Los unos y las otras, las unas y los otros no han dejado un solo gramo de maquillaje en los estantes de las tiendas especializadas. Todo el mundo maqueado como la valla de un jardín de infancia, luciendo el espectro cromático completo, venga o no a cuento para posar en las fotografías de los carteles electorales que cogerán el relevo local una vez pasadas las elecciones generales. Qué guapura y elegancia lucen por doquier, parece que nunca hubieran roto un plato o un acuerdo, lo que más convenga. Lo complicado va a ser gestionar el síndrome de abstinencia cuando llegue junio.