“La educación no es una fórmula de escuela sino una obra de vida»
Célestin Freinet
GETAFE/El aula sin muros (03/01/2020)- Los dirigentes del gobierno de la Comunidad de Madrid están muy cabreados con el Informe Pisa de 2018. Por boca de su consejero de Educación, el señor Enrique Ossorio, declaraba hace unos días que “estos datos nos tenían que servir para mejorar, pero no sirven para nada, porque no reflejan la realidad ni de Madrid ni de España”. Ellos que sacralizaban el informe PISA para justificar sus políticas educativas, cuando los resultados les eran favorables, ahora despotrican de él. Qué mala suerte, ahora que habían pagado 220.000 euros del erario público, para que se ampliase la muestra del alumnado participante en la prueba, se han quedado con dos palmos de narices, “ha sido un fiasco”, reconoce el señor consejero.
Es lo que pasa cuando se utilizan de forma demagógica los resultados de una prueba, por mucho Pisa que sea, para valorar fenómenos tan complejos como el funcionamiento del sistema educativo de una autonomía o de un país. Veamos de qué estamos hablando.
El Informe PISA es el informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes llevado a cabo por la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) en 78 países de todo el mundo. Evalúa las habilidades de los estudiantes de 15 años en Lectura, Ciencias y Matemáticas. Lo hace cada tres años y establece un ranking entre los países participantes en la prueba, según el rendimiento en cada una de esas competencias evaluadas. Son exámenes estandarizados y puramente cuantitativos que se realizan desde el año 2000.
“Su objetivo es aportar datos comparables que posibiliten a los países mejorar sus políticas de educación y sus resultados, ya que en este análisis no se evalúa al alumno, sino al sistema en el que está siendo educado”.
Hasta ahora se han realizado 7 evaluaciones. La última es del 2018 y el informe se ha publicado el día 3 de diciembre de 2019. En el informe, España no ha sido evaluada en Lectura porque la aplicación de las pruebas se hizo incorrectamente y han quedado invalidadas. En Matemáticas y en Ciencias ha descendido ligeramente en la puntuación obtenida sobre años anteriores, bajando del puesto 32 al 34 en el primer caso y del 28 al 30 en el segundo, en un ranking que incluyó a 78 países. Así, España se sitúa al nivel de Hungría, Lituania, Portugal o Estados Unidos.
En esas evaluaciones los informes nos muestran, de forma estable y con leves oscilaciones, que España se ha situado en torno a la media de los países analizados, levemente por debajo. En Matemáticas ha sacado 481 puntos y en Ciencias 483. La media de la OCDE está en 489. Como se ve es una caída inferior a los 10 puntos. Los expertos nos dicen que cuando es así esas diferencias no son significativas en PISA.
Hablando de Matemáticas y Ciencias los países con mejores resultados son China con 590 puntos, Singapur, Japón y Corea del Sur con más de 520. En Europa, Estonia ha pasado a sustituir a Finlandia en los mejores resultados con 530 puntos.
“En el sistema de puntuación de PISA se calcula que un curso completo equivale a 40 puntos. Bajo esta premisa, los escolares españoles de 15 años que han hecho el examen estarían hasta dos cursos por debajo de sus colegas chinos y todo un año por detrás de los estonios.”
Este informe nos dice que tenemos diferencias importantes con los países punteros (todos asiáticos), que las comunidades del norte de España obtienen mejores resultados que las del sur, que hay pocos alumnos excelentes y que las diferencias entre hombres y mujeres son poco significativas.
La relevancia de estas pruebas, está siendo muy cuestionada por expertos en todo el mundo por muy diversas razones. Entre ellas:
A pesar de todas estas críticas los medios de comunicación con sus tertulianos, en general cargados de ignorancia en este tema, y las administraciones educativas utilizan estos informes como piedra arrojadiza para culpabilizar del fracaso a los demás y de aplicarse el éxito como propio.
La propia OCDE relativiza el valor de los resultados e indica que estos “tienen más que ver con las condiciones económicas de los países, sus trayectorias de desarrollo de las últimas décadas y las carencias que algunos de ellos tienen, debidas a la pobreza, a la precariedad de algunos servicios públicos”.
Del análisis del último informe Pisa podemos extraer algunas conclusiones que deben hacernos pensar asumiendo que, como dice Enrique Diez, profesor de la universidad de León, lo mejor sería que Pisa no existiera.
La situación de la comunidad de Madrid en los resultados del Informe PISA requiere un análisis más pormenorizado de los mismo y, sobre todo, de las reacciones que ha provocado por parte de una administración que alababa este Informe cuando le era favorable y lo rechaza ahora que muestra las debilidades del sistema educativo madrileño. Éste será tema para otro artículo.