GETAFE/A fin de cuentas (27/03/2019) – EN TIEMPOS DE TRIBULACIÓN, NO HACER MUDANZA. Y estos son tiempos convulsos, en los que los debates nos sorprenden sin tiempo de cerrar el anterior tema: las armas, el aborto, Franco, la memoria histórica, el feminismo, los derechos sociales, el alquiler, la corrupción, la inmigración… Falta reflexión, mesura, debate sosegado y sobran tuits elevados a la categoría de doctrina, mensajes banales que copan titulares y fotografías oportunistas que tratan de rellenar vacíos mentales. Nos estamos desquiciando como sociedad, estamos cayendo muy bajo.
¿Pero cómo abstraerse del día a día? ¿Cómo no caer en la red de los que nos empujan a entrar en el debate, que nos arrastran a horas y horas vacías de contenido? Tengo la sensación de que el humo no nos deja ver el fuego, que hablamos demasiado sin pensar. Y yo hoy quiero pensar. Meditar sobre las cosas pequeñas. Que son las que al final marcan el día a día de las personas.
Esta noche mi hija se ha acostado en una casa caliente: no hace demasiado frío estos días, pero no nos falta calefacción. A nosotros… Pero aquí, en la puerta de al lado, están pasando frío. Mañana se levantará para ir al colegio. Y yo quiero que de ese colegio público no se detraigan recursos, porque ahí me juego el futuro de mi hija: confío en el sistema público de educación, pero las piernas me flaquean ante cada nuevo ataque, ante otro recorte más. Si los que gobiernan no creen en este modelo, ¿cómo van a luchar por él? Seguimos golpeándonos contra una pared. Y jugando con el futuro de nuestros hijos.
Por la tarde tendré que ir al pediatra. Se te cae el alma a los pies ante tanta masificación, ante la saturación que soportan día a día los médicos. Les exigimos una sonrisa y por supuesto, un buen diagnóstico. Nos ponemos en sus manos, y a ellos se las están cortando quienes ponemos al frente de la sanidad. ¿Cuánto más tiempo podremos seguir destrozando el sistema sin que haya vuelta atrás?
La vida es cuestión de pequeñas cosas: levantarse, trabajar, comer, dormir, compartir pequeños momentos con la gente a la que quieres… Cuando alguien me dice que no le interesa la política, le pido que piense en esos momentos, porque cada uno de ellos está cargado de política. Olvídate de los grandes debates que nos tratan de imponer y piensa en tu día a día. ¿Qué es lo que no te gusta? ¿Quién te puede ayudar a mejorarlo?
Eso es política. Y nuestra única arma es la democracia. Utilízala.