/La piedra de Sísifo (08/09/2020) – Es posible que se trate de ensañamiento, no lo discuto, pero lo de nuestra presidenta IDA (no pienses mal –o bien- lo de IDA no es más que la suma de sus iniciales, Isabel Díaz Ayuso), en esta torturada durante tantos años, Comunidad de Madrid, es un comportamiento que no comprenden ni su frustrada legión de sicólogos. Todo el mundo va contra ella, es más, tiene un amigo imaginario y lo tiene bajo sospecha de conspirar contra su persona; ¿El Gobierno de España? La ataca. ¿Los madrileños? La miran mal. ¿Su familia? Se gasta el dinero que le avaló la Comunidad de Madrid sin devolverlo para que ella quede mal; dentro de su gabinete, los días que hay Consejo de Gobierno, todos van con chaleco antibalas por lo que pueda pasar. Mientras tanto, su tan cacareada gestión, ejemplo para el orbe y mortificación de la izquierda, ni está ni se la espera.
Quizá sea una nueva versión de ensañamiento, pero el descaro, desahogo y suficiencia con los que miente a diario, sobre cualquier asunto y en toda circunstancia, están al alcance de solo unos pocos cerebros escogidos. Que en la famosa “desescalada” hay que avanzar de fase, no hay problema, se promete la contratación de cientos de rastreadores que, cuatro meses después, no han aparecido. Que desde el ministerio se les recuerda que deben contratarles, se repite la promesa, corregida y aumentada y, después, si te he visto no me acuerdo. Que se establece la Atención Primaria como principal parachoques de la ola de contagios, vale, se cierran los centros de salud y aquí no ha pasado nada. Que hay que realizar cientos de miles de test a todo el mundo, no hay problema, se privatiza esa operación para que luego, la empresa adjudicataria (por métodos de dudosa transparencia) derive esos test a la Sanidad Pública, mientras IDA se parte de risa por los rincones de su despacho de la Puerta del Sol.
Es un ensañamiento en toda regla cuando desde el Gobierno se le ha dotado de miles de millones de euros para reforzar la Sanidad y la Educación públicas y ella, aún no sabemos cuánto ni cómo, lo reparte con sus empresas de confianza de la salud y educación privadas pero, para asombro general, no solo no llega nada a pie de profesional sanitario o docente, sino que ella sale quejándose amargamente hasta en radio-taxi del abandono a que le someten.
Y la gente es buena, por naturaleza está dotada de una estupenda capacidad para empatizar y perdonar todas las tropelías de IDA y sus mariachis, pero yo no me creo que ella no supiera que el colegio que visitó la semana pasada en El Bercial, acompañada de la alcaldesa, es un colegio público y su mención a él en un programa de televisión, como centro concertado, no es otra cosa que un refuerzo de su estrategia para ir minando la Educación Pública, igual que hace con la Sanidad, e implantar un sistema donde prime lo privado, pagado con nuestro dinero, que irá a parar a la caja de sus empresas de confianza.
A ver, IDA, haz un esfuerzo y repite conmigo: el colegio que visité en el Bercial no es concertado, es público, PÚ-BLI-CO.
A pesar de IDAs y bichos microscópicos, sed felices, por favor.