GETAFE/La piedra de Sísifo (26/04/2019) – Vaya por delante lo cansino que resulta estar instalados en una campaña permanente desde, más o menos, las elecciones de 2004, cuando el PP se conjuró para castigarnos por no confiar en ellos después de mentirnos para tapar sus vergüenzas.
Estamos hablando de elecciones generales, que las municipales ya vendrán el mes que viene, y sus resultados condicionarán nuestra vida en casi todos los aspectos, incluido el emocional, ya que todo está interrelacionado y lo económico condiciona prácticamente todo lo demás aunque no nos guste reconocerlo.
Para empezar, NO votaré al Partido Popular. Además de su práctica habitual de metacorrupción, que tiene corrompida hasta su propia corrupción estructural; su iluminado líder Casado está haciendo bueno a Rajoy. Mienten hasta cuando saludan y, cuando se les escapa alguna propuesta, es para echarse a llorar. Una pregunta como referencia; si reducen la recaudación fiscal en 16.000 millones ¿cómo se va a pagar la Sanidad, la Educación, la Dependencia, las carreteras, la estructura del Estado, … incluso las pensiones? Da miedo echar cuentas de lo que nos costaría pagar esos servicios privatizados.
NO votaré a Ciudadanos. Salvo envolverse en la bandera rojigualda, es complicado extraer alguna propuesta del batiburrillo de su lenguaje. Aun así, haciendo un esfuerzo, alcanzamos a intuir una tendencia al despido libre (disfrazado de la falacia de hacer todos los contratos indefinidos, pero sin penalización por despido), privatizaciones encubiertas de servicios públicos y sistema mixto de pensiones que obvia el sumidero de pérdidas incontrolables que suponen ahora mismo los planes privados.
Tampoco votaré a Podemos. Siendo cierto que estos cuatro años en las instituciones les han hecho ir poniendo los pies en el suelo, también es verdad que conservan algunas pulsiones de sectarismo indisimulado que hacen desconfiar de ellos; teniendo en su programa algunas propuestas interesantes, proponen fórmulas impracticables de llevarlas a cabo y, en el colmo de la paradoja política, son precursores de un “pragmatismo utópico” de imposible digestión.
Hay alguna otra opción folclórica por ahí que no merece ni el comentario y deberían volver cuanto antes a sus confortables cavernas.
Y SÍ, votaré al PSOE porque me gustó el trailer de la película que hemos contemplado estos pocos meses de Gobierno. Porque respeta a las personas e instituciones, porque defiende el diálogo como herramienta política imprescindible, porque sus propuestas económicas son viables y positivas, porque cree en la mujer más allá de escaparates más o menos mediáticos, porque tiene un modelo de Estado en el que todos podamos sentirnos cómodos y porque rompe con la peligrosa tendencia ultranacionalista que está adquiriendo relevancia internacional y que no sabemos dónde nos va a llevar.
Sea como fuere, esta es solo mi opinión, ni más ni menos válida que la tuya. Vota a quien te dé la gana, pero vota, que es lo importante; sobre todo si en un futuro cercano pretendes ser feliz…
Miguel Ángel
27 abril, 2019 at 11:27
«proponen fórmulas impracticables de llevarlas a cabo». ¿Es cierto?. El sueldo mínimo de 900,00 € era impracticable hasta que dejó de serlo. ¿ Cuantas medidas impracticables más pueden llegar a ser praticables?. ¿Una banca pública es impracticable o es posible? porque de hecho en Europa existen varias. A veces el problema no es los límites que nos tratan de imponer sino los que nos imponemos nosotros mismos.