GETAFE/La voz de la experiencia (09/10/2019) – Después de varios años empeorando la sanidad pública, al menos en la Comunidad de Madrid, la ciudadanía en general comienza a tomar conciencia de estar perdiendo calidad cuando necesitan ser atendidos en un Centro de Salud o en el Hospital Universitario de Getafe, y esto es debido a varios factores que tienen como patrón central el dinero. Seguro que también influyen otras cosas, pero las fundamentales y de mayor importancia dependen de la inversión.
Nuestro hospital público se ha ido reduciendo en casi todo, se han reducido el número de camas, médicos, enfermeras, auxiliares, mantenimiento, limpieza etc, o lo que es peor, se ha externalizado. Para remate, muchos de los puestos fijos, hoy son eventuales, con contratos de meses, semanas, incluso de días, con ello, el servicio suele empeorar. Si un paciente está atendido por un equipo que la semana siguiente ha cambiado, como mínimo necesitan nuevamente estudiar el caso y su proceso, originando desconfianza en el paciente y mayor coste.
En esto, como en cualquier cambio de nuestro entorno, nos cuesta detectarlo, fundamentalmente porque los cambios se producen lentamente, y porque en la sanidad pública, la profesionalidad y el esfuerzo de facultativos y trabajadores, han tapado gran parte de las carencias.
Han proliferado empresas privadas para cubrir determinados servicios y ganar dinero, así como hospitales privados y aseguradoras con el mismo fin, y para potenciarse no dudan en mentir y desprestigiar la salud pública.
La realidad es que, les está saliendo bien la jugada, si empeora la sanidad pública, todo el que pueda se marchará a la privada, pero si los casos o patologías son muy complejos, o no te atienden, o te recomiendan que retornes nuevamente a la pública, librándose de esos largos y costosos casos, que naturalmente hará frente la sanidad pública. Los privados seguirán ganando más dinero con una mayoría de casos menores, encandilando a la ciudadanía con una atención más rápida, grandes espaciosos y lujosos recibidores, salas de espera más confortables, y con unos toques de exclusividad.
Cuando por cualquier razón, te toca tener una de estas experiencias, y sufrir sus consecuencias, caes en la cuenta de la triste realidad, generándote en parte un sentimiento de culpa, por haber participado o colaborado en el proceso de potenciar la sanidad privada y la degradación de la pública.
No esperemos a caernos del guindo cuando nos afecte directamente, exijamos una sanidad pública de calidad y para todos por igual, ricos y pobres, no permitamos retroceder o perder, logros y derechos, que tanto costó alcanzar, paremos hoy esta locura, para que mañana no tengas que vender tu casa para pagar una intervención quirúrgica.
Si la sanidad privada tuviera que atender las emergencias en cualquiera de nuestros pueblos o carreteras, ¿mandaría un helicóptero? Y si lo mandara, ¿no le pasaría la cuenta?