GETAFE/El rincón del lector (03/04/2019) – Los resultados de las dos últimas elecciones generales, las elecciones catalanas de 2017, y las últimas andaluzas, evidencian un alejamiento progresivo de personas con firmes compromisos personales y políticos con la izquierda que representaba IU, y en su momento el PCE.
Los procesos electorales del 2015 y 2016 dibujaron un mapa con grandes cambios en los espacios políticos, si bien el denominador común fue la consolidación de la derecha, representada por el PP, a pesar de la corrupción estructural que le caracteriza, así como las agresivas políticas de recortes laborales, sociales y de libertades desarrolladas por sus gobiernos.
En 6 meses la suma de los votos de IU y Podemos perdieron en la Comunidad de Madrid 209.844 votos. La pérdida obtenida en el conjunto del Estado, tras la coalición de IU con Podemos fue casi de 1.100.000 votos.
Así mismo mientras en las elecciones generales en Cataluña de 2016 En Comú Podem se situó como primera fuerza con 848.526 votos y un 24,51%, las divisiones internas ante el proceso unilateral de independencia, y en consecuencia una significativa equidistancia en sus posiciones, llevó a que el resultado en las elecciones autonómicas de 2017 fuese de 326.360 votos y un 7,46%.
Por último, las recientes elecciones andaluzas, influenciadas notablemente por el proceso catalán, sitúan a las próximas elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales, en un contexto político muy preocupante.
No se trata solamente de que el PSOE haya perdido el gobierno andaluz, si no que se ha producido la irrupción en las instituciones de un partido de extrema derecha, Vox, cuyo ideario confronta de manera clara con derechos fundamentales recogidos en la Constitución, y que defiende un modelo social que nos retrotrae a periodos históricos muy oscuros, y cuyo imprescindible apoyo para gobernar lo han aceptado los dos partidos de la derecha. Queda claro por tanto, que PP y C´s están dispuestos a asumir tareas de gobierno, allí donde puedan conseguir mayoría con los escaños de Vox.
Esa posible extensión a otros territorios de gobiernos tripartitos de la derecha es muy negativa para la democracia, entendida como el sistema que garantiza la protección de derechos y no como una simple regla aritmética, pues supondría un paso muy importante hacia una España en blanco y negro, reaccionaria, involucionista y de pensamiento único, que rechaza una gran mayoría social de nuestro país.
Para quienes no queremos volver a restricciones de derechos y libertades, servicios públicos esenciales desmantelados, brutales niveles de desigualdades sociales y de género, y políticas fiscales regresivas que castigan a la inmensa mayoría en beneficio de las élites económicas, se hace necesario exigir a las fuerzas políticas de izquierdas y progresistas que estén a la altura y sepan asumir la responsabilidad que tienen, para lograr frenar la oleada involucionista que se avecina, haciendo posible que esa mayoría social se haga realidad en las urnas. Por lo tanto el debate se ha colocado entre democracia y libertad o involución.
La experiencia andaluza y las diferentes encuestas publicadas desde entonces, hacen percibir que la movilización de los susceptibles votantes de las tres derechas es absoluta. Que todos los datos les den representación institucional en cualquier ámbito, para conformar gobiernos como el de Andalucía, hace muy difícil que potenciales votantes de las derechas se queden en casa, porque no solamente su opción no quedaría fuera de cualquier institución a la que votasen, sino que además las opciones para que eso significase formar gobierno se incrementan considerablemente.
Estamos hablando, por tanto, de futuras instituciones muy fraccionadas, en las que escasas decenas de votos pueden determinar un gobierno de las derechas con la extrema derecha o un gobierno de izquierdas.
No se puede dejar de señalar, que los procesos de ruptura interna sufridos por Podemos y en consecuencia la proliferación de candidaturas en la izquierda, en la Comunidad de Madrid y en múltiples ayuntamientos, ponen seriamente en peligro que muchas de éstas candidaturas no alcancen representación institucional, por no alcanzar el 5% necesario, y que harían inútiles miles de votos a candidaturas de izquierda, que beneficiarían directamente a quienes pretendían combatir, suponiendo un peligro mayor aún de que las derechas, junto a la extrema derecha, alcanzasen multitud de gobiernos municipales, regionales, o el del mismo Estado.
Creo que somos muchas personas las que vemos necesario que el PSOE asuma la responsabilidad, como fuerza mayoritaria de la izquierda, de articular las diferentes expresiones de la pluralidad de la izquierda.
Seguramente las mismas personas que hemos tenido diferencias, las tenemos y las seguiremos teniendo con el PSOE. Las posiciones políticas que ha venido manteniendo en el ámbito de las relaciones laborales, sin haber derogado la Reforma Laboral, o la no derogación hasta el momento del artículo 315.3 del Código Penal, que criminaliza el derecho constitucional de Huelga, o la modificación del artículo 135 de la Constitución, que condiciona y recorta las políticas sociales, priorizando sobre éstas los objetivos de déficit, son medidas que no han facilitado el encuentro entre las izquierdas, y sobre las que parece necesario abrir espacios de diálogo para sus reformas, especialmente con los sindicatos de clase.
Sin embargo, parece que el actual momento político requiere emplazar al PSOE a abrir espacios de encuentro a todos los niveles, con personas, colectivos y organizaciones con las que se sea susceptible de converger programáticamente, desde la necesidad en estos momentos de apoyar las candidaturas del PSOE, tanto para el Gobierno de España, como para en las europeas, reforzando el papel de la Europa social que conocimos.
También me parece necesario apoyar la candidatura de Ángel Gabilondo en la Asamblea de Madrid, como garantía del imprescindible cambio que necesita esta Comunidad, después de casi 25 años de recortes sociales y corrupción del PP, dada también la gran fragmentación que se presenta con las múltiples candidaturas de otras organizaciones de izquierda, que pueden ponerlo en peligro.
En mi localidad, en Getafe, sin embargo, a día de hoy no me veo con fuerzas de hacer el mismo llamamiento, fundamentalmente porque los 25 despidos de la Empresa Municipal de Limpiezas, (LYMA), son una línea roja que va más allá de lo que son legítimas diferencias políticas.
La desproporcional medida tomada por el actual gobierno municipal, con personas tremendamente vulnerables, y con enorme dificultades para acceder al mercado de trabajo, con el añadido de las causas penales abiertas contra estos trabajadores y trabajadoras, las entiendo, no ya como una falta de sensibilidad de izquierdas, sino como una falta de proporcionalidad y sensibilidad humana.
Quisiera mantener la fe de que antes de que se celebren las elecciones municipales del mes de mayo, se alcanzase un acuerdo con los representantes de los trabajadores y trabajadoras, que resolviese este disparate de “atentado social”, y que a la vez me permitiese volver a reflexionar sobre lo que hoy sería mi voto en las elecciones municipales.