GETAFE/Entrevista (21/05/2019) – Es domingo. Primer domingo de campaña. 9.30 de la mañana. No hay descanso para Sara Hernández, alcaldesa de Getafe. Casi nunca lo tiene, en realidad, pero en periodo electoral aún menos. GETAFE CAPITAL toca a su puerta.
Hoy la regidora nos abre las puertas de su casa. Bueno, en realidad, es Luis, su pareja, el que nos recibe mientras Sara prepara el primer café de la mañana. “No soy cafetera, apenas mancho la leche, pero este primer café es imprescindible”, nos confiesa, mientras nos sentamos en su terraza, en el corazón del barrio de La Alhóndiga. “Antes vivía en las torres, pero hace cinco años me mudé aquí”. De alquiler. “El piso es más pequeño, dos habitaciones, pero gané una terraza”. No hay grandes lujos: solo una casa sencilla, “muy cómoda porque puedo ir andando a todos los sitios”.
En las paredes de su casa, imágenes relacionadas con algunos de sus viajes: el rascacielos Flatiron de Nueva York o la plaza mayor de Bruselas. Y como no podía ser de otra forma, un cuadro con uno de los rincones de Getafe. “Se lo compré a Kike Garcinuño en un concurso de pintura rápida”, recuerda. En la terraza nos recibe su mascota. “Es un conejo-perro”, bromea. Saluda, olisquea, se deja acariciar, “e incluso viene cuando la llamas”. Fue un regalo de tres amigas, hace 9 años. “Es curioso que la primera vez que la llevé al veterinario me dijeron que los animales exóticos tenían que ir co
n cita previa. ¿Animal exótico un conejo? ¡Si además se llama Ramona!”. Con ella ha encontrado el equilibrio entre tener un animal con el que interactuar, pero que no requiera cuidados como sacarla a la calle.
Porque lo que se dice tiempo libre, Sara no tiene mucho. “Cuando lo tengo, dormir es mi primera opción”, bromea. “Ya en serio, echo de menos disfrutar de estar en casa. El viernes llegué tarde tras el pregón de las fiestas de San Isidro y a las 8 y media ya estaba en marcha para ir a la capilla ardiente de Rubalcaba”. Luego el día se sucede con actos que se entrelazan. Cuando encuentra ese hueco, le gusta escuchar música (“sobre todo española”), y también la radio. Y si encuentra un rato, la lectura es otra de sus pasiones. “Tengo encima de la mesa tres libros empezados: Anatomía de un instante, El fuego invisible (Premio Planeta 2017) y La hermandad de la sábana santa. La política y la historia me gustan mucho: el poder evadirte a otros mundos. En función de mi estado de ánimo voy cogiendo uno u otro”. Cuando puede se escapa al gimnasio, sale con la bicicleta o a correr.
“Casi nunca como en casa”, confiesa Sara. “Como cerca del Ayuntamiento, o en algún colegio, o si he quedado con alguien”. La cocina no es lo suyo. “La cena, para la que sí intento volver a casa, la hace siempre Luis”. ¿Pero cómo se puede sobrevivir sin cocinar? “A base de bolsas de ensalada… y de los tupper de mi madre. Esa sensación de subir a casa en el ascensor y pensar ‘por favor, que haya venido y haya un tupper’. Y abres el frigorífico y si hay, fenomenal, lo que sea, me lo como y si no… pues bueno, ¡tampoco tengo tanta hambre!”, se ríe la alcaldesa. “De mi madre me gusta todo: es muy buena cocinera. Lo último que me ha traído, cuando ha estado en el pueblo, son unas habas rebozadas, que me encantan”.
Mientras da un sorbo a la taza de café se puede ver uno de los tatuajes que tiene en el antebrazo. “Me gustan los tatuajes, como dice mi padre ‘elegantes’. Siempre en un sitio discreto. Tengo tres: uno en la espalda, otro en el tobillo con la palabra ‘coraje’; y el de la muñeca: me lo hice el año 2018, pero pone 2017: me pasaron muchas cosas personales y políticas ese año”. La brújula que exhibe significa que “a pesar de todas las dificultades, siempre hay que buscar tu norte. Me gusta poder seguir luchando; te caes, te levantas y sigues”.
La puerta del despacho de Sara Hernández ha estado siempre abierta estos 4 años. Ha recibido a 1.800 vecinos. Ahí es nada. “Se siente un poco de impotencia, de saber que la administración local no tiene las competencias para poder resolver todos los problemas”. Empleo es lo que le piden. “Y yo soy muy sincera: ‘No te puedo prometer un puesto de trabajo, pero me comprometo contigo que poquito a poquito vas a estar mejor’. Una vecina se acercó a mí en las Fiestas de San Isidro: ‘Sara, muchas gracias, poquito a poquito, estoy mejor’. Y eso sí satisface mucho”. No duda en entrar en una cafetería donde ve un cartel ofreciendo empleo o en instar a los empresarios a que cuenten con la Agencia Local de Empleo y Formación (ALEF) para dar empleo a getafenses... Una labor callada, que a veces tiene resultados y otras veces no. Y que casi nadie conoce. Seguramente ni los propios beneficiados.
Es perfeccionista y crítica consigo misma, pero sí “veo Getafe mejor que hace cuatro años. No porque esté todo hecho, ni porque todo lo que está hecho esté bien, sino porque se marca una tendencia muy positiva. Vamos en la dirección adecuada. Hay que ir a más”. Escucha a los vecinos, y sigue anotando en su cuaderno (“de color rojo, por supuesto”) las cosas pendientes. “Es muy conocido en el equipo de Gobierno que yo el domingo incordie: es cuando me preparo la agenda de la semana y voy repasando cosas pendientes. ‘Perdona que te moleste en domingo, pero ¿este tema cómo está?’. Soy muy meticulosa. Me amenazan con quemarme mi agenda”.
A los ocho años, Sara llegó a Getafe, de donde no se ha movido. “Estudié en el Julio Cortázar, mis padres viven en el Sector III, porque aún no estaba construido el Núñez de Arenas. Después fui al IES José Hierro y luego a la Carlos III, la mejor universidad”. Mira de reojo a Luis, que a pesar de ser profesor de Derecho en la Universidad Autónoma, no la rebate.
Ha regresado a los centros donde se formó, ya como alcaldesa. “He vuelto a ver a profesores que me dieron clase. Hay frases con las que me quedo. Recuerdo un profesor de Geografía e Historia en Segundo de BUP de que nos trasladó la satisfacción del deber cumplido, del trabajo bien hecho, de haberlo hecho lo mejor que hayas podido. Hace poco, el 23 de abril, estuve en el José Hierro. Veo a los alumnos de ahora, y pienso: nosotros éramos así…”. Quizá alguno de esos niños y niñas la tomen como ejemplo y ahí esté el alcalde o la alcaldesa del mañana.
No ha sido una legislatura fácil. Y con tanta responsabilidad es complicado dejar en el despacho los problemas de la ciudad. “Llego a casa y se lo cuento a Luis. Él me da su opinión, muchas veces no concordante con la mía”. “Cuando uno está muy metido en sus cosas, no es consciente de lo bueno que hace”, apostilla su compañero. La burocracia se ha ralentizado con la nueva Ley de Contratos. “El control y la fiscalización son necesarios, pero hay que ser flexibles”. Pero sin duda lo que ha generado más dificultades es el tener presupuestos prorrogados. “Trámites que hubieran sido sencillos, se han complicado. El polideportivo San Isidro comienza a ser una realidad, pero hubiera sido antes si hace un año el PP con el beneplácito de Ahora Getafe no hubiera votado en contra de la modificación de crédito para la partida presupuestaria”. Es un ejemplo, que se replica en multitud de casos. “No han dado un bofetón a Sara; han dado un bofetón a Getafe”, lamenta.
¿Es ingrata la política? Sara no duda. “No”. Un no rotundo. “Tiene algunos momentos malos, pero a mí me encanta. Es absolutamente necesaria, pero para eso también hay que dignificarla tanto con nuestra acción como desde fuera”. Quizá por eso no soporta la demagogia. Como las propuestas que, coincidiendo con la campaña electoral, se lanzan sobre los aparcamientos. “Yo siempre les digo a los vecinos que me digan dónde, que si se puede, lo hacemos. De momento, nos estamos centrando en no perder ninguna plaza en las obras de remodelación. Es una pantomima hablar de 2.500 plazas. Nosotros vamos a hacer un estudio para ver dónde es posible crear nuevas plazas”. Feminista hasta la médula, Sara Hernández, sabe que la política en particular, y la sociedad en general, aún tiene mucho camino por delante “sobre todo para superar los micromachismos”. Aún falta mucha pedagogía. “Tampoco me considero alguien radical”, matiza.
Recuerda de su infancia las vacaciones en el pueblo de su madre, “en Ávila, muy cerca de la capital; el de mi padre es el último de Salamanca, ya cerca de Cáceres, a muy poco de Hervás, aunque íbamos menos”. En cuanto acababan las clases, allá que se iba. “Es curioso porque me estoy encontrando muchos vecinos de Getafe del entorno del pueblo de mi madre”.
Pero las vacaciones familiares siempre fueron a la playa. “Yo nací en noviembre y ya en verano nos fuimos a la playa. Recuerdo esos viajes interminables en el coche, discutiendo mi hermano: ‘Mamá, dile que no me mire’; ‘Que no repita lo que digo’”. Se confiesa muy unida a su familia. “Las relaciones se van mejorando con el paso del tiempo. Cuando alcanzas la madurez ves a tu hermano no como esa persona que te estaba incordiando, ni a tu madre como la persona que te regañaba… ¡Cuántas veces no hemos entendido ahora a nuestras madres con los que nos decían!”. Eso ha hecho estrechar su relación.
Viven la exposición pública de su hija desde la discreción. “Mis padres son muy de segundo plano, son muy reservados, a nadie le dicen que son mis padres, salvo que surja. Eso les hace tener que aguantar la crítica callados”. Allí están en los momentos importantes. “La semana pasada me acompañaron en el debate. Para ellos siempre lo hago bien”. Se sienten orgullosos de su hija. “En mi casa siempre se ha vivido la política de forma muy natural”. Y una fecha marcada: “El 16 de junio de 2015, cuando tomamos posesión en el Pleno. No se me olvidará el abrazo de mi padre diciéndome lo orgulloso que se sentía de mí. Eso te lo llevas para siempre”.
Maria luz
22 mayo, 2019 at 23:53
hola buenas noches yo le pedi ayuda doña alcaldesa por que necesito su ayuda y naide me da una solucion y necesito una vivienda social tengo cuatro hijos me an quitao la renta minima no cobro nada desde hace tres meses por favor a ayúdame solo le pido que me ayuden con un techo para mis hijos muchas gracias un saludo