GETAFE/A fin de cuentas (04/09/2019) – El desapego de los ciudadanos con los políticos primero y con la política después tiene mucho que ver con los mensajes que se trasladan a los vecinos, la capacidad los propios políticos que tienen de convertirse en parte del problema, en esparcir los conflictos en lugar de ser parte de la solución. No todo vale en política. Y día tras día se siguen atravesando todas las líneas permisibles. Se juega con lo intangible y con los miedos de los vecinos en una suerte de ruleta rusa que de repente puede explotar por donde nadie espera. Y nos echaremos las manos a la cabeza.
No voy a entrar en si Getafe es seguro o no, en si hay un problema de inseguridad. Es algo tan abstracto (las cifras lo soportan todo) y que depende tanto de la percepción personal de quien está en la calle, que pronunciarse en este sentido es un riesgo. Lo es para mi como periodista, así que utilizarlo como arma arrojadiza contra un Gobierno por parte de los partidos de la oposición me parece una aberración. Es fácil enfangar, jugar en la cuerda floja alabando por un lado a la policía pero por otro criticando su organización.
Al igual que hay asuntos de Estado que deberían ser intocables (ya casi no queda ninguno) debería haber asuntos de Ciudad, donde se tienda la mano para apoyar en lugar de poner palos en las ruedas. Es muy fácil ocasionar un problema, y muy difícil recomponer las piezas rotas. Todo esto enfangado por unas redes sociales que amparándose en el anonimato no dejan de echar leña al fuego. No todo vale.
Piezas rotas son también las mujeres víctimas de la violencia de género, la violencia machista, la violencia que mata: y las asesinadas son las mujeres. Habíamos llegado a un consenso social. Hay que proteger a las víctimas, porque es un problema estructural, silencioso, que ha matado ya a más de 1.000 mujeres. Porque dar el paso de salir del maltrato requiere valentía personal, y un apoyo externo que mitigue las dificultades a las que se encuentran las mujeres al dar un paso adelante. Ayudar a salir de esa situación fue el objetivo de la Ley Integral contra la Violencia de Género. No es una estigmatización de los hombres, ni pretende criminalizarlos, es simplemente ponerse en lugar de la víctima y ayudarla.
Vox ha venido a romper ese consenso. Y la obscena petición de que el minuto de silencio previo a los Plenos sea en memoria de todas las víctimas es demagógica y peligrosa. Primero porque ese acto simbólico pretende algo más que recordar a las mujeres asesinadas: supone poner en el debate colectivo, en la actualidad diaria esta lacra que día a día entierra a mujeres, mientras a otras las condena al infierno. Todas las víctimas merecen respeto y memoria. También los inmigrantes que mueren en las pateras o al otro lado de las vallas que algunos pretenden levantar entre su mundo y el nuestro. Todas las víctimas. También las que aún permanecen en cunetas olvidadas o yaciendo junto a su asesino. Todas las víctimas. ¿Saben qué? Organicen su propio minuto de silencio. Y vean cuánta gente les acompaña.
Yo mientras tanto seguiré defendiendo que hay cuestiones que habría que sacar del debate político. Que no son un arma arrojadiza política porque de ellas depende incluso la seguridad de las personas. Háganselo ver.