GETAFE/La piedra de Sísifo (05/03/2020) – La deriva que está tomando el sector más miserable, rastrero, odioso, vomitivo, repugnante, vil, abyecto, descerebrado, indigno, ruin, despreciable y perverso de la sociedad, con respecto a la mujer y sus derechos, es para preocuparse. Andan muy crecidos los canallas que piensan y tratan, a más de la mitad de nuestro mundo, como un ser inferior; negándoles hasta el derecho más sagrado, el derecho a la vida. Son malvados, lo saben y presumen de ello.
No puede ser que, alentadores y alentados, machistas todos y de la peor calaña, ignoren a las víctimas de su particular forma de terrorismo, incluso, según se manifiestan y expresan, pareciera que lo celebraran. Los alentadores por propia conveniencia política, inmoral, pero fructífera a la vista de los resultados electorales; no jalean (en público) pero tampoco critican fehacientemente las agresiones machistas de que tienen conocimiento, es más, las relativizan tratando de meter a la mujer agredida en una dinámica de “todos agreden, todos culpables”, muy peligrosa, en tanto, los alentados, ven reforzadas sus retorcidas tesis para justificar unas actitudes completamente injustificables.
Como consecuencia, vemos con suma preocupación (e indignación) un repunte ya iniciado el año pasado, en el número de asesinatos a mujeres donde no cabe hacer ningún tipo de distinción, todas mujeres, todas asesinadas.
En mi caso, me entristece tanto como me cabrea contemplar a mujeres que salen luciendo colmillo para apoyar al machista de turno; ya sea alentador o alentado, en cualquier caso, machista de la peor calaña; y sacar la cara por ellos en muchos casos solo porque están a sueldo y este depende de lo bien y ardorosamente que defiendan las ideas de quien rige su nómina (jefe, líder político o ambas cosas). Son mercenarias del dolor ajeno y, curiosamente, cuando se sienten amenazadas por esos mismos a quienes han legitimado, salen echando pestes y acusándolos de todo lo que antes ocultaron. Insisto, muy triste.
Por último, y en relación con el lema “Sola, borracha…”, no me escandaliza pero lo considero un error de comunicación: Sirve para refrendar las ideas de quien ya está convencida o convencido pero no contribuye a sumar a la causa a quien se manifiesta con tibieza en este asunto, aunque tenga en su interior el pleno convencimiento de lo acertado del espíritu del eslogan. Espero que el sector más vehemente no arremeta contra mí, llamándome machista frustrado o alguna lindeza de ese nivel, pero es mi opinión y aquí la expreso.
Sabemos, queremos que todos los días sean 8 de marzo, para que el 8 de marzo deje de ser necesario; hasta entonces, como una mujer más, grito: ¡Viva el 8 de marzo! ¡Viva la lucha de la mujer!
Sed felices.