GETAFE/Palabra de concejal (02/12/2019) – El próximo día 2 da comienzo la cumbre del clima (COP25) en Madrid. El traslado de la cumbre desde Santiago de Chile por las movilizaciones del pueblo chileno para mejorar sus condiciones de vida ha sido respondido con la represión contra el pueblo chileno y la violación de los derechos humanos. Desde Más Madrid Compromiso con Getafe condenamos la respuesta del Gobierno chileno que es un ataque a la lucha por la justicia social y ambiental. Este cambio de ubicación de la cumbre también impedirá la participación de actores imprescindibles en este encuentro como son los pueblos indígenas y los movimientos sociales de América Latina.
La celebración de la cumbre del clima en nuestro país es una oportunidad de acercarnos de forma más directa a la problemática del cambio climático que ha tenido diversos acontecimientos importantes en los últimos meses como han sido las manifestaciones por el clima y las declaraciones de emergencia climática que se han ido sucediendo, entre ellas las del Pleno del Ayuntamiento de Getafe.
Los informes científicos nos siguen alertando de la urgencia de tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, producto de la actividad humana, para no superar los 1,5 °C de incremento de la temperatura global. Los últimos informes señalan que cerca de un millón de especies entre animales y plantas se encuentran en peligro de extinción y si no respondemos a la emergencia climática, social y ecológica, se producirá el aumento de la pobreza extrema y la muerte de millones de personas junto con la extinción de muchas especies y de ecosistemas completos.
Esta cumbre se realiza después de cumbres anteriores en que los países no han sido capaces de acordar medias suficiente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y en este momento los compromisos adquiridos nos sitúan en un escenario de incremento de la temperatura de más de 3,5 °C, lo que tendría consecuencias desastrosas para la vida en el planeta. Por tanto los compromisos de mayores reducciones de emisiones son la única alternativa en la que la Unión Europea tiene que jugar un papel de liderazgo.
Paralelamente a la cumbre oficial se está organizando una cumbre social por el clima que quiere visibilizar el rechazo de la ciudadanía a esta falta de compromisos de los gobiernos y las empresas con la reducción de emisiones. Es de vital importancia que todos y todas hagamos el esfuerzo de participar en los eventos que se organizan desde este espacio de movilización de los movimientos sociales. Especialmente importante es nuestra participación en la nueva Marcha por el Clima, Emergencia Climática, que se desarrollará el próximo día 6 de diciembre.
Nos jugamos mucho en esta cumbre. Estamos poniendo en peligro el mantenimiento de la vida en este planeta, también la nuestra, la de los seres humanos y las del resto de seres vivos que habitan este planeta y los ecosistemas de los que dependemos, que se verán afectados en su capacidad de darnos servicios básicos como mantener la calidad del aire, del agua, producir los alimentos que necesitamos y en definitiva mantener la posibilidad de una vida saludable para la mayoría de las personas, una vida que merezca la pena seguir viviendo.
En este sentido, también queremos hablar de justicia, de justicia social, de justicia mundial. Los más pobres son los primeros que están sufriendo las consecuencias de los cambios que ya se están produciendo como el incremento de las catástrofes naturales, las dificultades de acceder a agua potable o producir alimentos que les permitan sobrevivir. Sin duda son estas personas más pobres las que menos recursos tienen, y van a seguir teniendo, para adaptarse a los cambios que se nos avecinan, y que si no se tomas las medidas adecuadas y con urgencia, van a seguir sufriendo, llegando a poner en peligro sus vidas.
Es urgente establecer estos compromisos de reducción de emisiones de efecto invernadero y para ello tenemos que cambiar nuestro modo de vida, en primer lugar en los países con mayores emisiones, que son también aquellos que disponen de mayores recursos para efectuar el cambio que con urgencia necesitamos. No hablamos de lavarnos la cara y pintarla de verde, estamos hablando de un cambio profundo del modelo social por otro que podamos mantener en el tiempo, y que de esperanzas de futuro a las nuevas generaciones, que puedan ilusionarse con la vida compartida y solidaria que les debe esperar y se merecen.
Un cambio que implica el desarrollo de un nuevo modelo energético que nos desligue de los combustibles fósiles y que desarrolle uno nuevo basado en energías 100% renovables; eólica, solar, etc. Esto ya es posible, no es un problema tecnológico sino de decisión política. Diversas organizaciones ya han desarrollado estas propuestas desde hace años, proponiendo al mismo tiempo la reducción de despilfarro energético y la mejora de la eficiencia energética en nuestros edificios, pasando de ser grandes consumidores de energía a edificios neutros. Debemos también cambiar nuestros modelo de movilidad reduciendo el uso del coche particular e incrementando los desplazamientos a pie o en bicicleta, incrementando el uso del transporte colectivo y desarrollando una movilidad eléctrica que globalmente reducirá las emisiones contaminantes en las ciudades y mejorará por tanto nuestra salud.
Necesitamos ser más eficientes en el uso de recursos materiales. Tenemos que acabar con esta sociedad del usar y tirar, que lleva asociados tantos impactos ambientales, incrementando los consumos energéticos en la producción de artículos inútiles o con usos en ciclos muy cortos, que sin embargo tienen periodos de degradación en la naturaleza de cientos de años, como son los materiales plásticos que tan graves consecuencias están tenido en nuestros martes y también en nuestra salud.
Hay que cambiar el modelo de producción y consumo hacia una economía circular, sin sustancias tóxicas, que consiga que los residuos sean las materia primas que volvamos a introducir en los procesos productivos, reduciendo la dependencia de materias primas y reduciendo también las emisiones de gases de efecto invernadero en su extracción y producción.
Tenemos que alcanzar lo antes posible un modelo de gestión de nuestros residuos que se aproxime al residuo cero, para que los residuos no acaben en los vertederos o incinerándose, por las graves consecuencias que esto tiene para nuestra salud y para la del planeta.
Hay que volver a diseñar los productos que consumimos para hacerlos más eficientes, más duraderos, más reutilizables, más reciclables y más sanos, sin sustancias tóxicas que pongan en peligro nuestro futuro como especie.
Estamos hablando de educar en otros valores, que no son los de la competencia sino los de la solidaridad y la cooperación. Sin ellos no podremos hacer los cambios que necesitamos y con la rapidez que los datos científicos nos recuerdan cada día.
Hay que elegir entre un futuro colectivo, donde las mayorías puedan seguir satisfaciendo sus necesidades como personas, sin poner en peligro el planeta del que dependemos para sostener la vida, o lo que tendremos enfrente será la barbarie de una minoría que seguirá defendiendo sus privilegios a costa de la vida y el sufrimiento del resto, en primer lugar de los más pobres.
José Valentín Ramírez
2 diciembre, 2019 at 9:32
Muy buen resumen. Gracias Jesús.