Para ver lo que tenemos delante de las narices hay que luchar denodadamente.
George Orwell
GETAFE/Todas las banderas rotas (12/02/2020) – Está de actualidad el coronavirus de Wuhan que es una enfermedad comparable con la gripe común de todos los años. Veamos algunos datos.
El virus del SIDA se lleva por delante cada año (desde hace ya muchos) unas 700.000 vidas en todo el mundo. Por su parte, la hepatitis C se cobra alrededor de 400.000 todos los años. Los virus del tipo del Ébola, que causan fiebres hemorrágicas, han provocado desde su aparición aproximadamente 20.000 muertes. Y, aunque pueda sorprender a algunos, virus como el de la gripe son los causantes de unos 650.000 fallecidos al año.
Comparemos coronavirus y gripe: del coronavirus se conocen, a 11 de febrero de este año, 43.047 casos –de los cuales 42.638 se han dado en China y, por tanto, solo 409 en el resto del mundo- y 909 muertes, lo que se traduce en una tasa de mortalidad de 2,2%. En la temporada 2017-2018, solo en España, se contabilizaron 5.997 casos graves de gripe que precisaron hospitalización de los cuales murieron 991, lo que supone un 5,7% de mortalidad. La gripe gana al coronavirus con un 3,5% más.
Los sociólogos –quizás también los politólogos- deberían estudiar y explicarnos por qué, en determinadas ocasiones, las autoridades y los medios dan importancia a ciertos asuntos –en este caso de salud- sobre otros. Porque del análisis de los datos lo que puede colegir un observador no influido por otros asuntos espurios es que, en lo que respecta al llamado “coronavirus de Wuhan”, no es para tanto. Lo que no excluye que haya que tomar medidas de precaución proporcionales a su verdadera gravedad y, por supuesto, respetar a los que tienen miedo, fundado o infundado, porque el miedo es libre. Pero ya alguien ha dicho que el coronavirus crea más alarmismo que mortalidad.
Por eso, es preocupante que se llenen las portadas de los periódicos y las entradas de los telediarios con esta noticia, lo que sirve para que pasen a un segundo (o tercero, o cuarto) plano lo que pueda interesar más a los ciudadanos. Es preocupante porque están surgiendo, al socaire de este brote viral, ciertas reacciones que alimentan el mensaje tramposo de la ultraderecha y porque están circulando bulos de todo tipo y se está hablando de restricción de movimientos para ciertos grupos de población, cierres de fronteras, prohibición de contactos, discriminación, en suma, respecto a personas en función, en este caso, de su nacionalidad china (véase, como ejemplo, el caso del Mobile World); esto es un auténtico regalo para los que defienden que donde mejor están los inmigrantes es en su país y de esto sí que hay que protegerse porque el racismo y la xenofobia son “virus” que se propagan muy rápidamente.
Ante una crisis de salud pública, solo deben aplicarse criterios de salud pública.
Que nadie piense que estoy abogando por la despreocupación o que pretendo que no se tomen todas las medidas necesarias para afrontar esta crisis. Los responsables sanitarios –desde la OMS a los técnicos de la Dirección General de Salud Pública y del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad español- están cumpliendo con su obligación y lo están haciendo muy bien. Lo que me parece necesario, como en todo en política, es establecer un orden de prioridades y atender los problemas de salud de acuerdo con ese orden.
Se hacen muchas campañas dirigidas a la población en general para prevenir ciertas enfermedades, pero se desatienden otras y, lo que es peor desde mi punto de vista: las autoridades se dan por satisfechas con esas campañas, tranquilizan sus conciencias –y piensan que tranquilizan también a la gente- con el espejismo de que con eso se está haciendo todo lo que se debe hacer. Los responsables, ya sea en el ámbito nacional, autonómico o local, padecen una cierta alergia a desarrollar programas y se comprende porque la diferencia entre unas y otros, es que las campañas suelen tener una duración corta, van acompañadas de un aparataje propagandístico importante muy valorado por los políticos pero tienen una eficacia muy limitada; por el contrario, los programas han de tener una amplia continuidad en el tiempo, exigen mayores medios económicos y de personal, suelen tener menos repercusión mediática pero, eso sí, su eficacia es mucho mayor en casi todos los casos.
Además, conviene que los responsables de tomar decisiones respecto a los problemas de salud, piensen muy bien dónde conviene poner mayor interés y más recursos y eso debería venir condicionado, exclusivamente, por la mayor o menor morbilidad y mortalidad de las enfermedades, es decir, por el mayor o menor daño que los ciudadanos puedan sufrir en su salud y en sus vidas. Por ello, les convendría consultar en la web de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, un listado que relaciona, de más a menos, los años de vida perdidos por enfermedades o muertes prematuras (técnicamente, “años de vida ajustados por discapacidad” o AVAD); quizás así comprendieran que deberían dedicar grandes esfuerzos a combatir el tabaquismo que, con 1.148.159 AVAD ocupa el primer lugar de ese listado (últimos datos de 2016).
Mi conclusión es que las autoridades mundiales (OMS) y nacionales (Gobierno central) hacen muy bien en atender la crisis de salud pública provocada por el coronavirus 2019-nCoV, pero evitando el alarmismo y, sobre todo, combatiendo todas aquellas informaciones, bulos o medias verdades que llevan a enfrentar a unos ciudadanos contra otros debido a su raza o procedencia. La OMS ha llamado “infodemia” a la gran cantidad de informaciones falsas o erróneas y de falsas alarmas que se están dando.
La Comunidad de Madrid, por su parte, debería, de una vez por todas, dotar a los centros sanitarios -hospitales, centros de salud y servicios de urgencias- de los medios humanos y materiales suficientes, no solo para atender lo que pudiera surgir a causa del coronavirus, sino, sobre todo, a todos los pacientes que, desde el malhadado Real Decreto-ley 16/2012 implantado por el PP, sufren importantísimas carencias en la prestación de los servicios sanitarios a que tienen derecho. Aunque allí donde gobierna el PP a las órdenes de Vox no es esperable que eso ocurra, sino lo contrario: por ejemplo, en Andalucía se está tramitando una proposición de Ley que provocará el cierre de la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada, Centro colaborador de la OMS, con enorme prestigio nacional e internacional desde 1985 y referente para todos los que nos dedicamos a la salud pública.
Finalmente, los Ayuntamientos no deben escudarse –más bien debería decir esconderse- en su falta de competencias en materia sanitaria. Porque, a falta de competencias, tienen responsabilidades y la principal de estas es proporcionar a sus conciudadanos una “manera de vivir autónoma, solidaria y gozosa” que es como el Congreso de Médicos y Biólogos de Lengua Catalana definió la salud en el año 1976.
Por ejemplo, el Ayuntamiento de Getafe, para contribuir a que los habitantes de nuestra ciudad puedan vivir de manera autónoma, solidaria y gozosa, es decir, con más salud, debería esforzarse, poniendo todos los medios a su alcance, para hacer cumplir la Ley 42/2010, de 30 de diciembre, la llamada “Ley antitabaco” que prohíbe fumar en todos los espacios cerrados de uso público o colectivo; entre esos espacios se encuentran las terrazas de los bares instaladas en la vía pública que tengan más de “dos paredes, muros o paramentos”, que, hoy por hoy, son un territorio sin ley.
Así procuraría más salud a todos y haría prevalecer el derecho de los no fumadores sobre el de los fumadores que es otro precepto presente en esa Ley: “…garantía de que el derecho de la población no fumadora a respirar aire no contaminado por el humo del tabaco prevalece sobre el de las personas fumadoras”.
Porque este, el del llamado tabaquismo pasivo, es un problema de salud que tenemos delante de las narices y que provoca enfermedad y muertes, no durante un tiempo más o menos largo, sino todos los años: en España se estima que se producen más de 50.000 muertes cada doce meses a causa del tabaquismo pasivo y, trasponiendo esa cifra a Getafe, podríamos calcular que la exposición al humo ajeno es la causa de que mueran, aproximadamente, 25 conciudadanos al año o, lo que es lo mismo, 12,5 veces más de los dos que murieron en nuestra ciudad por accidentes de tráfico en el municipio de Getafe en 2015 (último dato proporcionado por la DGT).
Pero sabemos cómo luchar contra este “virus” y la institución más cercana a los ciudadanos tiene la obligación y los medios. Ya solo falta la voluntad política para hacerlo.