GETAFE/A fin de cuentas (18/06/2020) – Comenzamos a volver a esta nueva normalidad nada normal. Se culmina la desescalada y todos recuperamos poco a poco nuestros hábitos, nuestras costumbres, volvemos al trabajo, a ver a los amigos y la familia, a tomarnos una caña en una terraza, incluso a preparar las vacaciones… Parece que ha pasado una eternidad desde que, aún en invierno nos encerramos en casa: volvemos a las calles en verano. Hemos perdido una primavera completa. ¿Y hemos aprendido algo? ¿Ha quedado algún poso de esta dura batalla que hemos librado?
Porque parece que quedan muy lejos aquellos días en los que a las 8 de la tarde todos acudimos puntualmente a nuestro balcón o ventana a aplaudir a aquellos que nos estaban salvando en los hospitales. Nos lo dijeron entonces: necesitamos más recursos; los aplausos están muy bien, pero hacen falta EPI y personal. Hoy están muy solos cada vez que salen a la calle a reivindicar contratos dignos, que se apueste en definitiva por la sanidad pública. ¿Estamos mirando para otro lado? ¿Pretendemos que vuelvan a partirse la cara por nosotros cuando ahora se están encontrando tan solos?
Nos estamos echando las manos a la cabeza con los protocolos remitidos a las residencias de mayores, que han condenado a miles a morir solos, abandonados, sin su familia… Pero durante años hemos sabido que eran fondos buitre los que gestionaban muchos de los centros, y en cualquier caso empresas cuyo fin era lucrarse. Pero era más fácil cerrar los ojos; nuestros mayores, siempre tan sufridos, asumieron y aceptaron algunas situaciones al límite. Hoy nos escandalizamos, pero ¿vamos a hacer algo? ¿O cuando la actualidad nos dé otro titular volveremos a pasar página y mirar para otro lado?
Queremos mejores servicios públicos, pero también queremos que nos bajen impuestos. Y las cuentas no salen. Un ciudadano norteamericano ha recibido una factura de más de 1 millón de euros por los dos meses ingresado en la UCI por coronavirus. Sirva como advertencia para los que abogan por el modelo neoliberal. ¿De qué lado te vas a poner?
Vamos adentrándonos en esta normalidad en la que miramos hacia adelante, quemando etapas, fases… Pero me recorre un escalofrío por la espalda al pensar que olvidamos demasiado rápido, que estamos tan ansiosos por creer que esto no ha pasado, que corremos el riesgo de volver a tropezar en la misma piedra. ¿Qué estamos dispuestos a hacer para evitarlo? ¡¿Qué hemos aprendido?!