GETAFE/La piedra de Sísifo (28/01/2020) – Vuelve a las páginas de los periódicos mi admirado Juan Soler Espiauba Gallo y Mirones, ex muchas cosas, entre ellas, alcalde paracaidista de Getafe. Por lo que conocemos, se le ha levantado la imputación que pesaba sobre sus espaldas, no porque no hubiera motivos para imputarle y, la justicia diría, quién sabe si condenarle por el Caso Teatro, donde compartía pringue con buena parte de su Gobierno municipal, además de salpicar exudaciones judiciales a casi todo técnico municipal o empresario por cuyas manos pasara el contaminado expediente. Pues eso, que no, que no le han levantado la imputación por su presunta inocencia sino por un “defecto de forma”, esto es, porque el juzgado que ha llevado adelante el proceso no pidió su traslado al Tribunal Supremo que, si lo entendía oportuno, elevaría un suplicatorio a la Cámara Alta, dada la condición de senador por designación autonómica del interfecto.
A ver, recapitulando, repite conmigo: “Desimputado por un defecto de forma”, que no se nos olvide.
En una primera lectura a sus declaraciones y conociendo su afición por usar taxis o vehículos de otras plataformas, a horas intempestivas, y pagados por ti y por mí; estaba convencido que se trataba de eso. Aunque, claro, ahora que no tiene opciones de tirar del erario, al haber perdido su condición de cargo público, entiendo que se cortará un poquito. Pero, a lo que iba, él dijo: “estaba muy tranquilo, era el auto que esperaba” y, con sus antecedentes en la mano, me lo imaginé a las 2 de la madrugada, saliendo de un buen restaurante de Madrid, y esperando que llegara el vehículo pedido mediante teléfono, app u otra vía… y me lié.
Imputado, desimputado, investigado o desinvestigado, lo cierto e indiscutible es que su intervención ha propiciado que tengamos un edificio fantasma en la calle Madrid, que no se haya resuelto (o aliviado) el déficit en dotaciones de carácter cultural de que adolece Getafe y que ahora haya que revisar el cuestionado proyecto, para sacar adelante lo que sea viable, por el Gobierno municipal actual que no ha tenido mayor intervención que la de esperar estoicamente a que se resuelva el entuerto.
Eso sí, no me duelen prendas en reconocer la facilidad del PP para encontrar nombres grandilocuentes para las cosas que hacen. El Teatro de la calle Madrid se iba a llamar “Centro Europeo de Producción de Artes Audiovisuales (CEPAA)”, nombre algo pretencioso quizá. Lo extraño es que, conociendo el tamaño desmesurado del ego de Juan Soler, no lo denominaran “Sede Oficial Local de Especial Relevancia (SOLER)” o algo así.
En cualquier caso, te deseo que seas feliz. A Soler ya no hace falta, él ya lo está.