GETAFE/Tribuna con acento (27/02/2020) – El medio rural es mucho más que producción agraria y ganadera. Son las personas que habitan en el territorio y sus condiciones de vida… Son las áreas de bienestar que afectan de diferentes maneras a la infancia, a la juventud, a las mujeres o a los ancianos. Situaciones todas ellas que se desenvuelven en un territorio dado que está íntimamente relacionado con la protección de los ecosistemas: calidad del agua, la alimentación sana, la biodiversidad, los bosques, el patrimonio cultural. Tienen un impacto manifiesto con el Cambio Climático. En esta dirección hay que destacar dos manifestaciones acontecidas en los últimos meses: la «España Vaciada» y «la Revuelta del Campo».
El día 31 de marzo de 2019 se produjo una manifestación multitudinaria contra la despoblación del medio rural al grito de «solo os acordáis de nosotros para votar». «Pagamos los mismos impuestos pero tenemos menos servicios». «Sin los valores del mundo rural, el resto del mundo se moriría«… Son sentimientos que impregnaban toda la protesta. El medio rural tiene un descontento de raíces profundas. Hace décadas que diversas plataformas de la sociedad civil vienen proclamando la ausencia de inversión en los territorios rurales para fijar población con los mismos derechos constitucionales que las zonas urbanas.
Después de las manifestaciones se produjeron numerosas declaraciones institucionales: El Foro de Regiones Españolas con Desafíos Demográficos (FREDD) o la Federación de Municipios y Provincias (FMP). Entre otras medidas se anunciaron la creación de un FONDO NACIONAL específico con un catálogo de intervenciones: el estímulo de la demanda y la creación de servicios públicos (sanitarios, sociales y educativos), bonificaciones fiscales a los costes de la Seguridad Social, solucionar con rapidez el problema del acceso de banda ancha, incluir la telefonía móvil, y un largo etc. Sin embargo, nunca se llegó a ninguna conclusión o propuesta operativa.
Recientemente asistimos al estallido del campo (febrero 2020). Agricultores y ganaderos han salido con sus tractores para expresar,»los fuertes desequilibrios de la cadena de distribución alimentaria». Los productores están a merced de las grandes cadenas de distribución, (Mercadona, Carrefour, Auchan, Aldi, El Corte Inglés, etc) sufriendo las estrategias de la diferencia de precio entre origen y destino. Se llega a alcanzar hasta el 635% en el caso de la patata, que se compra al agricultor a 0,17 euros el kilo y se vende al consumidor a 1,25 euros y así en varios productos, según las estadísticas elaboradas por la COAG. Al mismo tiempo se reivindica la presencia de organismos públicos para que hagan de intermediación y regulación de los márgenes a partir del coste de producción. Pero no a todos los agricultores les afecta de la misma manera.
La estructura de La PAC (Política Agraria Comunitarias) cuenta con casi un 40% de los fondos de la Unión Europea, es decir, unos 60.000 millones de euros anuales. La PAC tiene dos pilares: el primero cubre principalmente pagos que se asocian al tamaño de las explotaciones, diseñados para estabilizar los ingresos agrarios, pero en la práctica más del 80% de los pagos directos se destinan al 20% de las explotaciones más grandes. La agricultura industrial se está apoderando de la tierra de las explotaciones agropecuarias medianas y pequeñas. Entre los compradores se encuentran tanto agricultores industriales como inversores (bancos, fondos de inversión, compañías de seguros, etc.). En promedio, cuanto mayor es el tamaño de la propiedad, menor es el número de trabajadores empleados por hectárea y mayor el peso de los subsidios. El segundo pilar cubre aspectos de desarrollo rural, producción ecológica y medidas para proteger el medio ambiente y el clima, pero este pilar queda en segundo plano.
Necesitamos una nueva política que impulse la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles y sanos.También una política que actúe contra el malgasto alimentario, los efectos perniciosos de tractores atravesando campos mientras rocían de herbicidas y plaguicidas plantas y tierra. Se necesita fomentar la agricultura ecológica que contribuya a la sostenibilidad ambiental. Se ha de defender una PAC con una dotación presupuestaria suficiente, que garantice y reoriente la triple sostenibilidad económica, social y medioambiental de las explotaciones agrícolas, ganaderas y pesqueras, y la defensa del mantenimiento de la agricultura familiar.
La forma de producción de alimentos tiene un impacto significativo en el medio ambiente tanto por la emisión de gases de efecto invernadero como por la explotación de los recursos naturales (agua, tierra, aire, bosques y océanos). En esta dirección se deben apoyar las buenas prácticas para producir alimentos preservando los recursos naturales, el clima, la agro y biodiversidad y el bienestar animal, así como el tratamiento y conservación de los paisajes contemplados en la Red Natura 2000. Se han de promover lo que venimos denominando «Empleos verdes» y la sustitución progresiva de los combustibles fosiles «por energías limpias». Es necesario promover la creación de servicios de proximidad cuya finalidad principal debe ser la fijación de población ofreciendo un servicio digno y adecuado a la realidad social de cada zona: empleo, escuela, centro de salud, transportes, promoción de servicios a la dependencia etc. Para ello es preciso que no se utilicen criterios puramente económicos.
LA RELACIÓN CAMPO CIUDAD: UN CONSUMO RESPONSABLE
Consumir de forma más responsable. La principal prioridad debe ser reducir de forma drástica la Huella Ecológica. Ello requiere apoyo a los circuitos de proximidad en la distribución y consumo de los productos locales, favorecer la implantación de pequeños comercios que permitan dicha distribución, impulsar puntos de encuentro entre productores y consumidores, favorecer la compra de estos productos desde instituciones públicas, incluidos comedores de centros escolares, hospitales, residencias, etc. Igualmente importante es«utilizar las cesta de la compra, como acto político».Es una acción ética que está a nuestro alcance e indica la dirección a seguir. Ello requiere círculos de información y análisis critico de como se produce en origen (condiciones de trabajo) y la calidad de los mismos (producto saludable). En el medio rural hay muchas iniciativas implicadas en la mejora de las condiciones de vida. Las zonas urbanas como Getafe somos grandes consumidores de alimentos, de consumo energético, de agua… Y, consecuentemente, cualquier transición hacia la sostenibilidad urbana pasa por reconocer la agricultura de proximidad y el equilibrio territorial.