GETAFE/Rincón Psicológico (12/05/2020) – Una vez iniciada la desescalada, poco a poco iremos volviendo a nuestra rutina, y es normal que necesitemos una adaptación progresiva. Los niños no son una excepción, también van a pasar por esta difícil fase de adaptación donde los padres tenemos mucho trabajo para ayudarles a gestionarlo. Es importante que no nos fijemos solo en el comportamiento de los niños, sino también en sus emociones.
Para ello es crucial que hablemos con nuestros hijos y les preguntemos por sus emociones y necesidades, debemos escuchar y observar para poder ayudarles a gestionarlo. Es importante no quitar valor a lo que están sintiendo, debemos validar su sentimientos, acompañándole y ayudándole a entender porque le preocupa y a superarlo.
Durante las primeras fases del proceso es normal que los niños puedan sentir miedo, ansiedad al separarse de los adultos o al salir del domicilio familiar o pueden encontrarse más irritables y nerviosos. Todos estos comportamientos entran dentro de la normalidad en una situación como la actual, pero si se consolidan y mantienen en el tiempo, afectando a su desarrollo y bienestar, debemos asesorarnos para ayudarles.
La actividad física es necesaria para un correcto desarrollo infantil por ello tendremos que trabajar con los menores para conseguir que vayan adaptándose a la nueva situación.
Debemos llegar a acuerdos con los niños sin forzarles a salir, ya que si actuamos imponiendo las salidas esto puede aumentar su miedo y ansiedad a salir del domicilio. Es importante que estos acuerdos establezcan objetivos asumibles y progresivos, del mismo modo es vital reforzar positivamente la conducta del menor cuando cumpla los objetivos para poder avanzar.
Al regresar de nuestro paseo debemos mantener una conversación con ellos hablando de cómo se han encontrado, de lo bien que lo han pasado, dando valor al “privilegio” de poder volver a salir de casa para realizar actividades en el exterior.
Una vez hayamos conseguido que acepten salir a la calle a jugar, correr, saltar, montar en bici y demás actividades, podemos caer en el error de pensar que con esas acciones durante un par de horas diarias es suficiente para rebajar su estrés y mitigar algunas de sus emociones.
Por supuesto la actividad física libera tensiones, les ayuda a controlar sus impulsos y emociones. También reducirá su impulsividad e irritabilidad. Pero dos horas al día no son suficiente para centrar todas sus actividades saludables solo en ese momento.
Debemos entender que, pese a poder realizar actividades en el exterior, los niños tienen la necesidad de estar activos la mayor parte del día. Hay que valorar que han pasado de una situación donde iban al colegio, a actividades extraescolares, realizaban deportes, deberes, academias, etc., a estar en casa sin salir durante casi dos meses y posteriormente poder salir unas cuantas horas al día. No podemos quedarnos satisfechos únicamente con estas salidas, en casa tenemos que dedicar tiempo a realizar actividades conjuntas con ellos, que les ayuden a ejercitar también su mente y aumenten la cohesión familiar.
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Juan José Moreno Arias, psicólogo experto en infancia y adolescencia. Colaborador del equipo CS Psicología