La política, señores, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros.
Antonio Machado, por boca de Juan de Mairena.
GETAFE/Todas las banderas rotas (06/11/2019) – ¿Otra vez depende de nosotros, los ciudadanos, arreglar la situación que los políticos no son capaces de solucionar? Qué cansancio, qué hastío…
Se habla mucho del alejamiento de la gente de los políticos y la política. Según datos de un reciente Eurobarómetro, el 88% de los españoles desconfía de los partidos, el 79% del Congreso y el 76% del Gobierno. ¿Se preguntan los dirigentes de los partidos por las causas de esa desconfianza? Por mucho que se llenen la boca con aquello de “dar la voz a los militantes”, “escuchar lo que quiere la gente” y frases parecidas, la verdad es que cuando hay asuntos de mediana importancia que tratar y sobre los que habrán de tomarse decisiones que afectan muy de lleno al conjunto de la ciudadanía, de eso hablan en petit comité, en círculos reducidísimos, y, en muchos casos, con la participación de personas que no se han sometido a ninguna elección. Y siguen preguntándose por qué la gente se aleja de los políticos y de la política…
No voy a hablar de las formas de actuar de los partidos de la derecha que tienen un sistema presidencialista y donde desde siempre se ha hecho lo que manda el jefe. El problema es que parece que, en cierta forma, ese sistema se está practicando ya en la izquierda que presume de dar participación a su militancia o de que todo lo decide la asamblea. Un ejemplo muy claro lo tenemos en la simulación de negociaciones que mantuvieron el PSOE y Podemos durante unos días del pasado mes de setiembre. Tanto uno como otro se cruzaban propuestas y las rechazaban en cuestión de horas, a veces, de minutos, lo hacían sus líderes a través de los medios de comunicación o de las redes sociales y, dado que el tiempo de reacción era tan corto, resulta evidente que era imposible que las llamadas antiguamente “bases” fueran consultadas, eran meras espectadoras.
Estoy seguro de que los que han actuado así tienen sus razones. Lo que dudo es que dichas razones se dirijan a lo que la ciudadanía pide o necesita sino que, más bien, se refieren a lo que tácticamente conviene a su partido.
Hoy, más que nunca, los votantes deberían conocer, antes de votar, cuál será la política de alianzas que cada partido seguirá después de la elección del día 10. Mucho mejor sería que, dentro de cada partido, sus militantes pudieran, no digo decidir, pero sí al menos opinar sobre dichas alianzas o pactos, pero eso ya es mucho pedir, comprendo que es una ingenuidad.
Se da por hecho que el PSOE ganará las elecciones aunque queda por ver con cuantos votos, si serán más o menos que en las anteriores. También hay que esperar a conocer si Podemos aumenta o disminuye su número de escaños. Igualmente, para conocer si el bloque de derechas tiene posibilidades, habrá que ver si la segura subida del PP compensa el segurísimo batacazo de Ciudadanos y si Vox sube o baja, asunto que las encuestas no terminan de aclarar aunque parece más probable que suba. En definitiva, tal como ha dicho Pablo Iglesias Turrión, será la correlación de fuerzas que salga de la elección del día 10 lo que definirá la política de pactos.
Pero, precisamente porque la situación es como la acabo de describir, es por lo que, en mi opinión, es obligatorio que los partidos digan a los votantes con quien pactarán, si el resultado lo hace posible, y con quien no pactarán en ningún caso. Porque lo que está en juego en esta ocasión no es, como la mayoría de las veces, qué partido gobernará sino qué bloque –izquierda o derecha- estará en condiciones de hacerlo. Por eso, porque, como ocurrió en las anteriores elecciones, no será un solo partido por sí mismo el que pueda colocar a su líder en La Moncloa, sino que será absolutamente necesario que dos o más partidos pacten, no ya una investidura, sino un gobierno con posibilidad de acabar la legislatura, es por lo que nos conviene saber antes de depositar nuestro voto hacia donde se inclinará el bloque: a la izquierda si votamos a tal partido, o a la derecha si votamos a tal otro.
Hasta aquí lo que había escrito antes de ver el debate del pasado lunes, día 4 de noviembre. Después de escuchar lo que dijeron unos y otros “líderes”, mi desánimo y frustración ha crecido extraordinariamente. Mi conclusión fue que, dejando aparte las ganas de Pablo Iglesias Turrión de formar una coalición con el PSOE, las posibilidades de que a partir del día 10 contemos con un gobierno de izquierdas se redujeron a cero.
Pedro Sánchez pidió a todos los demás lo mismo que en otro momento había pedido el PP y había sido rechazado por el PSOE: que se permita, sin más trámite ni negociación, gobernar a la lista más votada. Esta propuesta significa, a mi modo de ver, que Pedro Sánchez no solo no acepta la propuesta del líder de Podemos, sino que lo que pretende es gobernar en solitario con el apoyo de la derecha. Pero, llegados a este punto, hay que preguntarse: ¿solo PP, solo Ciudadanos, PP más Ciudadanos o PP más Ciudadanos más Vox? ¿Aceptaría Pedro Sánchez ser investido con el apoyo de los tres partidos? ¿Más en concreto, aceptaría ser investido con el apoyo de Vox?
Sabemos, a menos que nuestra ingenuidad rebase todos los límites imaginables, que nadie da nada gratis en política. Por tanto, a nadie debe caberle ninguna duda sobre que si Pedro Sánchez consigue ser investido gracias al apoyo (o abstención) de uno, dos o los tres partidos de la derecha, estos le pasarán la factura más bien pronto que tarde y el resultado será una legislatura inestable y, por tanto, muy corta. Volveremos a nuevas elecciones y el batacazo entonces será para el PSOE.
Quiero mantener la esperanza a pesar de que me supone un enorme esfuerzo. Por eso imagino que aún es posible que los resultados electorales den una situación que permita (u obligue a) que el PSOE y Podemos se sienten a negociar. Espero que, si eso llegara a ocurrir, partieran ambos de una voluntad auténtica de llegar hasta el final, es decir, hasta lograr el resultado deseado, lo que les obligaría a abandonar posiciones que solo han servido para impedir el acuerdo. En concreto, Podemos debería dejar de poner como condición su exigencia de entrar en un hipotético gobierno y el PSOE, por su parte, habría de olvidar su negativa a esa exigencia. Esto significa estar abierto y dispuesto a aceptar cualquier resultado que salga de la negociación. Líneas verdes en lugar de líneas rojas.
Vuelvo al principio para finalizar: ¿otra vez hemos de ser los ciudadanos los que sustituyamos a los políticos para conseguir lo que necesitamos? No podemos sustituirles, ellos han de hacer su trabajo pero nosotros debemos hacer el nuestro: exigirles que acuerden programas y políticas que puedan compartir, no puestos y ministerios. Esta es la forma en que los ciudadanos hemos de hacer política tal como nos recomienda Mairena, además de, sin excusa, ir a votar masivamente a pesar del cansancio y el hastío, a pesar de la desconfianza y el cabreo.
No han de ser las mentiras del PP, ni los caóticos y volubles bandazos de Ciudadanos, ni, por supuesto, el miedo a la ultraderecha representada por Vox las que nos lleven a las urnas, sino el convencimiento de que es absolutamente necesario, de una vez por todas, un gobierno de izquierdas.
Javier
6 noviembre, 2019 at 19:12
Antonio, aunque hay varias cosas con las que estoy de acuerdo en tu texto, hay una en particular que no comparto en absoluto.
Se ha popularizado mucho lo de aclarar antes de las elecciones las políticas de pactos, pero me parece un error político y una irresponsabilidad democrática. No se usa como herramienta para alentar al voto positivo (cuando lo tienes claro, cada uno vota a los suyos), sino únicamente como mensaje del miedo: «ojo, no votes a este, que no es quien dice ser y si puede pactará con el Coco y traerán el apocalipsis». Es comprensible por qué UP lo está esgrimiendo, pero lo que cualquier partido con conciencia democrática debe responder ante eso es «eso se verá después de las elecciones».
Esta moda de la política de pactos, como la moda de vetar a priori, suena muy íntegro y purista con los ideales. Esto pasa porque se piensa en los partidos como entes ajenos a la ciudadanía y no como representantes de la misma. Cuando se dice, por ejemplo, «con los independentistas no vamos a hablar», se está diciendo que dan igual unos 2 millones de personas, que también son españoles y a las que también se gobierna. Y quien dice independentista dice cualquier partido del espectro.
A la derecha le va eso de «los españoles somos nosotros, y los otros son los enemigos», pero nadie de izquierdas debería deshumanizar al resto de la población del país solo porque piensan diferente. En su versión más idealista, y aunque en este país un pacto entre VOX y UP se traduce en «gente muy distinta es capaz de ponerse de acuerdo en algo por el bien de la mayoría y no solo de los suyos».
La política, aunque en esta cultura del sectarismo y el tweet se está olvidando, es el arte de llegar a compromisos entre toda la sociedad. Lo importante es que el país salga adelante.
Antonio Calvete
8 noviembre, 2019 at 10:33
Muchas gracias Javier por tu comentario. Uno de mis objetivos cuando escribo estos artículos es suscitar el debate, es por eso por lo que valoro muchísimo tu aportación.
Me alegra que estés de acuerdo con parte de mi texto y me alegra que manifiestes en qué no estás de acuerdo. Me alegro, en fin, por el debate que planteas.
En mi caso, si hablo de la necesidad de conocer previamente con quien pactará cada quien, no me apoyo en el mensaje del miedo, observa que, al final de mi escrito, digo que no ha de llevarnos a las urnas “el miedo a la ultraderecha representada por Vox”.
Tampoco creo que conocer a priori cómo se configurarán los bloques signifique despreciar a millones de personas que estén en otra posición: hablo en mi texto de “líneas verdes en lugar de líneas rojas”.
En todo caso, bienvenido sea el debate y ojalá se unan más personas al mismo.
Gracias de nuevo y un saludo