Tiempo de esperanza… a pesar de los pesares

Caminaremos
hasta la aurora
en que en el viento
renazca la igualdad.
Caminaremos
hasta el instante
en que en la lluvia
crezca la libertad.
Caminaremos
hasta el momento
en que las manos
sean fraternidad.
José Antonio Labordeta

GETAFE/Todas las banderas rotas (20/11/2019) – Saben aquel que diu… que la política hace extraños compañeros de cama… Pues aunque haya quien piense (desde la derecha, claro) que el posible futuro gobierno formado por PSOE y Podemos es cosa del demonio, yo, después de pasar primero por la sorpresa y después por una cierta confusión, estoy esperanzado. Y también, no puedo dejar de decirlo, moderadamente divertido al ver que los que acusaban al PSOE de “bloquear” la situación, le acusan ahora de traer a España los peores males por desbloquearla. Claro que la desbloquea hacia la izquierda, no hacia la derecha como ellos querrían… quizá sea por eso por lo que les parece mal.

En cualquier caso, comparto plenamente lo que escribía David Bollero hace una semana en Público: “Vaya por delante que se trata de una buena noticia. Sin embargo, eso no quita para que se nos haya quedado cara de idiotas. La pregunta que todo el mundo se hace es la misma: ¿hacía falta convertir a Vox en la tercera fuerza política del país para pactar?”.

Después de la firma del acuerdo, tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias Turrión han escrito sendas cartas a sus respectivos seguidores. He leído ambas con atención y me gustaría comentar el punto en que cada uno de ellos explica por qué ha sido posible ahora, y no antes, el acuerdo.

Dice Pedro: “El acuerdo resulta imprescindible a la vista del resultado electoral”; dice Pablo: “Este acuerdo ha sido posible gracias a vosotros y a vosotras, al esfuerzo cotidiano de miles de personas anónimas…”. Las preguntas que me hago (y les hago a ambos) son: ¿El resultado electoral de abril no justificaba igualmente el acuerdo? ¿El esfuerzo no lo venían realizando miles de personas anónimas mucho antes de abril? Porque la diferencia entre “pacto posible” antes de las últimas elecciones, y “pacto necesario” después de ellas, es: enorme subida de Vox, remontada del PP, mejor posición parlamentaria de los independentistas, pérdida de la mayoría del PSOE en el Senado y menor suma de escaños en el Congreso entre PSOE y Podemos. Y es Pedro Sánchez el que contesta mis preguntas a continuación: “El acuerdo ha sido posible cuando una y otra parte nos hemos convencido plenamente”. ¿Será verdad que, por fin, han llegado a convencerse de lo que para muchos de nosotros resultaba evidente? Quizá si ambos líderes hubieran hablado en mayo, junio, julio o agosto discretamente como lo han hecho ahora, hace tiempo que tendríamos el gobierno de izquierdas que aún hay que construir.

También Pablo Iglesias Turrión nos da una buena pista al final de su escrito: “Recordad que el cielo se toma con perseverancia”, no ya por asalto como recomendaba en otro tiempo. Y hay un párrafo en esta carta que me llama mucho la atención: “Vamos a gobernar en minoría dentro de un Ejecutivo compartido con el PSOE, en el que nos encontraremos muchos límites y contradicciones y en el que tendremos que ceder en muchas cosas”; ¡Pues claro, ambos partidos tendrán que ceder porque se trata de un pacto! Será muy bueno que Podemos se dé un baño de realidad y compruebe que en un gobierno de coalición, por mucho que en él esté Pablo Iglesias Turrión, las dos partes habrán de hacer concesiones y no tienen capacidad de alcanzar los cielos sino que han de ocuparse de asuntos muy terrenales, además de que es eso lo que les pedimos la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Ambos partidos –PSOE y Podemos- saben que el ascenso de Vox es, a la vez, la causa y el problema del futuro posible gobierno de izquierdas y han de hacerse conscientes de que si la ultraderecha está ganando posiciones en España, en Europa y en el mundo, es porque la izquierda no lo ha hecho bien allí donde ha gobernado. Vox es el síntoma de la enfermedad que padece nuestra sociedad (y otras), por tanto, solo si conseguimos curar la enfermedad, desaparecerá el síntoma, no al revés; y eso solo lo logrará la izquierda si recupera lo que le diferencia netamente de cualquier derecha, sea extrema o de otro tipo: la libertad, la igualdad y la fraternidad.

La libertad para todos, no la que solo disfrutan los que tienen dinero que es la que entiende la derecha; la igualdad que no discrimina según sea el origen, el nacimiento, la familia, el patrimonio, sino que ofrece a todos las mismas posibilidades; la fraternidad que nos empuja a sacar del mar a los que se ahogan y de las calles a los que no tienen casa.

Ese gobierno de izquierda que debe formarse lo antes posible también debe dar respuesta a la cohesión territorial de nuestra España. No debe dejarse enredar en las trampas del lenguaje, que si problema de convivencia, que si crisis política catalana; lo prioritario es dialogar entre catalanes que piensan distinto y entre catalanes y resto de españoles (¿recuerdan aquel “parlem-hablemos”…?), poniendo el foco en las líneas verdes y no en las líneas rojas, es decir, con verdadera voluntad de entenderse.

Hay muchos otros campos en los que ese gobierno habrá de batirse para demostrar que es de izquierdas: la violencia de género, el cambio climático, la sanidad y la educación públicas, la dependencia, las pensiones, los contratos basura, el mantenimiento de la memoria que lleva a la reconciliación… y tantos otros asuntos terrenales a los que me refería antes.

Si finalmente se forma el gobierno del que venimos hablando lo más difícil será su continuidad en el tiempo porque nacerá con muchos enemigos, tanto de fuera como de dentro. Será inevitable –y lógico- que el PP y demás fuerzas políticas, mediáticas y económicas de la derecha hagan todo lo posible para que fracase. Lo que no resulta admisible, y sí vergonzoso, es que ya lo estén haciendo, obedeciendo la llamada a rebato de esas fuerzas de derecha, algunas viejas glorias del PSOE que deberían explicar qué intereses defienden, contrarios en todo caso a los de la izquierda; o mejor, deberían estar callados.

A mí no me cabe duda que Pedro Sánchez, mal aconsejado por un círculo de asesores muy redondo, ha cometido errores importantes. También los ha cometido Pablo Iglesias Turrión porque empezó pensando en el corto plazo, no sé si por inexperiencia o por ceguera egoísta. De lo que se trata en este momento es de mirar hacia delante, lo que no significa olvidar lo que dejamos atrás porque de lo que han de servir los errores, tanto de unos como de otros, es de aprendizaje. Confío que hayan aprendido que los adversarios de un partido de izquierda son los partidos de derecha, no los de izquierda; confío en que hayan aprendido que a la derecha y a la ultraderecha no se la combate aplicando parches a las políticas ultraliberales, sino aplicando auténticas políticas de izquierda.

Ahora, a los que no tenemos capacidad de decidir sobre los grandes asuntos políticos, nos toca la participación activa y esperanzada en la política, la vigilancia sobre el cumplimiento de las promesas, la exigencia de que las políticas que se apliquen sean, de verdad, de izquierdas.

1 Comment

  1. José M Julián Torrent

    20 noviembre, 2019 at 17:44

    Y más simple. Cumplir la Agenda 20
    30 que el PSOE proclamaba en abril (único partido!) Con sus objetivos 1 Fin de la pobreza, 2 Hambre cero etc