GETAFE/Rincón Psicológico (22/11/2019) – AMOR, FELICIDAD. Dos constructos que parecen venidos de la mano acompañando lo que en realidad son estados… y aclarar este punto se hace necesario más aún cuando hablamos de estados, de momentos y no de permanencia, aún así nos es difícil hablar del amor sin referirnos en tiempo a algo duradero y es aquí donde es importante hacer el matiz.
AMOR ¿Qué es el amor? ¿Cuántos tipos de amores existen? ¿Cuántos amores manejamos en diversas formas? ¿Con cuántos amores nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestra historia de vida? Y… ¿Qué es en realidad el amor? Hace unos días acudía a unos coloquios sobre la diversidad del amor con una sexóloga llegada de México, allí estábamos debatiendo sobre el constructo del amor adolescente, adultos, diversas orientaciones sexuales, y allí nos encontrábamos dando forma a este motor que muchas veces nos impulsa la vida y deconstruyendo los mitos que nos han hecho creer.
A consulta acuden diariamente personas para resolver sus conflictos de pareja, familiares, interrelaciones, y todos me comentan llega un momento donde el amor se ha apagado y es ahí donde ponemos el foco en ver cómo vivimos esto del amor y que esperamos de él.
El amor es un estado donde se nos activan una serie de hormonas que nos hacen estar en un estado emocional, lívido, alegre, satisfactorio y a través del cual vemos la vida con las gafas de la felicidad, esta podría ser una buena “definición” si es que existiera. Hasta aquí parece que lo tenemos más o menos de acuerdo pero… ¿Qué sucede cuando hablamos de amor de pareja como amor romántico? ¿O el amor hacia un hijo como ese amor condicional donde hemos de ejercer de «buenos» padres y cuando nos referimos al amor de nuestros padres como esa fidelidad de ser quienes somos con ellos?
El amor fluctúa de la misma forma que fluctúan nuestros estados, nuestros vínculos, nuestro tiempo y respetar este ritmo conducirá a ESTAR con cada momento como nos pida nuestro SER el ser del que tanto hablo en terapia. No mostramos amor a nuestros hijos de la misma forma cuando nacen que cuando son adolescentes e incluso adultos, hay algo que nos une incondicionalmente a ellos pero no por ello el amor en relación a ello a de ser estático. Seria un error caer en ello. De la misma forma amamos a nuestros parejas de diferentes formas según donde nosotros nos encontremos y es aquí donde pondremos la intención, VERNOS, observarnos, nutrirnos, explorarnos, habitarnos.
Mi insistencia en conocernos se basa en esto, cuanto más descubramos de nosotros, de qué queremos y quienes somos, más podremos vincularnos al otro desde la autenticidad y no desde la necesidad. Vincularnos desde quienes somos para ESTAR sin exigir. ACOMPAÑARNOS es la forma material que tiene el amor de estar aquí.