GETAFE/La piedra de Sísifo (18/06/2019) – En solo un par de semanas hemos pasado, de tener una agenda tan cargada que teníamos que moverla entre varios, a estar obligados a tener cerradas las ventanas porque se la lleva el más ligero golpe de viento de pura ligereza. “Días de mucho, vísperas de ná”, que decía mi abuela.
Siguen tratando de tenernos entretenidos a escala nacional o autonómica, con pactos posibles, imposibles, robustos, volátiles, de ahora de ajunto y ahora no te ajunto, ofensas insalvables de diez minutos de caducidad y perdones amantísimos que ya quisiera yo para mí; amores solitarios de inspiración onanística que van sumando adeptos y acaban en orgías que abrumarían al mismísimo Calígula o mezclas de colores que no existen en la naturaleza o la inexistencia de ninguna bandera del mundo que luzca la combinación de naranja, azul y verde; seguramente por la aberración “cromática” que supone.
En lo local, la premisa aparenta ser de silenzio stampa. Nadie suelta prenda respecto al reparto de delegaciones (hasta el momento) aduciendo un socorrido “no se sabe nada aún y nadie me ha dicho nada” y, no descartemos que empapado de maldad, circula el rumor de la premisa que lo está causando, una sentencia de la propia Sara: ‘El que cuente algo se queda con Personal, así que, vosotros sabréis, punto en boca’.
A la espera de noticias, y sin un mal final de serie famosa del que hablar o los resultados del Geta, no queda más remedio que dedicarse al incomprendido mundo de la conjetura política o emplear el tiempo en aprendizajes de potencial utilidad práctica: lencería en ganchillo, primeros auxilios, cocina de supervivencia o mecánica del automóvil.
Ahora comprendo la impotente desesperación de los marineros a bordo de un velero en zona de calma chicha. Hasta que vuelva a soplar el viento (esperemos que de popa), sed felices.