GETAFE/Palabra de concejal (22/06/2020) – De todo lo que hemos vivido estos meses, permítanme quedarme con dos grandes lecciones. Por un lado, la que nos han dado los trabajadores y trabajadoras sanitarias, encabezando una larga lista de profesionales de diferentes ámbitos que han luchado de frente contra la pandemia y sus consecuencias. Contra la dificultad de enfrentar algo nunca visto antes, han conseguido ganar las batallas más importantes en esta guerra que no ha terminado.
Y por otro lado, la que nos han regalado los vecinos y vecinas de Getafe, con sus actos espontáneos y su solidaridad. Organizados en grupos o de forma individual, donando alimentos o productos de higiene, creando equipos de protección desde la nada. La ciudad se ha enfrentado al confinamiento con la sonrisa y la ilusión de ayudar a los profesionales y a los pacientes.
Ahora que finaliza el Estado de Alarma y echamos la vista atrás, sabemos que nada será como antes. Nuestro recuerdo inmediato se dirige a los que no han podido superar el virus y a sus familias. El dolor de su pérdida no se puede remplazar con nada, si acaso trasladarlo a cada uno de los puntos de acción para que en nuestro futuro más próximo seamos más eficaces en esta lucha.
Creo honestamente que Getafe ha sabido estar a la altura, pero esto no acaba aquí. Ahora más que nunca la responsabilidad pasa a las manos y a la cabeza de cada getafense, que no solo tiene que velar por su salud, sino por la de toda la ciudad. Nos llevará tiempo acostumbrarnos a la nueva normalidad, pero ignorarla sería un error que no nos podemos permitir.
Según avanzamos en las fases, pareciera que el compromiso que habíamos adquirido se fue desvaneciendo poco a poco. Nos fuimos entregando a los paseos y a los reencuentros con amigos o familiares y cada día había menos ventanas abiertas a las ocho de la tarde. Los aplausos se han ido apagando sin saber muy bien cuál era la mejor forma de hacerlo.
A pesar de ello, me gustaría creer que todas y todos vamos a conservar su significado para el resto de nuestras vidas. Porque nunca un aplauso escondió más agradecimiento al trabajo de nuestros iguales, porque allí estábamos todos y todas, sonriendo desde la intimidad de nuestras casas con el anhelo de fundirnos en un abrazo que en ese momento era imposible.
Nadie nos preguntó nuestra edad o el color del pelo, no era necesario estar en forma o haber nacido en un lugar concreto, no importaba con quién nos acostábamos o si teníamos estudios superiores, simplemente era una ciudad gritando con sus manos todo lo que escondía en su garganta.
Mi último aplauso es para ti, por no rendirte nunca, por aportar tu granito de arena, por luchar para que Getafe siga siendo la mejor casa en la que vivir y soñar.
Hipólito Timoneda
22 junio, 2020 at 10:46
Hipocresía y es lo quemucho de Fariseo. La foto y otro capítulo donde alardear.
RESPETO es lo que precisan los profesionales de la SANIDAD PUBLICA.
Repito;
PROFESIONALES DE LA SANIDAD PUBLICA