GETAFE/Rincón psicológico (15/01/2020) – ¿Eres capaz de decir que algo te molesta sin sentirte mal? ¿Los demás se enfadan cuando pones límites? La asertividad es la capacidad para expresar nuestros deseos, pedir cosas, reclamar derechos de una forma adecuada en tiempo y forma. Esto significa que para pedir algo es importante cómo lo hagamos: las palabras, el tono, los gestos… y también cuándo lo hagamos: sentirse tranquil@, cómod@s, con o sin gente delante, cuando tengamos un rato y no «de prisa y corriendo»…
Pero, primero es importante saber cuáles son tus «derechos asertivos», qué cosas debes pedir sin tener que sentirme mal por ello. ¿Los conoces? Estos son algunos de ellos:
El derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
El derecho a tener y expresar los propios sentimientos y emociones.
El derecho a ser escuchado y tomado en serio.
El derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones.
El derecho a decir “NO” sin sentir culpa.
El derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta de que también mi interlocutor tiene derecho a decir “NO”.
El derecho a cambiar.
El derecho a cometer errores.
El derecho a pedir información y ser informado.
El derecho a obtener aquello por lo que pagué.
El derecho a decidir no ser asertivo.
El derecho a ser independiente.
El derecho a decidir qué hacer con mis propiedades, cuerpo, tiempo, etc., mientras no se violen los derechos de otras personas.
El derecho a tener éxito.
El derecho a gozar y disfrutar.
El derecho a mi descanso, aislamiento siendo asertivo.
El derecho a superarme, aún superando a los demás.
Conocer y hacer valer tus derechos es tan importante como hacerlo de la forma adecuada y para eso sirve la asertividad. Para transmitir en tiempo, intensidad y forma los mensajes adecuados. Hay personas que «se pasan», seguro que alguna vez has oído eso de… tenía razón pero la perdió con las formas. ¿Te suena? Simplemente esa persona no está siendo asertiva.
Queremos que nos escuchen, que nos hagan caso. Utilizar amenazas, levantar la voz y enfadarse puede ser eficaz, pero si se consigue el resultado es porque se infunde miedo en los demás, esas emociones negativas nos van afectando, generando un malestar, a veces sin darnos cuenta. Además, aprendemos a resolver de forma no adecuada estas situaciones.
Cómo poner en marcha la asertividad
Obsérvate. Dedicamos poco tiempo a “ver como estamos”, no nos hacemos suficiente caso. No podrás hablar bien con alguien si estás enfadado/a, irritado. Por eso si identificas en ti emociones negativas, es mejor que dejes la conversación para otro momento.
Gestión de las emociones. Las emociones se diluyen pero tu puedes hacer algo con ellas. Darte un tiempo, tratar de relajarte son las claves para encontrarte bien y poder expresarte con claridad.
Piensa antes de hablar. Se trata de empatizar con el otro. ¿Cómo te gustaría que te dijeran las cosas?. Solo hazlo como te gustaría que te hablaran a ti.
Exprésate desde el yo: Es mucho más eficaz y sincero expresarnos en primera persona. “Yo me siento…” “ Yo pienso que…” o “ Cuando tu haces….a mi me ocurre…” de esta forma los demás podrán entender lo que te incomoda.
Haz peticiones claras y sinceras: Sin imponer y sin exigir. “Me gustaría que la próxima vez…” “ Me sentiría mejor si hicieras…”
Acepta la respuesta del otro. Que tu quieras algo, no significa que los demás tengan que hacerlo. La comunicación asertiva significa poder expresar lo que quieres sin sentirte mal, sin enfadarte, sin pasar un mal rato… Pero las acciones de los demás dependen de ellos. Pedirlo de la forma adecuada es hacer tu parte, pero no todo depende de tí.
La comunicación asertiva es una forma de cuidarte, es para ti, para que lo que quieres expresar realmente sea escuchado por los demás. Y sobre todo para que tus emociones estén a salvo cuando te enfrentas a una situación incómoda.
Como todas las habilidades, especialmente las relacionadas con la comunicación, es algo que se entrena. No esperes resultados en un día, pero si tienes presente las claves que hemos comentado, poco a poco podrás ponerlo en práctica y conseguirlo. ¿No sería un poco más fácil entendernos si fuéramos más asertivos? ¡Practica, practica y practica!
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