GETAFE/Entrevista (21/06/2020) – Algo se rompió en el corazón de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Getafe, incluso antes de que el estado de alarma nos encerrase en nuestras casas. Aún no habíamos sido capaces de medir su dimensión cuando el coronavirus se llevó por delante a un histórico del movimiento vecinal en La Alhóndiga: José Luis Domínguez, secretario de la Federación y “un apoyo incansable en nuestro trabajo: siempre estaba ahí. Era casi como un padre para mí: una gran persona”. Era el 11 de marzo. Tres meses después Mari Luz Martínez, presidenta de la Federación, sigue asustada, pero incansable. Los vecinos necesitan ayuda. Y ahí están de nuevo las asociaciones de vecinos para prestarla.
La solidaridad está ahí. Siempre ha estado. “Sabemos las necesidades desde el primer minuto”, asegura Mari Luz. Y se pusieron a disposición del Ayuntamiento y de la Delegación de Bienestar Social, con quienes colaboran asiduamente. “Sabíamos que constituirnos en Banco de Alimentos era difícil, pero sí teníamos el local en pleno centro que podía servir de punto de recogida”. Y se pusieron en marcha. En una semana han recogido casi 700 kilos de alimentos que distribuyen entre las 8 parroquias del municipio. “Lo que más nos duele es cuando la gente viene a pedir y tienes que darles el teléfono de Bienestar Social, que sabes que les van a ayudar, pero es muy duro”. Hay momentos en los que es imposible no sucumbir. “Mientras estábamos repartido los lotes un hombre se me acercó para pedirme un poco de leche para que su hija desayunara. ¿Cómo le iba a decir que no? Se llevó leche, galletas, lo que pudimos darle…”.
El perfil de los que se acercan a recoger alimentos se ha multiplicado: “Hay inmigrantes, gente sin papeles, pero también personas que nunca habían pedido antes: si antes había 150 familias, ahora son más de 300; si antes las parroquias repartían alimentos uno o dos días a la semana, ahora son cuatro”. De momento la recogida sigue adelante, mientras sea necesario. “Getafe es una ciudad solidaria”. Y ejemplos se ha encontrado Mari Luz en este tiempo. “Uno de los que se anunciaba en el programa de fiestas del Sector III me llamó para decirme que ya que no se iban a celebrar quería hacer una compra o donar el dinero que se iba a gastar en esa publicidad para alimentos”. Es uno de muchos ejemplos de gente que se ha esforzado por hacer una compra, llevar alimentos para bebés (de lo más demandado) o colaborar con lo que fuera.
La vulnerabilidad de los mayores ha sido la mayor preocupación de Mari Luz en esta pandemia. “Los protocolos que ha habido han sido nefastos”. No se resigna a que las decisiones puedan ser unilaterales. “Habría que hacer un consejo de mayores en las residencias, donde puedan estar las familias, la dirección, los empleados… estoy segura de que se podría incluir entre las condiciones de adjudicación de las empresas”. La situación vivida no se puede repetir. “Lo que ha pasado ha sido tan duro… No se puede dejar abandonados a los mayores. Nuestros afiliados están agobiados, los bomberos se han encontrado a gente muerta sola en su casa… ¿de verdad no se puede hacer nada?”. Cuando se salga de esta crisis habrá secuelas. “Estoy tratando de que vengan psicólogos voluntarios para ayudar en esta salida, que va a ser muy difícil. Todos tenemos miedo. Hay sensaciones de angustia, de ansiedad, duelos que no se han podido pasar…”. Mari Luz sigue buscando alternativas para ayudar a sus vecinos.
Cuando a Mari Luz la despidieron de su trabajo hará ocho años, “pensé que no podía estar en casa, que algo tenía que hacer”. Ahí es cuando entró a colaborar en la Asociación de Vecinos del Sector III (entonces Juan Carlos I). Y una cosa llevó a la otra. Ya representaba a la Federación en los consejos. «Estamos en todos, en cualquier movimiento vecinal reivindicativo: Corrugados, fondos buitre, gasolineras, Río Manzanares…”. Hace dos años dimitió el anterior presidente de la Federación, Eugenio Rodríguez, y Mari Luz tomó el relevo. “Lo malo es que todos somos bastante mayores. Los jóvenes se mueven mucho, pero en otros entornos, en las redes sociales, por ejemplo”. Tienen pendiente una reinvención del movimiento.
La Federación actualmente engloba a 8 asociaciones de vecinos y trabajan para dar los servicios que más les demandan los ciudadanos. Gestionan desde hace dos años el Teléfono del Vecino. “Por aquí pasan decenas de personas con las dudas más variopintas: desde dónde está alguna Delegación del Ayuntamiento a dónde pueden entregar papeles. Los jóvenes lo buscan en internet, pero para los mayores es más difícil”.
Una de sus actividades más demandadas es la Pequeteca, en la que acogen por horas a niños desde 18 meses hasta 3 años “para facilitarles a las madres en la medida de lo posible la conciliación o la búsqueda de empleo”. Es una actividad, como todas las que hacen sin ánimo de lucro y apenas cobran 170 euros/mes para cubrir los gastos de las cuidadoras. También cuentan con una abogada que resuelve dudas de los asociados o actividades como yoga o refuerzo escolar para niños. “También tenemos una clase de dibujo de cómics”, que tiene bastante aceptación. “Nuestro problema es que tampoco podemos pagar sueldos a profesionales y tenemos que contar con voluntarios para poder hacer las actividades”. Su objetivo es “cubrir la oferta que no se da en otros centros. Proyectos tengo muchos en mente. Me gustaría poder hacer cosas con el centro de mayores Ricardo de la Vega, que lo tenemos enfrente”. Todo se andará.